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La amenaza fantasma del ‘gran apagón’ que paralizará el mundo

La Red Eléctrica Española asegura que puede generar el doble de potencia de la que actualmente se consume

“La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, decía la pasada semana la ministra de Defensa austríaca, Klaudia Tanner, que aseguraba que la posibilidad “es del 100 % en los próximos cinco años”. Desde ese momento, redes sociales e incluso autoridades entraron en colapso informativo y prácticamente en ‘pánico’. La cuestión es, ¿hasta qué punto es posible? Y, en caso de serlo para Europa, ¿llegaría a España? ¿Y a Galicia?

Lo que debemos tener claro a día de hoy, la realidad en la que ya vivimos, es que Internet es gran parte de nuestra vida. Pero, Internet, no funciona por ciencia infusa, detrás de esa conexión se encuentra la electricidad, al igual que detrás de una simple lavadora o de una televisión. Todo funciona por electricidad y, cada vez, la sociedad hacia la que nos movemos, hiperconectada, tiene mayores necesidades de verse suministrada por electricidad. Durante la pandemia, con la gente recluida en sus casas, la compra de aparatos electrónicos se incrementó y, por tanto, también la demanda de energía para que estos pudiesen funcionar. No hay vivienda actual en la que no haya dos móviles por persona, tres televisores y varios ordenadores. Y, necesitando más, ¿realmente las centrales y generadores pueden abastecer a todo el mundo? ¿Durante cuánto tiempo?

Esto abre la puerta a una doble problemática: por una parte, ese ‘gran apagón’ que podría dejar a media Europa, la Europa dependiente (de primeras, a España no), sin corriente; y, por otra, lo que eso traería consigo, pues Internet diría adiós a nuestras vidas. Volveríamos a un mundo donde el contacto a larga distancia sería casi imposible y donde la comunicación y sobreinformación diaria desaparecería. A nivel mental, podría ser un caos para las nuevas generaciones.

EL PICO MÁXIMO FUE DE 45 MW EN 2007 Y PODRÍAN PRODUCIRSE HASTA 107 GW. La propia Red Eléctrica de España (REE) indicó que no existe “ningún indicio objetivo” que haga pensar que en España pueda producirse un apagón eléctrico. Como ellos mismos afirmaron, el sistema eléctrico peninsular español cuenta con un elevado nivel de cobertura y su capacidad de generación –con más de 107 GW de potencia instalada– duplica cualquier pico de demanda que se haya producido hasta el momento. Por ejemplo, el máximo histórico en España alcanzó una potencia instantánea de 45.450 MW. Esto fue el 17 de diciembre de 2007 a las 18,53 horas. Había capacidad para duplicar esa necesidad de potencia.

CONTRATOS DE INTERRUMPIBILIDAD. Así las cosas, y de manera directa, tal y como confirmó el Ministerio para la Transición Energética, “no hay ninguna posibilidad” actualmente de que esto suceda en España y, por tanto, en Galicia. Y es que el país cuenta con diversos mecanismos para que, en caso de que haya un gran desabastecimiento energético (improbable), no llegue a concretarse en un apagón generalizado en las ciudades o en los hogares.

Uno de ellos son los llamados contratos de interrumpibilidad, que afectan a los grandes consumidores energéticos, como fundiciones o cementeras. Estas empresas compran la electricidad más barata que los consumidores individuales precisamente porque se comprometen con el Gobierno a que si hay necesidad, se interrumpa su actividad. De esta manera, los ‘apagones parciales’ ni siquiera llegarían a los hogares.

Por otro lado, España estuvo quemando carbón durante décadas, siendo esta una importante fuente de alimentación y, a pesar de que la gran mayoría de las centrales nacionales de este tipo ya han sido desmanteladas, en caso de necesidad extrema podrían ponerse a funcionar en tan solo un par de días, proporcionando alrededor de cinco gigavatios hora de energía.

Asimismo, en caso de que se produzca un desabastecimiento de gas derivado de los cambios en el suministro desde Argelia debido a su tensión política con Marruecos, España cuenta con unas reservas estratégicas de gas para abastecer la demanda durante alrededor de veinte días. Hasta aquí, no habría de qué preocuparse, nuestro país es menos dependiente que otros europeos de sus vecinos.

MILES DE IMPORTACIONES EN PELIGRO. Pero no se puede olvidar que, en un mundo globalizado como el actual, cualquier cosa que pase en la otra punta del planeta va a tener una repercusión directa sobre nuestras vidas aún estando a miles de kilómetros de distancia. ¿Y, entonces, cómo podría afectar a España el gran apagón de otras partes del mundo? ¿Y a Galicia? Pues, fundamentalmente, por el tema de la importación de mercancías.

España cada vez más ha pasado a ser un país exportador en vez de importador, pero sí es cierto que hay un importante mercado de productos de importación: los coches suponen el 8,8 % del total de las importaciones; seguidas por el refinado del petróleo, en el 6,3 %; los medicamentos envasados, en el 3,7 %; los repuestos, en el 3,5 %; y los camiones de reparto, en el 1,9 %.

De este modo, como puede observarse, muchos de los productos vendrían de los países asiáticos, teniendo que llegar a nuestro país, necesariamente, por ruta marítima (barco), en su gran mayoría, o por tierra (camiones). Lo que sucede en estos momentos es que se está produciendo un desabastecimiento de este tipo de productos en el punto de fabricación. Y eso se debe a que la producción ha frenado, por una parte, porque hay zonas que continúan con las restricciones derivadas del covid y, por otra, porque ya hay ciudades que están sufriendo apagones parciales en Asia.

FÁBRICAS CHINAS PARALIZADAS. Semáforos y ascensores fuera de servicio en Shenyang, al noreste de China. En Cantón, en el sur, empresarios adquiriendo a toda prisa generadores para mantener sus fábricas en funcionamiento. En Hunan, en el centro, las luces de los carteles publicitarios se apagan en horas punta. Esto es lo que ha vivido China a lo largo del último mes, sobre todo en las últimas dos semanas, en un total de 21 de las 31 provincias del país, obligadas a adoptar algún tipo de medida de racionamiento de la electricidad a sus industrias o a los consumidores, entre temores a que una oleada de apagones sin precedentes genere un impacto grave en la segunda economía del mundo y, en consecuencia, en el resto del planeta.

De hecho, los precios de los productos ya se están encareciendo y hay empresarios que aseguran que donde antes podían comprar un contenedor de mercancía por ruta marítima por el entorno de los 1.500 euros, ahora se ha disparado el coste por encima de los 12.000.

PLANES DE CONTIGENCIA. La amenaza ya es real también para ciertas zonas de Europa. El 8 de enero de 2021, un fallo en una subestación en Croacia provocó una caída de frecuencia que estuvo a punto de dejar fuera de juego al sistema energético de buena parte de Europa. El país, desde entonces, se preparó para más apagones. Y no está solo. La idea de que la red eléctrica pueda verse comprometida en el futuro por una tormenta solar, un fenómeno atmosférico masivo o un ciberataque lleva ya años encima de la mesa de gobiernos como Suíza, Alemania y Estados Unidos.

“Lo que debiera preocuparnos más es el efecto de los precios de la energía en la evolución del IPC”

Santiago. “La posibilidad o amenaza de un gran apagón no es una preocupación reciente, sino un asunto recurrente a lo largo de la historia que, sin ir más lejos, ocupó al presidente Obama en su último ejercicio al frente de la administración americana, cuando encargó un plan para resistir a una tormenta geomagnética”, explica la economista de la USC Maria Cadaval. “La conclusión fue que se necesitaba proteger las infraestructuras y tecnologías críticas para la producción y distribución de energía antes de que se produjese un evento solar extremo”, dice.

Cadaval apunta que, “desde entonces hasta ahora (Trump mediante) no fue necesario activar ese plan, porque la contingencia no se ha producido, pero estaría bien que todos los países lo tuvieran, por si acaso”. Y es que aunque una tormenta solar extrema, que es una de las causas que puede derivar en el ‘gran apagón’, puede ocurrir “en cualquier momento”, los expertos en la materia “vaticinan que el ciclo número 25 tendrá lugar en el próximo lustro”. Entre 2022-2026 la actividad solar será máxima, lo que, según la economista, “podría afectar a oleoductos, transporte de energía eléctrica, transformadores...”. No sería la primera vez.

El mayor apagón, tal y como detalla, “se produjo en la tormenta solar más potente registrada hasta el momento, el Evento Carrington en el siglo XIX”. “Le sucedieron tormentas solares menores, con consecuencias importantes aunque contenidas geográficamente en Suiza o Suecia, a principios del siglo XX, también en Reino Unido o EE UU, en la segunda mitad del siglo pasado, que afectaron al cable submarino y a las comunicaciones por satélite”. El apagón parcial más reciente sucedió en la capital canadiense a finales de los ochenta. Se dañaron equipos de transformación y servicios, pero tardaron en restablecerse menos de 10 horas

Así, Cadaval detalla que “es evidente que, si se produce una situación meteorológica extrema como éstas que afecte a todo el país, a todo el continente o al mundo, eso incluirá también a Galicia”. Lo importante será estar preparados para la contingencia, habida cuenta de que parece que hay probabilidades de que se produzca.

De momento, algo que debiera preocuparnos más que esto es, según indica, “el efecto que están teniendo los precios de la energía en la evolución del IPC”. “Los mercados de futuros auguran una vuelta a la estabilidad a partir de la primavera del año 2022. Si es así y se consigue contener la indiciación de las rentas a la espera de que pase el chaparrón, se podrá volver a una senda de normalidad en los precios; en caso contrario, podría podrucirse un círculo vicioso con espiral inflacionista que lastre la deseada recuperación”, concluye.

“El covid nos enseñó que no hay nada que no pueda suceder, y que debería haber un plan de contigencia”

Santiago. “Creo que una de las lecciones que debíamos de haber aprendido del episodio covid es que no hay nada que no pueda suceder, por imprevisto que sea”, destaca la economista de la USC María Bastida. En este caso, nos encontramos con una nueva predicción apocalíptica que no ha tardado en ocuparnos y preocuparnos.

“En mi opinión, deben valorarse distintas cuestiones. Primero, si es posible que esto ocurra en Europa. Lo cierto es que no sería la primera vez, tanto Suecia como Francia, por ejemplo, han sufrido fenómenos similares en el pasado (aunque de corta duración)”, recuerda la experta, que detalla que “Europa es dependiente del suministro de otros países, y muchas veces las condiciones de este servicio obedecen a razones completamente ajenas al contexto económico e industrial”. En segundo lugar, la posible afectación de España ante dicho evento. “En términos generales, nuestro país tiene una estructura de suministro eléctrico con características diferenciales en relación con la UE, lo que la hace menos vulnerable de posibles complicaciones y colapsos en ese contexto”, asegura.

“No somos autosuficientes, pero sí menos dependientes”, informa Bastida. Por tanto, “podemos estar medianamente tranquilos en relación con una afectación directa de un hipotético apagón”. Ahora bien, “los efectos indirectos ya son otra cosa, porque bastante sabemos ya a estas alturas de las interrelaciones e interdependencias económicas”.

En tercer lugar, Bastida destaca “la posibilidad de que el apagón no sea por ‘contagio’, sino propio”. En este contexto, “pediría una mayor racionalidad y una mejor planificación en la transición energética, de manera que nos aseguremos de que tenemos un plan alternativo (y de ciclo continuo) para emplear energía alternativa antes de seguir por el camino de penalización y desmantelamiento del sistema actual”.

La economista pediría también que el Gobierno “se alejase de mensajes categóricos, sobre todo a la vista de su historial de predicciones fallidas: esto también lo aprendimos del covid”. En definitiva, “creo que un apagón (directo o indirecto) es posible, aunque poco probable”. “Personalmente, me tranquilizaría más saber que hay un plan de contingencia ante un evento de este calibre, como tienen prácticamente todos los países de nuestro entorno”, solicita, y, “puestos a pedir, quizá un plan de aplicación inmediata”.

07 nov 2021 / 01:00
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