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barbarie. El pasado jueves se escenificaba la destrucción de armas intervenidas a terroristas en España // Sorprende que la primera y las dos últimas víctimas desde 1968 eran de nuestra comunidad // ETA mató a 70, el Grapo a diez, los yihadistas asesinaron a 7 y el EGPGC a 2 Texto: Antonio P. Fidalgo

El terrorismo segó la vida de 89 gallegos en medio siglo de tiranía

En un acto sin precedentes en Europa, el presidente Pedro Sánchez escenificó esta misma semana la destrucción de armas intervenidas en operaciones antiterroristas: quería visibilizar el fin de una barbarie. Será el 21 de abril cuando se cumplan dos años del fallecimiento de los jóvenes Alberto Chaves y María González Vicente, de Pontecesures, en un atentado yihadista cuando se encontraban en un hotel de Sri Lanka. Estos dos gallegos son los últimos de los 1.234 españoles (según datos de la Asociación Víctimas del Terrorismo) asesinados desde que el 7 de julio de 1968 ETA empezó su macabra andadura asesina en nuestro país acabando con la vida, precisamente, de otro joven gallego: el guardia civil José Antonio Pardines Arcay.

A lo largo de este algo más de medio siglo trágico fueron 89 las personas asesinadas por terroristas vinculadas a nuestra comunidad. De ellas, la mayor cifra, 70, llevaban el sello de la banda terrorista ETA, diez perdieron la vida en acciones cometidas por miembros del GRAPO, siete en atentados yihadistas (aunque podrían ser diez más si algún día se confirman las sospechas de que un helicóptero caída en Herat-Afganistan, fue derribado por los talibanes) y los dos últimos corresponderían a sendos atentados del Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive: el ataque a una pareja de guardias civiles en Irixoa, donde falleció Benedicto García Ruzo el 2 de febrero de 1989, y el atentado en la discoteca Clangor, en el que perdió la vida la joven estudiante de Vigo, Mercedes Domínguez Rodríguez, junto a los presuntos guerrilheiros Ignacio Villar Regueiro y Dolores Castro Lama, que colocaron la bomba y, por tanto, no figuran en la relación de víctimas. Aunque ETA acabó con la vida del mayor número de personas y a pesar de que lo intentó en varias ocasiones, nunca consumó una acción mortal en nuestra comunidad. Las doce víctimas mortales en acciones que tuvieron lugar en Galicia fueron las dos citadas del EGPGC y la decena del Grapo repartidas entre Santiago (2), A Coruña (3) y Vigo (3).

La primera de las acciones tuvo lugar una década después del bautizo de sangre de ETA. Ocurrió el 13 de junio de 1978 cuando tres miembros del Grapo secuestraron en Vigo a Juan Ángel Santos Sánchez, joven estudiante del que sospechaban que era confidente. Lo llevaron al monte de A Madroa y tras interrogarle le mataron con varios disparos en la cabeza.

Apenas dos meses después el mismo grupo atentó en Santiago. Lo hizo en la praza de abastos contra un guardiacivil, Santiago Manuel Vázquez Cacharrón, que se encontraba en ese momento hablando con una hermana que regentaba una carnicería; dos jóvenes acabaron con su vida acribillándolo.

La siguiente acción ocurrió el 9 de abril de 1979 en Vigo y fue la más macabra de las acciones del Grapo: asesinaron a bocajarro a un empleado de Vulcano, Olegario Collazo Melón, cuyo único delito era que se parecía a un policía. La banda tuvo que reconocer su error pero nadie le devolvió la vida al trabajador. No fue hasta el 20 de noviembre de 1980 cuando volvió a producirse otra cobarde acción. Era el quinto aniversario de la muerte del dictador cuando, a primera hora de la mañana, el agente Ricardo López Castiñeira salía de su casa en el barrio de Agra del Orzán en A Coruña con destino a su trabajo. Justo cuando se disponía a coger su coche dos jóvenes terroristas se le acercaron y le dispararon en la sien: falleció poco después.

El 27 de mayo de 1988 tres terrorista del Grapo entraron en la casa del empresario Claudio San Martín Pérez en A Coruña y le mataron delante de su esposa mientras que el 10 de marzo de 1989 regresaban a Santiago para asesinar a dos guardiaciviles que estaban en la sucursal del Banco de España: Pedro Cabezas González y Constantino Limia Nogueras. Cinco sujetos irrumpieron en el edificio disparando contra ellos, fallecieron en el acto.

La última acción del Grapo en Galicia, considerada como un acto meramente delictivo, se desarrolló el 8 de mayo de 2000 y consistió en el asalto a un furgón blindado de la empresa Prosegur para hacerse con el dinero que llevaba. Se dirigía hacia la plaza de España cuando, a plena luz del día, los terroristas hicieron estallar una bomba a su paso. En plena calle la plana mayor de la banda (Fernando Silva Sande, Israel Torralba Blanco, Marcos Martín Ponce, Manuel Pérez –el camarada Arenas–, Mónica Refojos, Esther González y José Luis Elipe) empezaron a disparar contra los vigilantes jurados cuando salían el camión blindado. Murieron, sin apenas poder defenderse, Gonzalo Torres Lage y Jesús Sobral Otero, y solo se salvó el tercer ocupante que quedó tras una puerta blindada. Los terroristas se llevaron las sacas con el dinero y desde entonces no volvió a consumarse ninguna otra acción terrorista en la comunidad.

TERRORISMO INTERNACIONAL. Siete fueron los gallegos víctimas de la barbarie del yihadismo del Daesh, aunque hay que volver a insistir que son muchos en el Ejército español que sospechan que el helicóptero en el que fallecieron 17 soldados de la Brilat (10 gallegos) en Afganistán fue derribado por los talibanes. En ese país fueron asesinados en atentados la soldado Idoia Rodríguez Buján, el 21 de febrero de 2007, Rubén Alonso Ríos, el 9 de noviembre de 2008, y Abraham Leoncio Bravo Picallo, el 25 de agosto de 2010.

Los cuatro restantes eran civiles, la betanceira Aysha Frade, fue abatida el 23 de marzo de 2017, en el atentado de Westminster; el ferrolano Ignacio Echevarría Miralles murió en Londres el 3 de junio de 2017, y una bomba acabó con la joven pareja de Pontecesures Alberto Chaves y María González, en Sri Lanka. Las últimas víctimas inocentes en una lista que nunca máis debería volver a abrirse.

NOMBRES PROPIOS
Veinticuatro militares fallecidos en misiones internacionales de paz

1 José Humberto Fouz Escudero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga. Eran tres jóvenes trabajadores gallegos que habían emigrado a Irún. El 24 de marzo de 1973 cruzaron la frontera de Francia para ver El último tango en París y desaparecieron. Asesinos de ETA les confundieron con policías en un bar y, tras secuestrarlos y torturarlos, les mataron e hicieron desaparecer sus cuerpos. Aún hoy no se sabe dónde fueron enterrados.

2 Miguel Ángel Blanco. Otro joven emigrante gallego, concejal del PP en Ermua, que fue secuestrado por ETA el 10 de julio de 1997. La banda exigió al Gobierno de España el acercamiento de presos y una serie de condiciones más. El chantaje no fue aceptado y dos días después fue ejecutado con un tiro en la cabeza. Sobrevivió unas horas pero falleció en la madrugada del 13. Su muerte provocó las mayores movilizaciones contra ETA y se convirtió en el principio del fin de la banda.

3 José Antonio Pardines Arcay. Otro joven gallego, agente de la Guardia Civil de Tráfico que fue destinado en Euskadi. Natural de Malpica, hijo y nieto de guardiaciviles, había pedido el cambio de destino a Asturias pero su relación con una joven le llevó a desechar esa idea y continúo. El 7 de junio de 1968 fue tiroteado en un control y se convirtió en la primera víctima de ETA.

4 Guillermo Quintana Lacaci. Era un militar nacido en Ferrol que jugó un papel decisivo para frenar la intentona golpista del 23-F, llegando a encerrar a algunos de los militares sublevados de alto rango para que no se sumaran a la asonada e impidió, como estaba previsto, que la Acorazada Brunete tomara Madrid. Era capitán general de la 1.ª región cuando el 29 de enero de 1984 fue cobardemente asesinado por dos terroristas de ETA, quienes le dispararon una veintena de veces por la espalda. Regresaba a casa andando con su mujer y sin escolta.

5 María Emilia Eyre Diéguez, María Paz Diéguez Fernández y Matilde Martínez Domínguez. Tres mujeres gallegas que figuran en la larga lista de víctimas del salvaje atentado de ETA en Hipercor de Barcelona. Las dos primeras eran amas de casas y el hijo de María Emilia se salvó ya que abandonó el local minutos antes de la explosión. Matilde era la capitana del equipo de fútbol F.F. Cataluña.

07 mar 2021 / 01:00
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