De Sousa admite errores pero no cometer delitos

Emocionado y hasta nervioso. El expresidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa-Faro, aprovechó este martes el derecho a emitir la última palabra ante la sala segunda de la Audiencia Nacional que le juzga, conjuntamente con la cúpula de la pesquera, por ocho delitos por los que le piden 28 años de prisión, para argumentar que en los 32 años que permaneció al frente de la pesquera “habré cometido errores” pero “todos buscando el beneficio de la empresa”. Apostilló que “no hemos cometido ningún tipo de delito”.

En el alegato, que se prolongó durante cerca de 35 minutos, insistió en defender que en el proceso “he dicho la verdad” y que sus tres décadas de gestión al frente de la empresa estuvieron “llenas de errores y de aciertos”. Alegó que no supo prever las circunstancias de la crisis financiera, la bancaria y la internacional, así como la desaparición de las cajas de ahorro y a un accionariado que “debilitó” a la empresa de forma significativa en referencia a la Corporación Damm y Luxempart.

Explicó que si estos dos accionistas en abril de 2012 no hubieran rechazado una oferta de 840 millones de euros presentada por unos inversores para hacerse con el 49% del negocio de la acuicultura “hoy no estaríamos aquí”. Dolido por que vio frustrado su objetivo por la falta de experiencia en el negocio de los dos inversores, apuntó “¡ojalá las cajas de ahorro gallegas no hubieran vendido!”, por estar convencido de que le hubieran apoyado en la espera de la venta del salmón de Chile que finalmente hizo saltar todo.

El expresidente, rechazando que generara un daño con su gestión, afirmó que los negocios de Pescanova siguen con Nueva Pescanova, con más de 10.000 empleados y que la marca fue la que mas creció en España en 2019, “por lo que sigue generando empleo y riqueza en España y en muchos otros países” de distintos continentes.

Convencido de que si no hubiera sido por la crisis de 2008 a 2012 y la desaparición de las cajas de ahorro gallegas, no se habría entrado en concurso, Fernández de Sousa, arremetió contra la auditora BDO. Aseguró que, en contra de la tesis de ésta, todo “estaba contabilizado en los balances, en la contabilidad, y que, en todo caso, la responsabilidad de supervisión era de la auditora, así como de la CNMV, cuyo control sobre el trabajo de BDO “desgraciadamente, también falló”. Argumentó que “si todo estaba en la contabilidad, pero luego fallaba el reflejo en el resultado del ejercicio, no ha habido ocultación a los auditores y ellos eran los responsables de verificar”.

Para el expresidente de Pescanova es muy relevante la “destrucción” de los papeles de su trabajo de la auditora, “asustada por la situación”, ya que aseguró que se trató de “una destrucción de prueba en pleno proceso judicial”. Defendió que si se hubiera dispuesto de esta documentación “se habría comprobado, sin lugar a dudas, que BDO revisó los aspectos de la contabilidad que ahora se cuestionan” y de los que “se intenta culpar injustamente a los trabajadores de Pescanova”.

Fernández de Sousa-Faro defendió que el administrador concursal, “siguiendo las instrucciones de BDO”, no dio una “imagen fiel” del valor de la empresa y procedió a “achatarrar” los activos de Pescanova, que después han recuperado su valoración con Nueva Pescanova.

El expresidente quiso dejar constancia que la empresa que dejó “valía mucho mas” de lo que se reflejó en las cuentas y que los nuevos propietarios no han sufrido el “perjuicio” que han denunciado. Afirmó que la valoración cero de la marca, derechos de pesca y acuicultura “se aparta de la imagen fiel que ha de prevalecer sobre la norma” y que se aplicó “exageradamente” el principio de incertudumbre lesionando los intereses de los accionistas.