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Feijóo, el experto sanitario que busca la Moncloa a lomos del caballo judicial

Mientras Casado se estrelló contra la gestión de la pandemia, el presidente del PP nacional aparcó su especialidad para saltar al corcel en el que Sánchez cojea con la sedición y la ley del ‘Sólo sí es sí’

Del “Galicia, Galicia, Galicia” al “España, España, España”. El discurso de Alberto Núñez Feijóo experimentó en este año una drástica transformación en su línea de exposición pública –que no ideológica–, en paralelo a la distancia también recorrida desde la Presidencia de la Xunta al liderazgo del Partido Popular nacional. Del despacho de San Caetano al de Génova, Feijóo se fue desprendiendo por el camino de sus referencias más locales para ir ganando peso en asuntos de transcendencia estatal. Nunca fue un dirigente con la cabeza metida debajo del ala de su comunidad autónoma, pero una cosa es opinar de refilón desde el Noroeste y otra hacerlo desde la jefatura de la oposición. De él, la derecha espera la palabra perfecta sobre cualquier cuestión, siempre en la dirección de poder tumbar a Pedro Sánchez. Antes, desde Santiago, ya lo hacía por devoción, pero ahora desde el centro de Madrid, por obligación. Y, en este momento, de ese amplio abanico de temas que no tiene más remedio que tocar, el presidente popular parece haber encontrado la tecla adecuada para frenar su ligera caída en las encuestas experimentada en las últimas semanas, aquella que remite a los asuntos de carácter judicial donde el Gobierno empieza a naufragar.

Feijóo cayó de pie en la capital de España, donde la derecha tenía tanta falta de un líder que la ilusionara con la posibilidad real de derrotar a Sánchez que nada más llegar lo propulsó a la torre más alta del edificio demoscópico. Luego, cuando el presidente del Ejecutivo lo enfrentó en el Senado y el PSOE puso a su equipo a trabajar a toda máquina para desacreditar su solvencia personal, el ex de la Xunta se precipitó por la fachada y apenas pudo agarrarse, para salvarse de estrellarse contra el suelo, al acuerdo de la renovación del poder judicial, como un Harold Lloyd colgado en las agujas del reloj en El hombre mosca. Con el vértigo de perderlo todo en una imprevista caída, la aguja que lo sujetaba se rompió de repente con la intervención de Ayuso para impedir lo pactado con el ministro Bolaños sobre el CGPJ y Feijóo se volvió a sentir volando, ventanas abajo y sin freno, hasta que el Ejecutivo de coalición, que a veces parece una ONG para los intereses conservadores, apareció de golpe tendiéndole sobre la dura acera varios colchones cosidos con la retirada de la sedición del Código Penal y el desaguisado de la ley del “Solo sí es sí”. El licenciado en Derecho nacido en Os Peares, el Kennedy español, como le llamó hace años Ana Pastor, pudo de esta manera esquivar un buen porrazo y renacer en un Madrid políticamente más confuso cada día que pasa, para iniciar su recuperación escalando de nuevo por el inmueble de los sondeos, pese a los denodados esfuerzos del CIS de Tezanos para disimular sus avances en vertical.

El actual líder del PP siempre presumió de su experiencia en la gestión sanitaria, ámbito en el que se introdujo y se especializó con los equipos del Romay Beccaría primero conselleiro de Sanidade con Fraga y después ministro de la misma materia con Aznar. En Galicia repitió muchas veces esta carta de autopresentación y en Madrid se estrenó en un programa televisivo confesándole a Bertín Osborne que no existe político de quien más te puedas fiar que de aquel que demuestra conocer la gestión de la Sanidad. Sin embargo, en su viaje a la capital dejó de alardear de su supuesta habilidad con los servicios sanitarios, tal vez porque vio como su antecesor, Pablo Casado, se la pegó bien pegada tratando de desacreditar el manejo de la pandemia que realizó el filósofo Salvador Illa, e intentó zurrarle a Sánchez sirviéndose de todos los palos menos de ese.

Feijóo, que deambuló entre diversas materias que la actualidad política le fue poniendo sobre la mesa para buscar los golpes más certeros en su faceta de bateador titular de la oposición, se encontró ahora de pronto con una realidad que recuerda a Rajoy: lo mejor es que sean tus enemigos quienes te sirvan las pelotas en bandeja.

Con la reforma de la sedición al estilo republicano y el ‘Solo sí es sí’ en el alambre, el Gobierno hace prácticas de haraquiri. Sean actuaciones adecuadas o no, crean tensión y alarma. Y aunque esta trepidante legislatura nació sanitaria con los jinetes Illa y Fernando Simón en cabeza, Feijóo cambia a la montura judicial para cabalgar en pos de la única meta que ahora mismo le importa: “Moncloa, Moncloa, Moncloa”.

20 nov 2022 / 01:00
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