Comer marisco con plástico

Los residuos del plástico invaden desde hace años nuestra vida y el medio natural en que vivimos, desde la montaña hasta los mares. Se han convertido en uno de los mayores problemas de contaminación que asola el planeta. De hecho, a través de la mayor parte de nuestra alimentación, los llamados microplásticos llegan a nuestro organismo. Es decir, comemos ese desecho sin darnos cuenta y sin pararnos a pensar en las posibles repercusiones que puede tener en nuestra salud.

Los océanos son el mayor vertedero de ese desperdicio. De hecho hay ya islas de plástico flotando en ellos de tamaño gigantesco y en una de ellas cabrían 50 Galicias. Esta circunstancia ha despertado una creciente preocupación entre los científicos por la presencia de microplásticos en el pescado y marisco que se consume habitualmente.

En esta línea, el año pasado, un estudio del Centro Oceanográfico de Vigo encontró microplásticos en mejillones de roca en muestras de toda la ría de Vigo. También un reciente estudio del IEO y el CSIC en Galicia encontró microplásticos en el 94% de los delfines varados en Galicia entre 2005 y 2010. En la Universidad de Vigo, el investigador Ricardo Beiras, del grupo Ecotox, lleva años estudiando este campo y también sensibilizando sobre este grave problema.

PROBLEMA GLOBAL. Un nuevo estudio, publicado en la revista Environmental Science & Technology, evidencia que la presencia de pequeñas partículas plásticas presentes en peces y mariscos es un problema que se registra a nivel mundial. Para tener constancia del mismo basta con ir a un mercado y analizar los productos que se pueden comprar en él.

Eso fue lo que hizo la investigadora portuguesa Francisca Ribeiro, formada en la Universidad de Porto y actualmente en la Universidad Británica de Exeter. Esta científica utilizó una nueva técnica con un muestreo muy simple. Los investigadores compraron ostras, langostinos, calamares, cangrejos y sardinas en un mercado australiano y los analizaron utilizando un método recientemente desarrollado que identifica y mide cinco tipos diferentes de plástico simultáneamente.

El estudio, dirigido por la Universidad de Exeter y la Universidad de Queensland , tras los análisis, encontró niveles de plástico de 0.04 miligramos (mg) por gramo de tejido de calamar, 0.07 mg en langostinos, 0.1 mg en ostras, 0.3 mg en cangrejos y 2,9 mg en sardinas.

“Considerando una porción promedio, un consumidor de mariscos podría estar expuesto a aproximadamente 0,7 mg de plástico cuando ingiera una porción promedio de ostras o calamares, y hasta 30 mg de plástico al comer sardinas, respectivamente”, comentó la autora del informe, Francisca Ribeiro . Cabe señalar que, a modo de comparación, 30 mg es el peso medio de un grano de arroz.

“Nuestros hallazgos muestran que la cantidad de plásticos presentes varía mucho entre especies y difiere entre individuos de la misma especie”, precisó la investigadora lusa . “De las especies analizadas, las sardinas tenían el mayor contenido de plástico, lo cual fue un resultado asombroso “, subrayó.

La coautora, la profesora Tamara Galloway , del Instituto de Sistemas Globales en Exeter, dijo: “No entendemos completamente los riesgos para la salud humana por ingerir plástico, pero este nuevo método hará que sea más fácil de descubrir”.

CINCO TIPOS . Con el nuevo método de esta investigación se pueden identificar en peces y mariscos cinco tipos de plásticos, que se utilizan comúnmente en envases de este material y textiles sintéticos y a menudo se encuentran en la basura marina: poliestireno, polietileno, cloruro de polivinilo, polipropileno y poli (metacrilato de metilo).

Los tejidos comestibles se tratan con productos químicos para disolver los plásticos presentes en las muestras. La solución resultante se analiza mediante una técnica altamente sensible llamada Espectrometría de masas por cromatografía de gases de pirólisis que puede identificar los diferentes tipos de plástico en la muestra al mismo tiempo.

Se encontró cloruro de polivinilo en todas las muestras, mientras que el plástico encontrado en concentraciones más altas fue el polietileno.

Los estudios realizados hasta la fecha muestran que los microplásticos no solo entran en nuestra dieta a partir de los mariscos, sino también del agua embotellada, la sal marina, la cerveza y la miel, así como el polvo que se deposita en nuestras comidas.

El nuevo método de prueba es un paso hacia la definición de los niveles de plásticos microscópicos que pueden considerarse nocivos y la evaluación de los posibles riesgos de ingerir esas partícula plásticas en los alimentos.

Según la revista National Geographic, el ritmo de plásticos que llegan a los océanos del planeta en los últimos años asciende a 9 millones de toneladas anuales , una cifra que da una idea del problema. De no frenar esa progresiva plastificación del medio marino, las consecuencias en nuestra salud serán imprevisibles.