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«Onde se ensina portugués o alumnado reforza o galego»: cómo el 'boom' del portugués ayuda al gallego

En los últimos dos años, el alumnado de Secundaria y Bachillerato que estudia portugués se ha incrementado en un 40%, según los últimos datos ofrecidos por la Xunta. Una década después de la Ley Paz Andrade, el profesorado reclama aumentar la oferta de una asignatura que también normaliza el gallego

Alumnado de portugués del instituto de Negreira en una de sus clases.

Alumnado de portugués del instituto de Negreira en una de sus clases. / Cedida

No hace falta vivir en la «raia» para entender el idioma que se habla al cruzarla. Que el gallego y el portugués son siameses es una realidad indiscutible. Y es por ella por lo que buena parte del profesorado de la comunidad lleva más de dos décadas tratando de que la lengua portuguesa pueda impartirse en los centros educativos de Galicia. Hace ya más de diez años que la aprobación de la Ley Paz Andrade en el Parlamento gallego permitió un primer impulso. «A Xunta abriu unha primeira porta, pero non é suficiente», explica Valentina Formoso, profesora de portugués en el instituto de educación secundaria de Negreira. Hoy se ven sus frutos.

En Galicia, donde hay un millar de institutos, 100 de ellos imparten la asignatura de portugués en su plan de estudios de este curso, casi treinta más que en 2022, cuando solo eran 72. Además, la Consellería de Educación asegura que esta materia cuenta actualmente con 6.404 estudiantes, 2.000 más que hace tres cursos, lo que supone un incremento de un 40% en un par de años.

La provincia de Pontevedra lidera esta apuesta lusófona, con 41 centros en los que en la ESO y en Bachillerato se puede estudiar portugués, según los datos de la Consellería de Educación recogidos por este diario. La sigue la de A Coruña, con 36. Lugo y Ourense tan solo cuentan con 12 y 11 institutos, respectivamente.

A estos alumnos se le suman otros 1.000 matriculados de las Escuelas Oficiales de Idiomas. Entre los motivos que encuentra, por su parte, la Consellería de Cultura, Lingua e Xuventude a este «significativo incremento» está el «compromiso autonómico con afianzar esta conexión cultural, especialmente entre a mocidade».

La puerta abierta

Este aumento «responde a varios puntos», entre los que destaca «unha lexislación que o favoreceu», según Formoso, «unha loita incesable por parte dos docentes, que aínda continúa» y , por supuesto, «unha mellora no status do portugués na sociedade». Sin embargo, el profesorado lo considera «residual».

«Hai máis prazas, si, pero temos moitos casos que dependen do departamento de Lingua Galega, polo que hai bastantes baixas e xubilacións que non se cubren e pon un peso que non deixa medrar», reflexiona Antía Cortiças, tesorera de la Asociación de Docentes de portugués DPGaliza y profesora en el IES de Culleredo. En ese sentido, Mateo Portas, estudiante de Filología Portuguesa en la USC, se acuerda de un especial incidente ocurrido el curso pasado en un instituto de Tui que «estivo baixo ameaza de perder o estudo de lingua portuguesa por falta de profesores».

En los últimos cuatro años, una treintena más de centros propuso la enseñanza de este idioma, también, «grazas ó acordo asinado co Instituto Camões», dice la Secretaría Xeral da Lingua. Así, se permite acreditar gratuitamente al alumnado de esta materia su nivel de portugués.

Pero el profesorado a cargo insiste en que «non hai unha promoción en tódolos institutos, como poden ser suficientes auxiliares de conversa», protesta Formoso. Actualmente, hay 16 ayudantes nativos para un centenar de centros. Además, solicitan «que se oferte a matrícula como primeira lingua estranxeira, ó mesmo nivel que o inglés e o francés», como apunta Cortiças. «No 2005 debatíase nas reunións sobre esta cuestión, porque os mestres doutras linguas pensaban que iso lles quitaría alumnos, e nalgúns aspectos persiste esa crenza», relata Formoso. ¿Pero por qué esa insistencia en instalar el portugués en los centros educativos?

Una forma de combatir la diglosia

«Nos institutos onde se ensina portugués o alumnado reforza o galego», celebra Cortiças. «É unha maneira de reforzar dende a estrutura da lingua, a colocación dos pronomes, o vocabulario, toda a gramática básica, os verbos...», respalda Formoso.

Ella trata de impartir sus clases con un «enfoque normalizador do galego». «Cando fan a comparación co portugués recoñecen léxico que empregan os seus avós e que agora estase a perder por influencia do castelán; decátanse de que é o mesmo», apunta. «Non podemos deixar de entender que o galego e o portugués historicamente comparten un pasado que nos une, polo que é innecesario consideralas linguas diferentes», amplía Portas.

Por su parte, Formoso destaca que el alumnado que también estudia la lengua lusa mejora su rendimiento y sus calificaciones en la gallega, por lo que la falta de portugués «acaba perxudicando», de alguna forma, «á materia de Galego».

Lazos con el mundo lusófono

«A lingua galega, ademais de ser un valor cultural e identitario, tamén nos conecta cunha comunidade de máis de 260 millóns de persoas que teñen como idioma o portugués», recordó Valentín García, secretario xeral da Lingua, durante la cuarta comisión parlamentaria celebrada hace unas semanas. Con él coincide una buena parte del claustro de portugués en Galicia y aquel alumnado que se anima a aprenderlo.

Desde la Consellería de Cultura destacan el enriquecimiento cultural que supone la cohesión entre diversos departamentos a lo largo de toda la comunidad lusófona, en países como Portugal, Brasil, Cabo Verde, Guinea Bissau o Angola. Como estudiante de Filología Portuguesa eso es lo que encandila a Portas: «Creo que o espazo da lusofonía pode brindar ós galegos e ás galegas moitas oportunidades».

La Ley Valentín Paz Andrade, aprobada en 2014, pero cuyo efecto no se notó hasta 2022, impulsó un aprovechamiento del idioma luso mediante la creación de órganos como el Observatorio da Lusofonía, inaugurado en noviembre de 2024. Su intención era tender puentes, servir de asesoramiento y fomentar la unión entre Galicia y el resto de la comunidad lusófona, como ideó en su momento el autor que da nombre a esta ley.

A diferencia de hace una década, cuando «as persoas que se animaban a aprender portugués se identificaban cunha ideoloxía concreta e cunha maior sensibilidade pola lingua galega», explica Cortiças, hoy es un idioma «popularizado, cun estudantado máis heteroxéneo». De esta forma, «procúrase que dúas linguas non se perdan, polo menos, tan rápido».

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