Convertirse en funcionario jamás había sido tan fácil. O, por lo menos, la oferta de plazas públicas nunca había sido tan alta. Desde las academias de preparación hablan de un bum en el número de opositores y muchos de ellos admiten haber decidido comenzar esta carrera de fondo gracias al boca a oreja. Si el 2022 fue un año histórico en el llamamiento, este 2023 continúa su estela.
Explica Jacobo Fariña, del portal online OpositaTest, que calcular el total de plazas que se ofertan en la comunidad es complejo. Habría que sumar las que corresponden a la administración estatal, a la autonómica y las que provienen de organismos locales. Además, también hay que tener en mente las que se atribuyen a instituciones como pueden ser las universidades.
No obstante, sí se puede trazar un panorama aproximado. En julio se publicó la Oferta de Empleo Público de 2023, que agrupa 39.000 plazas repartidas por todo el país. En este momento están teniendo lugar los exámenes de acceso a la Xunta, que determinarán el puesto de 1.100 personas. La primera parte de la prueba, sin ir más lejos, tuvo lugar el pasado mes de julio en Silleda. Explica Fariña que, aunque a nivel global la cifra se quede por debajo de la registrada el año pasado, hay que prestar atención al número de plazas que son de turno libre, es decir, que permiten presentarse a la convocatoria a cualquier persona que cumpla los requisitos establecidos en las bases. En el 2023 se ofertaron 44.000 puestos a nivel estatal, de los cuales 26.000 eran de turno libre. Este año, de los 39.000 presentados, 27.000 corresponden a esta categoría.
“El año pasado fue excepcional y este va por el mismo camino”, reflexiona Antonio Estévez, responsable de la academia Infórmate, localizada en Santiago de Compostela. Entiende que el interés repentino de la gente viene de un “efecto llamada”, porque “todo el mundo que se prepara la oposición está aprobando”. Para explicar el bum, alude a la oferta de plazas. “Para hacer una comparativa, si este año la Xunta sacó 1.100 empleos, en el 2015 fueron sólo 75”, indica.
Sin verano de descanso
Estévez asegura que septiembre es un mes de cambios y de decisiones, pero para los opositores no existen los cursos académicos. Nota un incremento en las matrículas con el fin del verano, sobre todo de personas que han terminado su formación recientemente y de otras que, motivadas por una transformación drástica en sus vidas, deciden tomar el mes como un punto de inflexión y trabajar para conseguir una de esas ansiadas plazas que son para toda la vida. Felix Doce, responsable de la academia Centro Postal, en Santiago de Compostela, corrobora esta visión. “Para los opositores, julio y agosto son meses de sacrificio, de olvidarse de que el resto del mundo está de vacaciones”, indica.
Maite, que a sus 47 años oposita para la categoría de celadora del Sergas, explica que ha apurado los meses de verano para adelantar con la materia. En época estival, además de seguir con las cuatro horas que le dedica al temario por las mañanas durante el curso, mientras su hija está en el colegio, continúa por la tarde. Aprovechando sus últimos meses de paro, su meta es terminar todo el programa antes de tener que buscar trabajo de nuevo. Los exámenes están convocados para el próximo mes de noviembre y admite que, más que aprobar la oposición, su objetivo es conseguir empleo cuanto antes. “Escogí esta rama justo por eso, porque había la posibilidad de entrar en una bolsa de trabajo con la que, si quedas en listas, puedes optar a un puesto temporal”, indica.
Comenzó a preparar las oposiciones en marzo, hace cinco meses, motivada por lograr una estabilidad laboral de la que no gozaba. Perdió su trabajo con la pandemia y, tras varios contratos temporales “de meses dando tumbos”, pensó que el empleo público era la opción más segura para conseguir una ocupación fija a su edad. En una situación parecida está Mar Chao. Trabajó media vida en una productora que cerró, por lo que se vio obligada a reinventarse. “Al principio me plantée ser freelance, pero no podía compaginar mi vida, el cuidado de mis hijas, con un trabajo sin horarios fijos”, explica.
Desde el 2019 prepara dos oposiciones distintas, la de personal administrativo del Sergas y la de auxiliar administrativo del Estado. “Sólo varían en cinco temas y, como son seguidas, así se multiplican las opciones”, explica Chao. No es una forma extraña de proceder. Según un informe de la plataforma OpositaTests, seis de cada diez opositores afirman preparar dos o más pruebas al mismo tiempo.
Según ese mismo estudio, el porcentaje de candidatos que compatibiliza la preparación de la oposición con un trabajo ha aumentado un 10% desde 2021 y un 30% desde 2019, con un 69% de candidatos que no se pueden permitir tomarse la oposición como un empleo a tiempo completo. Es el caso de Mar Chao, que compagina el estudio con sus obligaciones laborales y orienta sus jornadas frente a los libros en función de eso.
“Hay días en los que rindes más y otros en los que rindes menos”, explica la opositora, indicando que, como mínimo, intenta dedicarle una hora al día. Los lunes, además, asiste a cuatro horas de clases en una academia. Eso sí, de forma online. Incapaz de acudir presencialmente a ningún curso de preparación por motivos laborales y personales, la opción a distancia era la única vía posible. Explica que, si algún día no puede conectarse, habla con sus compañeros o graba la clase para verla en otro momento.
Menos gente joven
Ambas encajan dentro del perfl que impera entre los opositores gallegos. Son mujeres, de más de cuarenta años, con formación universitaria y con experiencia en el mercado laboral que se presentan a las pruebas de los grupos C1 y C2, los que tienen unos requisitos de acceso más asequibles.
Antonio Estévez, de la academia Infórmate, corrobora que cada vez es más complicado encontrar a opositores por debajo de los 25 años. Explica que la media de edad ha subido en los últimos tiempos, y que la gente que suele tomar la decisión de comenzar esta cruzada ya ha experiementado con anterioridad en el mercado laboral. “Mucha gente se queda en el paro a causa de ERTES o de ERES y ve muy complicada la inserción en una empresa privada”, continúa el preparador. “Antes, las personas de más de cuarenta años parecían los abuelos de la clase. Ahora, lo raro es ver a gente más joven”, concluye.
No obstante, ante la norma siempre hay alguna excepción. Una de ellas es Paula Moreira, una joven que lleva un año preparando oposiciones para Educación. El motivo de su decisión no es otro que la estabilidad que le podría otorgar un puesto de trabajo fijo. “En mi caso, no tengo muchas más opciones. Entrar en una empresa privada sin haber trabajado antes es muy difícil”, explica Moreira, alegando que “compensa estar un par de años estudiando, porque es el tiempo que se necesitaría si no para poder adquirir experiencia”, concluye.
Compaginar con el trabajo
Felix Doce, de la academia Postal, indica que gran parte de sus alumnos compaginan la preparación de las oposiciones con sus obligaciones laborales. “No es lo mismo afrontar el estudio como si fuera un trabajo a tiempo completo, dedicándole seis u ocho horas al estudio, que tener que organizarlo en los ratos libres”, explica. Como consecuencia, el tiempo medio de preparación aumenta. “Para las categorías más altas hay más contenidos, pero para las bajas hay más competencia”, continúa. Por eso, concluye que, antes de afrontar una carrera de fondo como es la oposición, es necesario conocer la disponibilidad y el sacrificio con los que se quiera afrontar el reto.