El furtivismo se dispara en verano: las cofradías alertan de un alza del 40% tras una campaña desastrosa
El sector denuncia que el marisco presente en las playas es cría en periodo de desove para capturar el año que viene y solicitan un refuerzo de la vigilancia a la Administración
Las zonas de marisqueo a pie en las rías de Arousa y Pontevedra son las más castigadas

Mariscadoras de la cofradía de Cambados realizan batidas de vigilancia para disuadir a los furtivos / Noe Parga

Veraneantes que durante una tarde de playa pretenden llevarse a casa unos puñados de almeja o berberecho para la cena, así como los furtivos “de siempre” que durante los meses de estío –gracias a la buena temperatura– pueden aprovechar las mareas durante más tiempo para agenciarse de lo ajeno. Dos casuísticas bien diferenciadas, pero que en conjunto están generando un clima de preocupación en el seno de las cofradías de pescadores gallegas, que vienen de dejar atrás una campaña del marisqueo a pie desastrosa por la elevada mortandad que han registrado estos bivalvos.
José Antonio Pérez Sieira, presidente de la Federación Galega de Cofradías, cifra este incremento del furtivismo durante los meses de estío, con respecto al resto del año, en “un 40% en el conjunto de la comunidad”, que en ciertas zonas de las rías de Arousa y Pontevedra –con mayor presencia del marisqueo a pie– “puede llegar a multiplicarse por cuatro durante estos meses”.
Es por ello que las propias mariscadoras –en su mayoría mujeres– y otros trabajadores de los pósitos se organizan en la época estival, incluso contratando guardapescas, para realizar batidas de vigilancia con el objetivo de disuadir a los furtivos. “Las cofradías tenemos a nuestros trabajadores vigilando tanto por mar como por tierra”, explica Pérez Sieira, que pone de manifiesto la dificultad para cubrir todas las zonas y para organizar estas guardias:“Tenemos que estar por la mañana y por la tarde y arreglar para que también la noche quede cubierta. Al final no llegas porque somos pocos efectivos”.
Según los datos aportados por la Policía Autonómica –que con una plantilla total de 348 agentes es la encargada en la comunidad de combatir el furtivismo– el número de actuaciones y denuncias tramitadas entre enero y agosto por estas prácticas poco ha variado entre 2023 y 2024, con 198 demandas el pasado año y 192 en lo que va del presente curso. Sin embargo, desde los pósitos sí que perciben un incremento de la incidencia, sobre todo entre los ‘furtivos de bañador’, y consideran necesaria una mayor presencia policial y del personal de Gardacostas en los arenales.
“Cada vez tenemos más turismo en toda la costa gallega y también esa costumbre de aprovechar la tarde en la playa para tratar de llevarse algo de marisco para la cena se percibe con más intensidad. No cabe duda que si la Administración, a través de Gardacostas y la Policía Autonómica, estuvieran más por las playas llamaría más la atención y retraería a la gente de hacerlo”, asevera Pérez Sieira.

Cría de almeja aprehendida en Cabo da Cruz a unos furtivos / Cedida
Preocupación tras una horrible campaña
La preocupación en los pósitos se centra en los efectos que esta rapiña pueda tener a medio plazo en un sector que se encuentra mayoritariamente bajo el cese de actividad después de una campaña horrible tanto en capturas como en ventas.
“Tuvimos un año muy malo, murió casi todo el marisco y claro, ahora que empezamos a repuntar un poco, que empiezan los desoves y lo que se ve es mucha cría pegada a tierra nos encontramos con esto”, lamenta el presidente de los pósitos gallegos y, a su vez, patrón mayor de Ribeira. Ejemplares en periodo de cultivo, sembrados por las propias cofradías tras el abrupto cierre de la campaña, destinados a ser capturados ya durante la temporada que viene.
“Después de lo que venimos, es imposible no preocuparse. Lo que nos faltaba al sector es que ahora se nos lleven esa cría”, zanja Sieira.
Riesgos para la salud
Aquellos que deciden burlar la regulación y el trabajo de miles de familias en Galicia para llevarse a la boca un puñado de estos bivalvos no son conscientes, tampoco, del riesgo al que están exponiendo su salud.
“Cogen el marisco, y desconocen en que zona lo están haciendo –los moluscos de las zonas de explotación B y C requieren pasar por una depuradora antes de ser aptos para el consumo–, no saben si estamos sufriendo un episodio de mareas rojas, o si hay toxina o no la hay. No son conscientes del peligro que esto representa”, lamenta Pérez Sieira.
Náuseas, vómitos o la descomposición son algunos de los síntomas más comunes de una intoxicación alimentaria tras consumir marisco con altos niveles de toxina que, además, se pueden ver agravados con entumecimiento, hormigueo en la boca, dolor de cabeza e incluso fiebre.
“Pagamos de nuestro bolsillo para tener guardapescas en verano”
Cuarenta euros al mes durante todo el año salen del bolsillo de las mariscadoras a pie de Cabo da Cruz, en Boiro, para contar durante los meses de verano con una patrulla de guardapescas que alivie a las propias trabajadoras de realizar estas tareas de supervisión durante los meses de estío. Así lo explica Susana Silva, mariscadora en la localidad barbanzana y miembro de la directiva de la asociación Mulleres Salgadas: “Los vigilantes aquí en Cabo estaban en ERTE, y con nuestro dinero pudimos rescatarles a los tres para llevar a cabo esta labor. Además están los ‘chalecos’, gente que contratas y que si ven algo llaman a los vigilantes. Aún así nosotros tenemos mogollón de costa y no nos llega”.
Un esfuerzo económico al que las mariscadoras boirenses tuvieron que hacer frente sin el colchón que otorgan las capturas de la temporada, ya que llevan “paradas todo el año”. No obstante, el recelo de que los furtivos pudiesen desbaratar el trabajo realizado para futuras campañas –al saquear la cría de almeja y berberecho ya sementada– las llevó a acometer el desembolso.
Tras muchos años desarrollando esta profesión y lidiando día a día con esta problemática que puede estar ocasionada tanto por turistas estivales como, incluso, por vecinos de concello. Silva lo tiene muy claro: “Sigue existiendo la misma impunidad de siempre. Si la Policía Autonómica los coge, en cuanto se marchan ya vuelven a la playa. Hasta que esto tenga un castigo importante no se va a acabar”.
A pesar de que desde una perspectiva sancionadora se puede percibir que los avances en la lucha contra el furtivismo es lenta, no dejan de dar sus frutos. “Es cierto que empieza a haber algunos jueces que empiezan a ejecutar órdenes de alejamiento de algunas playas cuando se trata de grupos muy organizados y reincidentes, aquí en Cabo tenemos un caso así”, explica Silva.
A diferencia del ‘furtivo de bañador’ que disfruta cenando las viandas hurtadas en los arenales gallegos, estos grupos más organizados buscan comercializar sus ‘capturas’, un punto sobre el que Silva considera que es necesario establecer mayores controles: “Muchas veces ese marisco acaba en depuradoras, en restaurantes.... Debe haber un mayor control; es marisco que a nivel sanitario no cumple ningún protocolo. Es muy triste porque cualquier día va a pasar una desgracia y quien lo va a pagar es nuestro sector”.
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