Galicia, tierra de pescadores: posee la mitad de los buques de España

Galicia siempre ha sido tierra de pescadores. Ni que decir tiene que gran parte de los pueblos que se encuentran en el litoral tienen tradición marítima, y que en nuestras aguas han perecido gran cantidad de náufragos, quedando en la actualidad cientos de pecios en los fondos. El de pescador es un oficio que a día de hoy se está perdiendo, por falta de relevo generacional, pero que la comunidad gallega tiene la suerte de saber mantener en el tiempo.

El sector de la pesca está considerado esencial y estratégico por el Gobierno dentro de la cadena alimentaria y, a pesar de las inclemencias de la pandemia, logró mantener su actividad, en duras condiciones: garantizando la salud de los tripulantes, asegurando los relevos en terceros países, cerrando determinados canales de comercialización y algunos mercados internacionales... Toda una odisea de la que el sector ha sabido salir con matrícula de honor.

Tanto es así que el valor total de producción en 2020 ascendió a 2.043 millones de euros, lo que supuso un crecimiento de casi un 10 % con respecto a los 1.840 millones de euros de 2019 (año prepandemia). Y, aunque las capturas han descendido levemente, España ha crecido en valor y tanto las importaciones como las exportaciones se recuperaron en 2021, también motivadas por el incremento del consumo de productos de la pesca por parte de los hogares españoles.

Y gran parte de esos resultados son gracias a la actividad gallega, podría decirse que prácticamente la mitad. Y es que Galicia acumula casi la mitad de los buques de pesca españoles. Los últimos datos del informe de la Confederación Española de Pesca (Cepesca), correspondientes al ejercicio 2020-2021, evidencian que en España hay 8.732 buques dedicados a la pesca (cifra que bajó ligeramente con respecto a antes de la pandemia, cuando eran 8.972). De ellos, 4.276 ondean la bandera gallega (el 49 %) –antes de la pandemia, en 2019, eran 4.357–. Para hacerse a una idea de lo que esto significa, cabe destacar que la segunda comunidad con más buques de pesca del Estado es Andalucía, y muy por detrás, con 1.423; seguida de Canarias (751), Cataluña (650), Valencia (535) y Baleares (313).

La mayoría de esos 4.276 buques gallegos se dedican a las artes menores en el mar Cantábrico, un total de 3.799 (el 89 %). Como es compresible, solo tres comunidades más se dedican a este tipo de actividad, las tres regadas por el mar Cantábrico, pero en mucha menor medida: Asturias (201 buques), Cantabria (77) y País Vasco (73). En segundo lugar, los buques gallegos más numerosos se dedican al cerco en el Cantábrico, aunque solo son 149 –en Cantabria, 33; en el País Vasco, 59; y en Asturias, seis–. Y en tercer lugar, la actividad más habitual es el cerco unificado de palangre de superficie, con 124 barcos dedicados a este oficio –Andalucía, en segunda posición, solo dispone de 39 buques para ello–.

MÁS IMPORTACIONES QUE EXPORTACIONES. Por extraño que parezca, España es un país que importa más cantidad de pescado de la que exporta, aunque ambos indicadores aumentaron aún a pesar de la pandemia. En concreto, la importaciones pasaron de los 1,7 millones de toneladas de 2018 a los casi 1,77 millones del pasado 2021 (70.000 toneladas más). Y las exportaciones pasaron de 1,15 millones de toneladas en 2018 a casi 1,17 millones de toneladas en 2021 (20.000 toneladas más).

¿Y de dónde llega el pescado que se consume en España? Más allá del que se queda en el país una vez es pescado por nuestros barcos nacionales, de Marruecos llegaron en 2021 531,30 toneladas; de Argentina, 328,54; de Francia, 291,61; de Portugal, 282,67; y de China, 248,84. ¿Y a dónde va el nuestro? Más allá de nuestras mesas, se destina a Italia, unas 834,47 toneladas; a Portugal, 546,87; a Francia, 321,28; a Japón, 77,98; y a Alemania, 67,60.

EL COMBUSTIBLE SUPONE UN 60 % DE LOS COSTES TOTALES DE EXPLOTACIÓN. Con todo, ahora el sector vuelve a enfrentarse a momentos muy difíciles que ponen en un brete su futuro. Por un lado, el conflicto bélico de Ucrania, que afecta a la estructura de los costes de producción de las empresas de manera violenta, sobre todo en lo que respecta al coste del combustible, que habitualmente supone entre el 30 y el 40 % de los costes de explotación de los buques y que ahora ya supera el 60 %. En 2021 el aumento, de hecho, fue del 44,44 %. Y desde el último trimestre de 2020 hasta junio de 2022 el litro de gasoil se ha más que triplicado, pasando de 0,306 euros a 1,1 euros.

Y, por otro lado, el reto que suponen las restricciones a la actividad de las políticas mediambientales de la Unión Europea, como la Política Pesquera Común, en vigor desde 2013, y la futura Ley de Pesca Sostenible e Investigación Pesquera, cuyo proyecto de Ley se aprobó el pasado mes de mayo. Para responder a los nuevos retos geopolíticos y al cambio climático, ha de ponerse a los pescadores en el centro de las decisiones y basarse en la ciencia y los datos y no en las emociones que utilizan las campañas demagógicas, según Cepesca.