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historia real. Este paciente no entiende que pueda pedir la eutanasia para morir y no le dejen cannabis para vivir TEXTO Á.P

Juan Manuel Rodríguez, tetrapléjico: “Solo quiero marihuana para seguir vivo”

¿Imaginas lo que sería tu vida con un dolor constante, agónico, insoportable, que no te permite ni tan siquiera pronunciar palabra, que te quema en el estómago cada día y que no te permite ni descansar por las noches? ¿Imaginas si eso se suma a una parálisis casi total de tu cuerpo que hace que tengas que estar en silla de ruedas por el resto de tu vida? ¿Cómo te enfrentarías a ello? ¿Qué harías para no perder los papeles y pensar en quitarte un día la vida, consciente de que solo la muerte puede darte descanso?

Esta última es la pregunta que Juan Manuel Rodríguez Gante, un ferrolano que vive en silla de ruedas desde que a los 19 años se rompió el cuello contra unas rocas y se quedó tetrapléjico, se hizo en el momento en que un antibiótico que debía actuar contra una dolencia respiratoria acabó causándole una reacción alérgica que derivó en un insoportable dolor en el abdomen. “Me puse fatal, me pincharon corticoides en la femoral y me salvaron la vida, pero me quedaron secuelas”, explica en el documental del que es protagonista, Marihuana para vivir. “Me dolía la barriga todo el tiempo, como si tuviera piedras hirviendo, y aunque estuve yendo a varios médicos, cuando vieron que en el cuerpo no tenía nada malo, me dijeron que era un dolor neuropático, un problema de las conexiones nerviosas”, explica Juan Manuel.

Desde ese momento, lo estuvieron medicando continuamente, con todo tipo de calmantes y pastillas para el dolor. “Tomaba casi 30 pastillas al día”, asegura Juan Manuel, que fue entonces cuando “me quise morir”. Hasta que al ver una publicación en una revista sobre los usos terapéuticos de la marihuana se decidió a probarla. “Compré unas semillas, las cultivé en la terraza de mi habitación y mientras la planta crecía no hubo problema, todo el mundo me apoyaba y me decía que hacía bien en intentarlo, pero cuando llegó el momento de la floración, las plantas despedían un fuerte olor y se llenaba toda la habitación y el pasillo de olor a marihuana, así que me prohibieron tenerlas en el centro en el que residía y tuve que quitarlas”, recuerda.

Sin embargo, seguía teniendo dolor, así que más temprano que tarde optó por volver a cultivarlas, en esta ocasión en un espacio mejor acondicionado. Compró un armario de cultivo “en el que podía plantar unas 15 plantas, que eran las que yo necesitaba plantar para tener mi medicina todo el año”, y un extractor de aire. Pero le pasó lo mismo, en el momento de la floración, las plantas despedían un fuerte olor que llevó a los trabajadores del centro a denunciarle ante la dirección, que le amenazó con denunciarle si no quitaba las plantas. Juan Manuel acudió al periódico para hacer visible su caso y pedir ayuda y, cuando el director se enteró, lo denunció en el juzgado por un delito contra la salud pública.

Después de arduos trámites judiciales en los que incluso estuvo implicada la persona que le ‘liaba’ la marihuana, porque él no podía levantarse para hacerlo, el juez acabó determinando que tenía que cultivar, si deseaba hacerlo para consumo propio, fuera del centro, para no afectar al resto de usuarios. Como no encontró otro lugar donde hacerlo, “al final no me quedó más remedio que acudir al mercado negro, busqué por los suburbios de Ferrol donde la gente compraba y vendía marihuana y compré en la calle a toda la gente que podía, a veces producto de muy mala calidad y a precios abusivos”, indica.

Además, como ya había salido en medios, la policía estaba más pendiente de él, hasta el punto de llegar a retirarle en una ocasión 48 porros y 20 gramos de marihuana, “los que necesitaba para todo el mes”. “A día de hoy yo tengo que seguir acudiendo al mercado negro, pendiente de que no me robe la policía y de que no me roben los traficantes”, explica este enfermo, que asegura que su intención nunca fue acudir al mercado negro, “por eso plantaba en la habitación, nunca quise depender de nadie para medicarme”.

“Al principio de tener el dolor neuropático cogí una depresión muy fuerte y me quería morir. Pasé de tener una vida normal, de disfrutar, a tener un dolor 24 horas al día fuertísimo. Me quería morir porque ninguna pastilla me lo quitaba”, afirma. Sin embargo, en el momento en que empezó a consumir marihuana “bajaron mucho los dolores y me sentía mucho más relajado”. Además, gracias a eso, “conseguí dejar las pastillas y ahora estoy consiguiendo dejar el tabaco también”.

De tal manera que Juan Manuel pide “solo tener diez o quince plantas para poder medicarme todo el año”. “Pido la ayuda y la comprensión de la gente para que entienda que que yo cultive marihuana no pone en peligro a nadie”, asevera, añadiendo que “tengo apoyos suficientes para llevar eso a la justicia y poder solicitar ante ella el amparo para que me dejen cultivar mi propia hierba, para que eso sea un derecho personal y no impuesto por leyes, y para que todos los enfermos podamos disponer de la marihuana que necesitamos”.

“Los partidos políticos de izquierdas han votado a favor de la eutanasia, es decir, me están prohibiendo que yo pueda cultivar mis plantas para tratarme, pero sí me dejan solicitar la eutanasia para morir; marihuana para vivir no, pero eutanasia para morir y poder desaparecer de este mundo, sí. Yo lo que quiero es marihuana para seguir adelante”, concluye Juan Manuel.

solicitud
primero en dirigirse a la aemps

··· Juan Manuel Rodríguez Gantes se convirtió hace algo más de un año en el pionero a nivel nacional al solicitar a la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) la autorización para cultivar cannabis con fines medicinales para aliviar los insoportables dolores que padece. La agencia rechazó la propuesta, pero todavía puede recurrirse. En este proceso tuvo el apoyo del Observatorio Europeo del Cultivo y Consumo de Cannabis.

27 jun 2022 / 01:00
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