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SANDRA CUIÑA REGUEIRA / Periodista / Santiago

Por muchos años más de historia

Desde pequeña siempre tuve muy claro que me gustaba contar historias. El tiempo fue pasando y cada vez que comenzaba un nuevo curso tenía más claro que mi objetivo era estudiar Periodismo y, finalmente, así fue. En julio de 1998 lucía orgullosa la beca de la Universidad Pontificia de Salamanca en el claustro de la antigua facultad. Luego vendrían mis prácticas en los Informativos de Antena 3TV, la sección de Deportes de la TVG y mis primeros trabajos en Radio España y en Localia Santiago, hasta que en el año 2004 me surgió la posibilidad de enrolarme en EL CORREO GALLEGO, coincidiendo con el Xacobeo. Recuerdo que comencé a trabajar el día de Año Nuevo y como no podía ser de otra forma debuté con el típico reportaje sobre el primer bebé de 2004 en Santiago. Para mí escribir en un periódico suponía todo un reto en aquel momento, ya que estaba más acostumbrada a la inmediatez de la radio y de la televisión, así que supuso un cambio de chip total, por no hablar del antediluviano MS-Dos, el programa informático que se utilizaba por aquel entonces, que me dio más de un quebradero de cabeza con sus famosos ufcua, uftri y similares.

Uno de los momentos más especiales que viví en esos primeros años en el periódico fue el reportaje que hice a la que por aquel entonces era la única mujer piloto de la Policía Nacional. Nos citamos en Lavacolla, ahora aeropuerto Rosalía de Castro, y allí estaba ella con su helicóptero y su compañero de vuelo, al que apodaban MagGyver, porque al parecer era un as acorralando desde el aire a los narcotraficantes en el Estrecho de Gibraltar. Todo eso me lo contaron, mientras el aparato se elevaba en vertical y a mí me recorría un gusanillo por el estómago, a medio camino entre la diversión y el miedo. Cuando ya estábamos en lo más alto, contemplando las torres de la Catedral fue cuando me soltaron que el helicóptero en el que íbamos era el más antiguo de todo el Cuerpo y que tenía un rotor muy rígido. Ahí entré en pánico y miré con ojos de desesperación al fotógrafo que me acompañaba, Fernando Blanco, que no paraba de reírse, mientras yo rezaba para que el vuelo llegase a su fin. Ahora tengo claro, que por momentos como ese me hice periodista: para aprender cada día algo nuevo. Porque si algo tiene esta profesión es que te da la oportunidad de conocer a gente muy variopinta.

Otra aventura que se quedará para siempre en mi corazón es el viaje que hice a Eurodisney con un grupo de niños enfermos de larga duración, la mayoría de cáncer, del hospital Clínico de Santiago. Nunca olvidaré las caritas de esos pequeños entrando en el parque de atracciones, mientras no paraban de decir lo felices que eran; como tampoco a sus padres, que tuvieron la generosidad de abrirse y contarme por todo lo que habían pasado. En esa experiencia no pude tener mejores compañeros de viaje, que Ruth Gómez, por aquel entonces directora de la Escuela Infantil del CHUS; el pediatra Manuel Fernández Sanmartín y Fina, la enfermera. No nos conocíamos, pero aún así conseguimos formar un buen equipo, como el que tuvimos que hacer para dar con una de las hijas gemelas de George Bush, que recorrió el Camino de Santiago en 2004.

Esa fue una de esas pocas casualidades que se presentan en la vida. Recuerdo que el jefe de Local, Demetrio Peláez, hoy en día subdirector, me había dicho que hiciese una ronda por algunos restaurantes del casco histórico para ver si tenían alguna reserva de la Casa Real, para saber si ese año don Juan Carlos sería el encargado de hacer la Ofrenda del Apóstol. Uno de los hosteleros con los que hablé, un señor de esos que te llaman filliña me soltó, así como quien no quiere la cosa, que del rey no sabía nada, pero que alguien mucho más importante iba a hacer el Camino. Ante tal confesión le pregunté que quién era y para mi sorpresa me dijo que era la hija de Bush, el que fuera presidente de los Estados Unidos. Ante tal revelación, insistí, porque reconozco que me quedé en shock, y el hombre confirmó: ¡que sí filliña, que es la hija de Bush! Cuando colgué se lo conté a Demetrio y tras un par de llamadas supimos que no estábamos equivocados. A partir de ahí, coordinados con el corresponsal en la zona de Sarria, con compañeros distribuidos sobre el terreno y realizando un rosario de llamadas telefónicas dimos con Jenna Bush y sus fornidos guardaespaldas, que dejaron al fotógrafo hacer su trabajo, con el que se ilustró la portada del día siguiente.

No todo fueron buenos momentos. En estos años también me tocó escribir sobre temas espesos y difíciles de explicar. Uno sobre el que jamás hubiera querido escribir ni una sola línea fue el accidente de tren de Angrois.

Me dejó muchísimas anécdotas, pero no quiero terminar sin dar las gracias por su generosidad a todos los que me permitieron contar su historia, como el cantante Rafael, que habló conmigo de su adicción al alcohol; el actor Martin Sheen, al que entrevisté cuando vino a presentar su película The Way y que me sorprendió por su extrema humildad y simpatía; a aquellos a los que no les importó hablarme de experiencias dolorosas o enfermedades, si su testimonio podía ayudar a otros; a los cientos de peregrinos que hicieron una parada para atender mis preguntas; a los alcaldes, concejales, abogados o médicos que pacientemente atienden mis llamadas y principalmente, a todos los que hacen posible EL CORREO GALLEGO. Gracias por darme y enseñarme tanto. Por muchos años más.

16 jun 2020 / 00:53
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