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REPORTAJE: pisos, covid Y JÓVENES

Limpieza rutinaria, mascarilla cuando acude su casera o gel desinfectante al entrar y salir // Algunas de las medidas que los universitarios llevan a cabo para mejorar el clima de su ‘hogar’ y evitar el coronavirus

Parecía fácil echarle la culpa al estudiantado universitario por la transmisión de la covid-19 y se hizo. Ahora la cosa se complica. El cribado de la USC ha demostrado que tan solo el 0,82% de sus alumnos dieron positivo por el bicho. En esta batalla de responsabilidad David derrotó a Goliat, pero ¿cómo lo consiguió?

La respuesta nos la dan Antonio Touriño (Derecho), Iker Pérez (Ingeniería Informática), Bruno Bellón (Sociología) y Pablo Piñón (Biología). Todos ellos cursan su carrera en la Universidade da Coruña, alojándose durante este curso en un piso ubicado muy cerca de Riazor.

Aseguran estar cumpliendo siempre las normas que dictan las autoridades sanitarias con relación al coronavirus. Y además de ello, mantienen en su hogar un conjunto de medidas adicionales para evitar que el virus entre o salga por la puerta.

SEGURIDAD EN CASA. “Cuando llegamos nos desinfectamos con el gel hidroalcohólico y después nos lavamos las manos”, señala Iker, algo que confirman el resto de sus compañeros. “Nadie entra sin echárselo”, asevera Bruno, añadiendo que “hay mascarillas hasta de repuesto” para nunca estar desabastecidos o tener que salir con alguna que ya hayan utilizado y sea menos efectiva.

“En casa no la utilizamos porque somos convivientes” mantiene este, excepto si “venía alguien de nuestro círculo cerrado”. Ello se extiende a todas las visitas, por ejemplo, cuando acudió su electricista para arreglar una avería o la propia casera: “Ahí sí que estamos todos con ella”.

“Otra de las medidas que estamos tomando es la higiene de baños, los estamos desinfectando cada dos o tres días y cuando invitábamos una persona de fuera más aún” recalca Antonio, asegurando que la limpieza general del piso también se la están tomando bastante enserio.

“Se está notando mucho el querer tener una convivencia tranquila, no hay ninguno que no esté aportando en este sentido”, relata el joven. Y es que, ese ambiente de responsabilidad y confianza es fundamental para garantizar su seguridad, tanto dentro como fuera del domicilio.

“Creo que mis compañeros tienen bastante cuidado con lo que hacen por ahí” apunta Pablo sobre estas salidas. Cuestionados sobre las fiestas, foco de contagios que se achaca a los universitarios principalmente, estos estudiantes indicaron no estar realizando ninguna: “Solo hicimos una al inicio de curso (cuando se podía) y vinieron dos personas más”.

LA CONVIVENCIA. “Con el covid-19 está resultado más difícil porque tenemos que estar los cuatro en una única vivienda y no podemos relacionarnos con demás compañeros o amigos”, reconoce Iker.

En este sentido, Pablo considera que “hay ciertos vacíos” porque al final “por mucho que tengamos cuidado en la calle en casa es más complicado”, a pesar de las medidas que toman, dada la cercanía entre ellos: “Estamos todo el día juntos”.

“Es complicado, tienes ciertas limitaciones y no puedes hacer determinadas cosas, como es lógico, pero bueno mientras la convivencia en la casa sea buena, creo que no hay problema”, añade Bruno, quien piensa también que actualmente se están viendo “más de lo normal”.

Para Antonio, esta coexistencia entre cuatro paredes es “dura”, destacando que “por ahora no hay problema”. Aun así, el joven indica que tanto tiempo sin contactar con más gente es “un poco aburrido”.

materias a distancia. “Tenemos clases presenciales pero la mayoría son online”, señala Iker, asegurando estar “más cómodo” hacerlo desde su hogar, ya que “al fin y al cabo resulta una gran pérdida de tiempo tener que ir a la facultad y volver”.

Del mismo modo, el universitario piensa que es mejor esta vía para no arriesgarse a contraer el covid al “estar con mucha gente alrededor” durante las sesiones asistenciales.

Lo mismo opina Antonio, que únicamente acude a su facultad cada viernes. “Ahora nos estamos organizando bien, el único problema que tenemos es que el wifi no llega a todas las habitaciones” explica este, indicando que, hasta comprar un amplificador de señal, tanto él como Pablo ven “las clases en el salón”.

Sin embargo, Bruno no está del todo convencido con este método de docencia. “Lo llevo muy mal la verdad no soy capaz de concentrarme”, confiesa el joven: “Creo que aun tienen que aprender mucho a como darlas y que sean atractivas y efectivas para el alumnado, aunque sé que es difícil para los profesores”.

LA preferencia por un domicilio. “Pablo, Iker y yo vivíamos en la misma residencia (José Sardina), Bruno en cambio no, él estuvo en piso”, comenta Antonio, explicando que no se decantaron por alquilar un domicilio como consecuencia de la covid-19: “Era algo que llevábamos pensando desde el primer año”.

“No tuvo que ver la verdad pero fue una buena oportunidad”, apunta Iker en este sentido. Para Pablo, así como sus dos compañeros, la elección estuvo motivada por “la libertad de horarios y decisión”

“No me gusta la vida que se lleva en la residencia”, reconoce este, que prefiriere decidir cuándo entrar y salir de su casa, la rutina para desayunar, comer o cenar; el simple hecho de cocinar lo que prefiere; y especialmente para madurar.

También por el menor coste económico: “Aquí pagamos 175 euros al mes más gastos, mientras la residencia estaba sobre los 500, un ahorro contundente y más ahora mismo con los tiempos que corren”.

RESIDENCIAS. Frente a los contagios, estos cuatro estudiantes aseguran estar “más protegidos” en su vivienda al estar solo ellos. “Vivir en la residencia te brinda un montón de posibilidades de infectarte, ya que se usan zonas con más gente”, concluyen los universitarios, señalando algunas de gran riesgo como pasillos, ascensores o comedores.

“Se puede contagiar cualquiera, alguien que vive en una residencia o en su casa”

Santiago. La oportunidad de venir a Galicia y el buen recuerdo que sus familiares guardan de España. Dos incentivos suficientes propiciaron la decisión de Guillermo Corbo: cruzar el charco para cursar el máster de Xornalismo y Comunicación impartido en la Universidad de Santiago.

“Elegí llegar porque mi abuelo era de Vigo y la familia siempre tuvo la idea aunque fuese de venir”, relata el joven uruguayo, quien dejó su ciudad (Montevideo) el pasado mes de septiembre, puesto que el curso en la capital compostelana iba a empezar y debía instalarse previamente.

Cuando vino, la situación con relación al covid-19 dentro del territorio gallego no era tan grave. Aun así ya se estaba pronunciando. En concreto el día 12, fecha exacta de su llegada al país, nuestra comunidad autónoma registró 4.336 casos activos de la enfermedad, frente a los 10.276 que informó ayer el Sergas.

“Me surgió venir a estudiar aquí y la verdad no pensé mucho en el tema del virus”, comenta Guillermo, reconociendo que actualmente su familia está algo preocupada en este sentido: “Conversamos seguido, de hecho hablamos el otro día”.

“Me preguntan cómo está la situación, que me cuide” añade el joven de 27 años, admitiendo que por Uruguay “está bastante controlado” en comparación a Europa. “Allí no hay contagio comunitario todavía, que es lo que pasó aquí”, explica Corbo.

Al principio, el estudiante barajó la posibilidad de alojarse en una residencia universitaria, pero por motivos económicos finalmente prefirió alquilar un piso para él solo.

Antes de ello, también buscó compartir este u otra vivienda con más universitarios, aunque sin éxito, ya que los contratos le exigían firmar todo el ciclo y su novia llegará el próximo mes de febrero.

Tal y como están las cosas, esta elección parece la más acertada. Sin embargo, Guille opina (aun viviendo sin compañía) que “se puede contagiar cualquiera, alguien que vive en la residencia o en su casa”.

“Creo que no pasa por ahí”, manifiesta el uruguayo, evidenciando que el hecho de contraer el virus “va más que nada en como te cuides y las medidas que tomes”.

En su caso, además de seguir a rajatabla las normas que dictan las autoridades sanitarias en espacios públicos y privados, se desinfecta siempre que entra a su nuevo hogar.

“Cuando llego tengo gel hidroalcohólico y me lo paso por las manos” indica el joven, que aun así afirma no ser tan escrupuloso y pasar por alto la limpieza de zapatos o ropa: “La verdad es que no lo hago”.

Pese al empeoramiento de la pandemia en Santiago, Guillermo aún le está sacando algo de partida a su piso (cuyo alquiler mensual ronda los 380 euros más gastos) ya que puede acudir a clase igualmente.

Desde la Rúa dos Feáns, donde está ubicada su morada, acude rutinariamente a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la USC para cursar el máster universitario de Comunicación y Xornalismo.

La decisión de alquilar una vivienda

··· Sara y Blanca sostienen que decidieron alquilar un piso porque eran amigas y las dos iban a estudiar en la UDC, por lo que no pensaron en la opción de ir a una residencia.

··· “En un piso tienes más libertad”, explica Blanca con relación al horario: “Comes a la hora que quieres y aquello que prefieres”. Asimismo, la joven indica que el coste mensual es de 500€ sin facturas.

··· “Al mes cada una debe gastar más o menos 200 euros entre el alquiler y los gastos comunes”, añade Sara por su parte, señalando que después estarían sus “gastos de comida” y otros productos.

··· Además, las estudiantes opinan que en las residencias hay “muchas más comodidades” y “dan las cosas hechas”, mientras que el piso ayuda a “madurar y hacerte mayor”.

··· “Estamos muy a gusto viviendo juntas” manifiestan ambas, afirmando la “suerte” que tienen de que la convivencia sea tan buena en su actual vivienda universitaria: “Hay mucha gente que no la tiene”.

Clases en la Universidade da Coruña: “Se llevan como se puede, algunos profesores ponen más de su parte y otros pasan de ti”

Coruña. Tras su primer año viviendo juntas, Sara Pinto y Blanca Bendaña, dos amigas que estudian derecho y educación primaria respectivamente, manifiestan que la convivencia con relación al covid-19 está resultando llevarse “bastante bien”, algo que vinculan a haber pasado ya la cuarentena del estado de alarma viviendo bajo el mismo techo.

A pesar de la situación actual, Sara tiene todas sus clases presenciales, algo que no ocurre en el caso de Blanca, quien combina estas para la parte práctica y la docencia online en las sesiones teóricas.

“ Se va llevando como se puede la verdad, algunos profesores ponen más de su parte y otros pasan de ti”, indica esta última, destacando que van “adelantadas” a las medidas que las autoridades sanitarias imponen, estando “muy pendientes” de todas las noticias vinculadas al tema.

Cuando llegan a su domicilio, las jóvenes suelen desinfectarse las manos, además de mantenerlo en orden, limpiando y aireando la casa.

“Tener un piso de estudiantes limpio todos los días toda la semana parece complicado o la gente se cree”, reconoce Blanca, explicando la necesidad de tener un ambiente higiénico especialmente en esa situación de pandemia: “Si tienes que pasarte todo el día en casa porque tienes clases online vivir rodeada de basura tampoco ayuda”.

Para Sara, el hecho de que pueda haber menos contagios entre estudiantes en viviendas alquiladas y los que se alojan en residencias “depende bastante” de las circunstancias.

“Si que es verdad que al estar en piso más o menos nos movemos en el mismo círculo de gente y tomamos las medidas al ir a la universidad y cuando estamos con otras personas” admite esta universitaria.

Asimismo, Blanca opina que en este tipo de instalaciones “hay muchos más factores” que no dependen de la conciencia individual de cada uno: “En una residencia no todo el mundo tiene que ser igual de responsable, ni la higiene del establecimiento depende de ti”.

En este sentido, Sara también reconoce que “hay más contacto directo” en estos espacios, ya que además de concentrar grandes cantidades de alumnos, estos “tienen su grupo de amigos fuera” y se relacionan con “gente diferente” aumentando las posibilidades de trasmitir el virus.

Tras el empeoramiento a nivel sanitario provocado por el gran incremento de casos de covid-19 registrados en Galicia, las dos estudiantes confiesan llevar tres semanas intentando salir lo menos posible de su hogar, en comparación con aquellas personas que llevan yendo “a una cafetería todos los días o que no solo salen de casa para coger el transporte público e ir a clase”.

08 nov 2020 / 01:00
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