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Comunicación en territorio afgano: con precisión total y también “acento gallego”

La brigada de la Brilat destinada en Afganistán Marta Canitrot reconoce la “gran responsabilidad” de su misión // Primero en Herat, la militar fue para garantizar la seguridad en los comicios del 2005 // Posteriormente a Qala i Now, con la Aspfor XXXII

Esta era la quinta misión que hacía, tras haber viajado tres veces a Bosnia y una cuarta a Irak: “El día que dije que me iba, te das cuenta de qué significa la tristeza en el rostro de una madre”. “Para ellos es más difícil que para nosotros, a veces no llegan a entenderlo, muchas veces tienes que explicarles la situación y que entiendan que es tu trabajo. Es importante que te apoyen para poder afrontarlo. Al final, así lo hicieron, sacando la fuerza de donde no la tenían, fueron positivos y estuvieron a mi lado en todo momento”, resalta Marta Canitrot Márquez, brigada de la Brilat. Entonces le esperaba su siguiente destino. Afganistán.

Allí, la militar estuvo once meses en total, casi cuatro en 2005, entre agosto y noviembre, como parte de un Grupo Táctico que acudió para garantizar la seguridad ante las elecciones que tendrían lugar aquel 18 de septiembre. Volvería en octubre de 2012, con el contingente Aspfor XXXII, hasta completar su misión en marzo de la posterior primavera. Ya en 2013.

Canitrot, experta en transmisiones, tenía como principal encomendación trabajar con los equipos de telecomunicaciones que se encontraban en el denominado Centro de Comunicaciones. El espacio citado sirve como enlace a “todas las patrullas que están realizando sus misiones fuera de la base, con otras bases de la coalición y con nuestras unidades en España”, cuenta sobre esta tarea de gran responsabilidad en la que un pequeño fallo “puede suponer muchos problemas”.

“Es un trabajo que no se ve pero que es muy importante para ejecutar la misión”, indica asimismo, destacando que un error se podría traducir en “no llegar a tiempo a un incidente” o “no poder informar” a los mandos operativos. Las dos veces que estuvo en el territorio afgano prestó la misma labor, siendo la única diferencia su zona de despliegue.

“En la primera misión estuvimos en la localidad de Herat, en una base internacional con más países de la coalición y en la segunda estuve en la ciudad de Qala i Now, en una base ya española”, detalla la militar de la Brigada “Galicia” VII. Lo que más le sorprendió al llegar, además de la pobreza del país, fue la situación de las mujeres: un enorme choque de culturas. Aun sabiendo “que es su forma de vida” es “difícil” comprenderlo desde nuestro punto de vista, comenta la soldado.

La primera vez que abordó en Afganistán tuvo la desgracia de coincidir con el siniestro que se llevó la vida de 17 militares españoles (10 de los cuales eran gallegos). “Sin duda fue mi peor momento”, incide Canitrot, señalando que estaban participando en otra operación cuando les comunicaron que el helicóptero nacional había sufrido un accidente al sur de Herat.

“Ese día fue el peor de mi vida. Es muy duro ese momento allí y muy duro para las familias que están en España; la incertidumbre de cada familia y la necesidad de saber cómo estás”, lamenta la brigada, quien entonces solo deseaba contactar con la suya para decirle que no iba en aquella aeronave. “Fue muy duro, es un recuerdo que no puedes olvidar”, sentencia.

Dos aspectos fundamentales
Rutina y nueva familia

··· Las relaciones que nacen en tierra hostil y la rutina, necesaria para eludir la monotonía dispar del conflicto bélico, son claves para sobrellevar la guerra.

··· “Cada día se vive diferente”, cuenta Canitrot, por lo que marcar “una rutina diaria” es fundamental pues son muchos meses, aunque “a veces las circunstancias del momento lo cambian todo”. En este periodo se crea “un vínculo” con los nuevos convivientes: “Compartes inquietudes, preocupaciones, risas e ilusiones, la convivencia es importante. Al final con la gente que tienes más feeling se vuelve tu segunda familia”.

La vuelta
Dispuesta y preparada

Sin dudar volvería la militar al campo de batalla. “Trabajo y disfruto mucho haciéndolo a pesar de que ahora soy madre y la vida me ha cambiado, pero siempre estaré dispuesta y preparada para la misión que se nos encomiende afrontar”.

Sensación de misión cumplida una vez se subió en el avión de vuelta a Galicia, aunque los días antes costaron: “No duermes bien, piensas muchas cosas y visualizas como será tu llegada al aeropuerto, qué será lo primero que harás”.

El compañerismo: clave durante los peores instantes
Víctor Alvarellos, quien estuvo cinco meses en tierra hostil, detalla sus “mejores momentos”

Estando al mando de una sección compuesta por 30 soldados, formando parte del Batallón de Maniobra (Task Force Badghis) de la Aspfor XXVII, Víctor Alvarellos Sarabia, entonces teniente y actualmente comandante de la Brigada “Galicia” VII, llegó a Afganistán en noviembre del ya lejano 2010. “Fueron cinco meses muy intensos y exigentes”, remarca el militar, que volvió a la comunidad gallega en abril del 2011. Por el camino, quedaron numerosos recuerdos con todos sus “camaradas” de Ludina. El apoyo mutuo. Hasta en tierra de sangre, “mejores momentos hay muchos”: tienen como común denominador el compañerismo.

Al saber su familia que se marchaba, la reacción fue de auténtico miedo. Con razón. Era una de las zonas más conflictivas del mundo. Una vez son conscientes, afirma Alvarellos, entienden que “somos soldados”. “Nuestro labor es estar ahí”, resalta, señalando que inevitablemente “lo acaban asumiendo”. “Cabe destacar”, dice, que incluso “lo pasan peor que nosotros”. Aunque la incertidumbre no mate, duele como los proyectiles. Quema como el napalm.

Dejando su país para mejorar otro, abordó en una pista de Qala i Now. Nada más bajar del avión le impactó su escenario, caracterizado desafortunadamente por la pobreza que se esconde, como tantas sonrisas en burkas, entre calles e inmuebles que yacían críticos. No había sensación de protección alguna. Con el tiempo, la situación de los niños afganos todavía le impresionó más. “Sin apenas ropa ni calzado, vivían en un entorno con unas condiciones climatológicas hostiles”, cuenta.

Preguntado por el peor instante que afrontó, no hay dudas. Fue durante una misión de reconocimiento en las proximidades de Ludina, donde su sección de infantería, que se integraba en la 3ªCía (Pelayo) del Batallón de Maniobra, tenía como objetivo garantizar la libertad de movimiento e incrementar su seguridad.

Aquella vez, “un compañero fue herido en un hombro en una emboscada”, explica. No obstante, un pequeño que estaba en esas inmediaciones se llevó lo peor. Fallecía en el acto “por disparos de los talibanes” a sus vehículos.

RESILIENCIA. “El mejor adjetivo para definir a la población afgana es ‘resiliencia’, como ya he dicho el entorno es totalmente hostil y a pesar de ello siguen con su estilo de vida, sobreponiéndose a todas las adversidades”, subraya Alvarellos. La estadía en el territorio “además de enriquecerme profesionalmente, lo hizo culturalmente”, indica, puesto que conoció unas “tradiciones” y “costumbres muy diferentes a las nuestras”.

Todo ello, mientras permaneció esos cinco meses prácticamente “desplegado” en el Command Out Post Bernardo de Gálvez (BdG) en aquella localidad Badghis. “Allí los principales cometidos eran la seguridad a la propia COP”, explica el comandante. A ello se sumaban diversos “reconocimientos de itinerarios” o la “escolta de convoyes”.

Por otro lado, “las misiones que se hacían en el exterior de la COP” que “en la mayor parte de las ocasiones se realizaban con Unidades de entidad Pelotón del Ejército nacional Afgano (ANA) para que obtuviesen una mayor visibilidad ante la población afgana”, asegura el militar.

MEJORES MOMENTOS. “No existía una rutina en Afganistán; había misiones distintas todos los días, aunque en muchas ocasiones trataba de repetir actos beneficiosos para el cuerpo y la mente de manera diaria”, admite Alvarellos, quien siempre que podía intentaba hacer deporte, leer libros o ver alguna serie. Pero, sobre todo, pasar tiempo disfrutando de su equipo.

Interactuando con sus 30 soldados, buscaba identificar si alguno “estaba pasando por alguna mala situación” pues sin duda, afirma, “lo que más puede afectar al personal desplegado, es lo que pasa a sus familias”. “Mejores momentos hay muchos, y su común denominador es el compañerismo”, apunta también.

Por el mencionado motivo, “una cena, alguna partida de cartas y la comprensión en los malos momentos” se consagraron como pilares fundamentales en su vida. Entonces, “mi familia eran aquellos con los que compartía mi día a día”, confiesa Víctor.

Además, resalta que “aunque es difícil de entender fuera del ámbito militar” volvería a Afganistán o a donde sea preciso. “Es mi trabajo y vocación”, comenta Alvarellos, indicando que “la seguridad y el bienestar de España y de sus ciudadanos se gestan y determinan dentro y también fuera de nuestras fronteras”.

¿Cómo hablar con los familiares en guerra?
El amor “rebota” entre miles de kilómetros con las nuevas tecnologías

Santiago. Que el apoyo familiar es básico, más que necesario en tiempos de guerra, es un hecho evidente que han ratificado tanto Canitrot, como el comandante Víctor Alvarellos y el teniente coronel Roberto Domínguez. Desde Ourense (en el caso de los dos primeros) y Vigo (para el último) llegaba un amor que rebotaba en Afganistán y partía nuevamente hacia Galicia.

En este sentido, los tres militares de la Brilat explican que la lejanía se ha hecho menos eterna y más próxima con el desarrollo tecnológico. “Cuando hice mi primera misión en el extranjero, en el año 2000, teníamos cinco minutos cada dos/tres días para poder llamar por teléfono a la familia”, indica Domínguez, destacando que actualmente hay cabinas de teléfono, puestos de ordenadores “a modo de locutorio” con acceso a internet en las zonas comunes de las bases y hasta WIFI en los espacios donde se alojan.

“Ahora no tenemos problema para comunicarnos con nuestros familiares”, resalta asimismo. A ello, Alvarellos suma que eso “hace más fácil ese duro día a día”, mientras Canitrot remarca que “la posibilidad de tener videollamadas o el WhatsApp hacen que la misión se vea de otra manera, sobre todo para la familia que se queda en España”.

10 may 2021 / 01:00
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