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Más de 13.200 alumnos se examinan en Galicia de las pruebas de la ABAU // Historia de España, con
la dictadura y las desamortizaciones, dieron el pistoletazo de salida // Los protocolos y medidas de seguridad contra el coronavirus volvieron a estar presentes por segundo año consecutivo TEXTO Íñigo Caínzos

Franco protagoniza la selectividad

La ‘selectividad de la pandemia’ con la que el año pasado se bautizó a las pruebas de acceso a la Universidad ya tiene su hermana pequeña. Por segundo año, el coronavirus ha vuelto a estar presente, y las medidas de prevención marcaron el primero de los tres días en los que 13.200 estudiantes en toda Galicia se juegan una parte importante de su futuro.

Son días de tensión. Un puñado de exámenes que separan a los jóvenes de sus sueños. Futuros médicos, periodistas, economistas o ingenieros pasan por las aulas de todo el Sistema Universitario de Galicia, buscando finiquitar con buena nota su etapa escolar antes de recorrer los próximos pasos en su vida.

Antes de las nueve de la mañana, con el sol luchando con las primeras nubes y empezando a calentar, los nervios a las puertas de todas las facultades eran patentes. Aún restaba una larga hora de instrucciones y protocolos antes de tener en la mesa el primer examen.

Historia de España, ni más ni menos. No se puede empezar con otra materia un periodo histórico como el que estamos viviendo. Aunque el coronavirus se apartase para dar protagonismo a otros temas. Por un lado, la reforma agraria liberal, a partir de un par de textos sobre las desamortizaciones de Mendizábal (1836) y Madoz (1855). Para el otro tema no había que mirar tan atrás. De hecho, sigue de candente actualidad con ciertas reminiscencias: el franquismo permitió lucir a muchos de los estudiantes que habían apostado por este periodo histórico.

Uno de ellos es Javier Carreira. “Me cayó lo que quería”, admite satisfecho, mientras que conversa con compañeros. Salió con la mano “deshuesada”, después de haber rellenado siete carillas sobre un tema que llevaba al dedillo. Los nervios los dejó en casa. “No me hace falta la selectividad, pero la hago para tenerla por si acaso”. Su horizonte está en el cielo. Su sueño es ser auxiliar de vuelo. El único pero, los protocolos: “Me resulta bastante incómodo hacer un examen con mascarilla”.

Las mascarillas siguen siendo una molestia un año después, aunque para la mayoría ya forma parte del día a día. “Ahora es lo más normal, vamos todo el rato con mascarilla, estábamos bastante separados. Llevamos todo el curso así, la vida ya es con la mascarilla, pero ya estamos acostumbrados”. Habla Lidia Cores. Una joven con desparpajo. No se cierra a nada, pero si todo va bien, estudiará Publicidad y Relaciones Públicas. En la primera pausa de la mañana estaba contenta: “Al principio estás nerviosa, pero vas cogiendo confianza y va mejor”. Solo tiene una queja, con respecto a la formación recibida, al menos en Historia, y es que “muchas veces se comete el error de querer dar toda la materia no especificándote los contenidos que entran”.

La pausa entre el examen de Historia y el de Lengua Española y Literatura sirvió para tomar aire, relajarse y bromear con los amigos. Los corrillos de compañeros llenaron la plazoleta situada a las puertas de la Facultade de Empresariais de Santiago. Hubo quien prefirió aprovechar para desplegar los apuntes y apurar la media hora de descanso antes del segundo examen. Otros, en cambio, apostaron por reponer fuerzas a media mañana o ‘desconectar’ buceando en sus redes sociales.

Lara López, una joven que aspira a estudiar Psicología, es de las que prefiere un rato de charla con sus amigas. Hay que recuperar el tiempo que el coronavirus ha robado. El curso ha sido duro. “Claro que ha influido durante el curso, porque no se podía salir de casa, no se podía quedar... es un año duro y necesitas desconectar y estar con los amigos”. A su lado, su amiga Carla Blanco, con los nervios superados, espeta que “es un examen más”. “Al final bien, entras con nervios, los tienes los minutos antes... Estábamos queriendo que nos entreguen ya el examen, todos los demás nos daba igual”.

Entre los alumnos que salían más satisfechos, Alan Álvarez, pupilo del Xelmírez II, que tiene entre ceja y ceja estudiar Políticas. “Ao final é un partido, entrenas todo o curso para este día”, apuntó. Y destacó un elemento ‘positivo’ en medio de tantas restricciones: “Igual foi mellor académicamente porque non houbo actividades de lecer e podías centrarte nos estudos”.

Adrián Rubines y Daniel Vilariño persiguen la misma meta: una plaza en Enxeñaría Informática. Los dos sortearon con satisfacción los primeros envites. También Mateo Mariño, que jugaba en la que aspira a que sea su futura casa. Le llama mucho la Economía. Y los primeros pasos, cree que los dio bien.

Entre franquismo, el análisis de la novela española en las tres décadas posteriores a la Guerra Civil y el Modernosmo transcurrió la mañana, antes de dar paso a la primera remesa de optativas.

08 jun 2021 / 14:09
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