¿Funcionan bien técnicas como la destructoterapia?

Todos alguna vez hemos roto un vaso, plato e incluso un teléfono móvil, aunque seguramente fuese de forma accidental. ¿Quién lo haría aposta? Para esa pregunta tiene respuesta la destructoterapia. La técnica, controvertida y convertida en actividad grupal, era solicitada por diferentes empresas de Galicia. No obstante, fuera de la diversión e incluso la liberación del estrés que pudiese producir, no se recomienda para encontrar el bienestar a largo plazo, menos si cabe en aquellas personas con problemas emocionales.

Desde StopStress Group, la única promotora de la “destructo” en Galicia, presente en Verín (Ourense) de 2007 a 2009, su dueño y fundador Jorge Arribas recuerda que se desplazaban a diversas urbes (especialmente en A Coruña y Santiago) donde ofrecían sus servicios a distintas compañías que buscaban “mejorar los equipos”, “aumentar ventas” o incluso “fusionar dos grupos”.

“En el 90% de las veces siempre ha sido con unos objetivos a conseguir con las empresas”, cuenta, sobre el propósito de esas actividades que organizaban, consistentes en romper de forma voluntaria diferentes objetos. Desde reventar vajillas y ordenadores, hasta destrozar un coche con la música de una “banda de rock” sonando de fondo, normalmente las empresas gallegas les llamaban para encargar que les habilitasen un espacio para dicho fin: en ocasiones sus oficinas. “A veces lo hacíamos en una sala de reuniones o incluso en el parking”, apunta Arribas.

Con estas sesiones, cuyo precio ascendía los 100 euros y dependía sobre todo de las cosas que se rompiesen y múltiples pluses, también ofrecían la posibilidad de elaborar informes para las propias compañías en los que analizaban las debilidades y fortalezas de los equipos que realizaban esta actividad, con el objetivo de informar a las mismas de los fallos que habían encontrado en la conducta o la comunicación de sus empleados mientras participaban en la destructoterapia.

Asimismo, estableciendo una serie de normas en el desarrollo de la actividad para garantizar la seguridad, StopStress, que ahora opera en Madrid y Soria, se encargaba de recoger las “víctimas” (los artefactos que se habían roto), muchas de ellas inservibles de antemano, para llevarlas después hasta un punto limpio. En este sentido, Arribas deja claro que en los eventos no se trataba de “coger un mazo” y “destrozar todos los coches de la calle” o “hacer un acto vandálico”.

plano PSICOLÓGICO. Sin duda alguna, la “destructo” es una buena técnica para liberar el estrés, pero de forma momentánea. Así lo remarca la psicóloga gallega Emma Blanco, quien apunta que la idea surgió en Japón, allá por el 2005, y evidencia que “muchas empresas la ofrecen en las grandes ciudades para fomentar la cohesión del equipo”, como en el caso de la anterior compañía.

En la actualidad, al echar un vistazo en los principales buscadores, puede comprobarse que ninguna de ellas opera en la comunidad, si bien es cierto que determinados profesionales particulares la realizan o han realizado en algunas de sus múltiples sesiones. Es el caso de Blanco, también risoterapeuta y orientadora educativa, quien participó en el programa Somos Ben Curiosos de la TVG (en 2015), donde organizó una prueba de destructoterapia.

De aquella, la especialista le pidió a los participantes que llevaran esos objetos que más rabia les producían o que más les “estresaban” en su día a día, con el objetivo de destruirlos. Así pues, recuerda, un jubilado llevó un despertador (harto de la rutina y el despertar de las mañanas) mientras otro voluntario llevó un ordenador, puesto que con ese dispositivo trabajaba diariamente.

“La propia destructoterapia requiere un esfuerzo físico donde el objetivo último es, en grupo, pasárselo bien y liberar las tensiones ¿Que ocurre, sobre todo con mazos, cuando destruyes un coche? Que estás liberando químicamente sustancias como las endorfinas, que generan bienestar al cerebro, y la adrenalina, que lo que hace es movilizar el cuerpo. Lo activa”, explica la profesional.

Sin embargo, manifiesta que dicha actividad (la cual compara con tirarse en paracaídas o incluso jugar al paintball) no deben realizarla las personas que tengan “un problema de estrés continuado”, pues esta técnica no está indicada para creer que “va a ser la solución” sino “una actividad momentánea circunscrita a un grupo y evento determinado”.

“Hablamos de alguien que está mal emocionalmente, creyendo que solo gestionando con actos violentos se consigue el bienestar. Ese es el error. Por eso hay que dejarle claro a la gente que esta actividad está enmarcada como una diversión y una forma puntual de liberar estrés, pero si alguien tiene problemas emocionales debería acudir a otro tipo de terapia”, añade la psicóloga.

OTROS TALLERES. Blanco se centra fundamentalmente en la risoterapia, admitiendo ser la que inició dicha disciplina en la comunidad gallega. “Llevo desde hace 20 años impartiendo talleres de risoterapia a todo tipo de colectivos”, apunta, señalando que a medida que ha impartido estos cursos siempre intentó introducir cosas que le gustaban. Una de esas cosas fue una sesión de destructoterapia.

Pero hay más. Y es que la gallega también ha impartido talleres de abrazoterapia, inundando con abrazos las calles de Boiro ; luchas de merengue en la playa; o actividades como “el grito”, en la que un grupo de participantes debía pronunciar con todas sus fuerzas aquellas acciones, nombres o hechos que les molestasen. Todos al mismo tiempo.

Otra de ellas fue montar una diana en la que figuraban distintos personajes de la política, aquellos que a los involucrados en la terapia les generaban estrés, con la idea de lanzarles dardos. Esta atrevida técnica, que nació en los Estados Unidos, comenta, empleaba en este caso la fotografía de los jefes.