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La presión por la búsqueda, el hambre y el síndrome de abstinencia llevaron al presunto autor del crimen de Estela a entregarse

Humberto González contactó con su madre para que llamase a la Guardia Civil porque no aguantaba la presión y esperó a los agentes en un camino cercano a su casa de Belesar

Contó que estuvo oculto en un galpón sin comer.

Despliegue de la Guardia Civil en Baiona por la investigación de un posible crimen machista.

Despliegue de la Guardia Civil en Baiona por la investigación de un posible crimen machista. / Marta G. Brea

Marta Fontán | Neli Pillado

Santiago

Cuando estaba a punto de cumplirse una semana desde su huida, Humberto González Rodríguez, O Grilo, decidió poner fin a su desesperada e improvisada fuga y entregarse. La Guardia Civil arrestó ayer a este vecino de Baiona de 38 años de edad como presunto autor del crimen de su exnovia Estela Blach Silva, de 36, después de que el hombre, que cuenta en su historial con antecedentes por tráfico de drogas, contactase con su madre pidiéndole que telefonease a la Benemérita porque ya no aguantaba más la «presión» que sentía a causa del dispositivo de búsqueda desplegado en torno a su persona. A través de su progenitora, trasladó que esperaría a los agentes en un camino cercano a su vivienda en la parroquia de Belesar, la misma donde tuvo lugar el suceso. Cuando llegaron los guardias civiles efectivamente allí estaba. El detenido contó que durante los seis días de huida –desde la madrugada del viernes 8 de noviembre hasta ayer jueves– estuvo oculto en un galpón de esa misma zona sin acceso a comida y, resumieron las fuentes oficiales, en condiciones físicas «bastante duras y difíciles».

El arresto se materializó poco antes de las siete de la mañana, tras lo cual Humberto fue trasladado desde Baiona hasta el cuartel de la Guardia Civil de Vigo, donde, asistido por un abogado de oficio, se acogió a su derecho a no declarar. Antes de esta diligencia fue conducido al cercano Hospital Ribera Povisa para un reconocimiento médico. Las fuentes consultadas describen que estaba físicamente «hecho polvo» y con suciedad en su ropa delatadora de la huida protagonizada. Según manifestaciones realizadas por él, durante el tiempo que estuvo en el galpón no comió. A esto se sumó el síndrome de abstinencia que presentaba por su adicción a las drogas. Al cierre de esta edición seguía en los calabozos de las dependencias viguesas, ya en una actitud más tranquila que cuando llegó.

Los agentes habrían pedido indicaciones al sospechoso sobre la ubicación del galpón donde se escondió los últimos días. La labor de la Guardia Civil se centraba ayer en localizar este lugar y en ultimar diligencias para poner al presunto homicida a disposición del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo, algo que podría producirse hoy. No trascendió si Humberto autorizó que le tomen una muestra de ADN, trámite habitual que es clave para cotejarlo con los vestigios recabados en torno al crimen. También es previsible que se analice su ropa, aparentemente la misma que llevaba la noche del homicidio.

Sospecha

La sospecha de los investigadores es que Humberto habría matado a su expareja dentro de su casa –Estela falleció por los contundentes golpes que le propinaron en la cabeza– y que después la trasladó en una silla de oficina con ruedas, la misma en la que fue hallada, hasta la zona exterior del portalón de entrada a la propiedad.

Él, cuando la madrugada del crimen llamó al 112, negó la autoría indicando, a este servicio de emergencias y a los sanitarios del 061 que acudieron allí, que su expareja llegó así herida a la vivienda. Lo cierto es que la mujer vestía ropa propia de estar en casa y en la inspección en la vivienda se encontró, en una de las estancias, algo de documentación personal de ella así como ropa de mujer. El desorden, la basura y la extrema suciedad en el domicilio, que obligó a los agentes a trabajar con mascarilla, dificultaron la localización de una posible escena del crimen. El homicidio se produjo horas antes de que el hombre diese la alerta.

Estela, cuya familia luchaba por apartarla de la relación con Humberto, ya que había habido agresiones previas, estaba en el sistema VioGén como víctima de «riesgo medio» a raíz de una denuncia que derivó en que el Juzgado de Violencia sobre la Mujer, el que ahora investiga el crimen, dictase una orden de alejamiento a su favor que estaba vigente desde abril.

Ayer, tras el arresto, el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada, destacó que el presunto homicida «no resistió la presión» del dispositivo de búsqueda existente, que se centró en Baiona por la convicción de la Guardia Civil, a raíz de las pistas obtenidas, de que no había salido de la zona. Felicitó a los agentes, trasladó de nuevo sus condolencias a la familia de la víctima y defendió el sistema VioGén. En este caso, afirmó, los «controles previos» se desarrollaron «con normalidad y según la periodicidad establecida» y no se detectó «ningún fallo importante».

Batidas en el monte y registros en casas vacías lo acorralaron

Drones, coches patrulla y camuflados de las fuerzas de seguridad españolas y portuguesas e incluso agentes uniformados y de paisano acorralaron durante seis días al presunto homicida de Estela Blach en el entorno de su vivienda. La inusual presencia policial logró que Humberto González sucumbiese a la presión, pero también mantuvo con el corazón en un puño a los vecinos del barrio de As Ínsuas, en la parroquia baionesa de Belesar, y a los del contiguo, el de O Caeiro, ya en Santa Cristina de A Ramallosa, al que se llega por la pista forestal por la que huyó el investigado en cuanto los sanitarios certificaron la muerte de la víctima. «Tranquilos con el por aí solto non estabamos, claro», comentaban en una vivienda próxima. «Nós ata levamos un susto porque o outro día apareceu rota unha cerca da finca e revisamos todo por se se metera dentro, pero deberon ser os cans», manifestaban en otra. La tarde más agitada, y seguramente la decisiva para que el supuesto autor del crimen optase por entregarse, fue la del martes. Decenas de coches y efectivos policiales recorrieron el entorno y realizaron registros en viviendas abandonadas y vacacionales.

A la inspección de inmuebles se llegó después de buscarlo por el monte. Las pistas que manejaba la investigación siempre situaron al arrestado en las cercanías de su casa y la Guardia Civil organizó batidas con el apoyo de la Policía Local de Baiona en varios momentos.

Los investigadores echaron mano también de la colaboración vecinal y los residentes en la zona estaban alerta para avisar en caso de movimientos extraños. Alguno manifestó sus sospechas acerca de una cuadra de caballos próxima a la vivienda del detenido, en la que supuestamente acabó con la vida de Estela.

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