40 años del ‘Xurelo’: 14 gallegos acabaron con vertidos nucleares

La expedición del ‘Xurelo’, un pequeño buque palangrero, llevó hace cuarenta años a 14 activistas gallegos a la denominada fosa atlántica, donde yacen 200.000 bidones de residuos nucleares a 4.000 metros de profundidad, y su movilización despertó una ola de apoyo en todo el mundo que sirvió para acabar con los vertidos nucleares en el mar y el cierre de los ochenta cementerios radiactivos marinos de entonces.

El escritor Manuel Rivas; el entonces teniente de alcalde en A Coruña, Gonzalo Vázquez; el miembro del colectivo ambientalista Natureza, Roxelio Pérez; el director del Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia, Carlos Vales; y el fotógrafo Xosé Castro ‘Pepucho’ han rememorado este viernes la expedición en la que participaron hace cuarenta años.

Lo han hecho dentro de la programación del festival Mar de Mares, que en esta novena edición busca destacar esas acciones heroicas que sirvieron para mejorar la conciencia sobre el cuidado de los océanos, pues este año también se cumplen treinta años de la catástrofe ambiental del ‘Mar Egeo’ y veinte de la del ‘Prestige’.

Lo explica Gonzalo Vázquez, que aunque estaba en el Ayuntamiento, no logró apoyo para la primera expedición del ‘Xurelo’, impulsada por el activismo ambientalista y Esquerda Galega en 1981, cuando existía “una prohibición expresa” de acercarse al punto de los vertidos, aunque cuando se repitió en 1982 sí tuvo mucho respaldo y “fervor por embarcar”.

Roxelio Pérez cree que “fue una odisea de carácter épico” que sirvió como “punto de partida para una masiva movilización ciudadana” en uno de los primeros actos de reivindicación ecologista masiva que recuerda.

“Además de la irresponsabilidad que notábamos por deshacerse en el mar de vertidos radiactivos, también teníamos una sensación de orgullo herido porque nos habían convertido en el basurero de Europa”, explica, pues la denominada fosa atlántica, que en realidad es una plataforma, está a apenas 300 millas náuticas de Galicia, unos 556 kilómetros.

Por eso partieron estos catorce activistas en el ‘Xurelo’, con Ánxel Vila como patrón que se jugaba su carrera con el resto de la tripulación, y al final dieron con las embarcaciones que arrojaba los bidones al fondo del mar, en una búsqueda complicada, en una superficie marítima con un área equivalente a la mitad de Galicia.

Hasta allí iba a ir el ‘Sirius’, de Greenpeace, pero no pudo partir, y el ‘Xurelo’ tuvo que tomar la iniciativa, el palangrero gallego se colocó entre los dos cargueros que lanzaban bidones al agua y los activistas contestaban con flores, claveles, a cada uno de los residuos.

Esto lo documentó ‘Pepucho’, con un carrete fotográfico escondido en la ropa interior ante el miedo de que se lo confiscasen las patrulleras, y recuerda orgulloso aquella travesía “histórica” que sirvió para que no se repitiesen los vertidos, pues existe una moratoria indefinida que no los permite desde 1985.

Manuel Rivas recuerda que los vertidos habían empezado en 1964, por lo que existe todavía hoy una gran cantidad de “basura radiactiva” en la fosa atlántica, todo con “la complicidad por parte de los gobiernos franquistas y de la Transición”.

“No había una medida de la gravedad de lo que estaba pasando allí. Viéndolo con la perspectiva de hoy todavía es mucho más importante”, detalla.

De hecho, en aquel momento había unos ochenta cementerios radiactivos en los mares del mundo, pero acabaron todos cerrados.

“Esa movilización y esa ola de simpatía consiguió que en el mundo se acabasen los vertidos radiactivos en el mar”, continúa.

Por eso, zanja, aunque “muchas veces se habla de la historia” de Galicia “como un calendario de derrotas”, en este caso fueron catorce gallegos los que lograron la victoria.