La Xunta aún no ha convocado las ayudas para el impulso a la vivienda colaborativa

Los proyectos gallegos esperan la llegada de los fondos contemplados en el plan estatal y demandan también otros apoyos públicos, como las cesiones de suelo de los concellos

Encuentro de miembros de Alvariza en Santa María do Mar, en Dorrón / cedida

Encuentro de miembros de Alvariza en Santa María do Mar, en Dorrón / cedida / manu lópez

Las dificultades que presenta el mercado inmobiliario para el acceso a la vivienda, especialmente para los jóvenes, siguen estando en el primer plano del debate público, alimentado por las recientes medidas anunciadas por el Gobierno o la aprobación de una nueva ley. En este contexto, el modelo del cohousing o vivienda colaborativa trata de abrirse paso como alternativa, aunque el desarrollo de los proyectos planteados en Galicia sigue en una fase muy inicial.

Para contribuir a su implantación, el Plan Estatal de Vivienda 2022-2025 prevé ayudas de un máximo de 50.000 euros por casa, hasta 420 euros por metro cuadrado y un máximo del 50% de la inversión y la habilitación de los fondos depende de las comunidades autónomas. La Xunta anunció en junio de 2022 que convocaría este programa previsiblemente en diciembre, dotado con un total de 8,3 millones de euros, pero de momento no lo ha hecho y desde la Consellería de Vivenda indican que están contempladas para este año. Además, señalan que lo habitual es que este tipo de líneas de ayudas se habiliten en primavera o después del verano.

Proyectos en desarrollo

Frente a las fórmulas tradicionales de acceso a la vivienda, los promotores de este modelo señalan que “es mucho más barato que el pago de una hipoteca y mucho más estable que un alquiler”. Así lo explica Viki Abadía, trabajadora social de Cohousing Galicia, que añade que en la vivienda colaborativa “una cooperativa es la propietaria y los socios aportan el capital inicial. Si deciden abandonar el proyecto, se les devuelve”. Además, se paga una mensualidad para mantener unos servicios comunes. Por su parte, Miguel de la Peña, miembro de Alvariza, uno de los proyectos que se están desarrollando en Santiago, hace hincapié en que “a base é a non especulación. Podes deixar en herdanza a túa participación na cooperativa, pero non especular”.

En Alvariza se encuentran en proceso de búsqueda de un terreno donde ubicar el proyecto, algo que De la Peña ve “complexo”. Para el despegue de este tipo de experiencias, Viki Abadía considera que las ayudas del plan estatal “serán un impulso porque se puede subvencionar el capital inicial. También es una forma de acercar este modelo a las personas con menor capacidad económica y solventar el problema del acceso a la vivienda”. Aún así, su compañera en Cochousing Galicia, la arquitecta María Pierres, apunta que “eu penso que xa se terían que ter impulsado as axudas, que probablemente se están retrasando por unha simple razón: se non hai proxectos que poidan optar a elas, complicado vai ser que se executen os fondos. Comunidades como Alvariza, para chegar a ese punto de pedir a axuda, eu entendo que xa terían que ter un proxecto”.

Oferta de suelo público

A mayores de la llegada de los fondos del plan estatal, los impulsores de las iniciativas de cohousing creen que podrían darse más pasos desde las administraciones públicas para contribuir al despegue del modelo. Así, Pierres incide en que “o primeiro paso que se podía dar é a oferta de solo público. O problema é que en Galicia o cohousing só está introducido como unha categoría dentro dos equipamentos sociais”. En este sentido, la arquitecta remarca que “aquí o que pedíamos é que se recoñeza tamén na lei de vivenda como unha tipoloxía específica porque esas axudas ao mellor se riñen con outras que teñen que ver con casas do maior. Nós pensamos que esta é unha alternativa habitacional non só para os maiores, que tamén, senón tamén para os mozos”.

En este punto, Pierres hace referencia a las iniciativa de vivienda colaborativa senior, que agrupan a personas que superan los 55 años y cuyo desarrollo en España ha sido más habitual que el de las experiencias intergeneracionales. Viki Abadía resalta que “sorprendentemente, en España se ha dado el proceso a la inversa porque en el resto de países europeos se crearon primero los modelos intergeneracionales y después se emprendieron los proyectos senior”. En Alvariza tienen claro que “nós apostamos por un modelo interxeracional”, puesto que “unha comunidade que permite o contacto entre diferentes xeracións é moito máis resiliente”, afirma De la Peña.

En el proceso de búsqueda de terreno, la iniciativa surgida en Santiago ha mantenido reuniones con los municipios de la comarca y De la Peña señala que “os concellos teñen que integrar a posibilidade deste modelo nos PXOM. A lei non a nega, pero tampouco a menciona expresamente, co cal, sobre todo nos concellos rurais, non se contempla”. Para Abadía, habría importantes ventajas en hacerlo porque “que un grupo de personas vaya a vivir a un sitio hace que crezca el comercio o mejoren los servicios”. Por ello, demanda que los municipios “empiecen a colaborar más”.

Para María Pierres, los beneficios podrían ir más allá y plantea que los concellos se hagan parte de los proyectos, asumiendo la posibilidad de “levar a cabo unha integración social moito máis compensada, por exemplo, coas persoas con discapacidade intelectual. É unha forma moi interesante de integrarse e ser parte da comunidade para moitos colectivos”. Al mismo tiempo indica que la implicación municipal debería pasar también por “bonificacións de IBI ou de taxas de construción, xa que van contribuír a baixar prezos dos entornos onde se van situar”.

En este punto, la arquitecta de Cohousing Galicia remarca que “o interesante é que, cando existan máis comunidades deste tipo, van afectar os prezos de forma contundente”, ya que las experiencias intergeneracionales de vivienda colaborativa “fan unha aportación para romper o mercado especulativo e introducir unha forma habitacional moito máis sostible”.