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ENTREVISTA
Juan Luis Blanco Valdés // Director del Servicio de Publicaciones

“La contribución de la USC al discurso editorial contemporáneo es histórica”

Juan Luis Blanco Valdés (1960), nació en A Estrada en una familia de marcado acento liberal, es director de publicaciones de la USC desde 2009. Licenciado en Filología Hispánica y Filología Gallego-Portuguesa, entre 1985 y 2008 combinó su actividad como editor con la docencia en el Departamento de Lengua Española del Centro Asociado de la UNED de Pontevedra. Es autor de artículos y colaboraciones especializadas y ha impartido e imparte conferencias, cursos, seminarios y talleres sobre edición técnica, ortotipografía y escritura científica. Escribió Do orixinal ao libro. Manual de edición técnica (Xerais, 2009) traducido al castellano (Manual de edición técnica. Del original al libro, Pirámide, 2012). Fue co-organizador, secretario y profesor de ortotipografía y técnica editorial en el Máster en Edición de la Universidad de Santiago (2004-2009), y luego en el Programa Oficial de Posgrado en Edición (Universidades de Santiago y Vigo, 2009-2011), de cuya comisión académica formó parte. Es vocal de la Junta Directiva de UNE y director de Unelibros, ahora reconvertida en Unelibros Blog. Asiduo colaborador en medios de prensa, mantiene desde hace años la columna quincenal Bágoas de crocodilo en EL CORREO GALLEGO. Por un conjunto de artículos publicados en esta columna recibió en 2011 el XVI Premio Xornalístico Manuel Reimóndez Portela. Además, escribe poesía, toca la guitarra y disfruta con la batería. Es un hombre de bien, querido y respetado.

Hay que felicitarle. El Servicio de Publicaciones de la USC renueva la certificación AENOR de calidad. ¿Desde cuándo lo disfrutan?

La certificación original, conforme a la norma ISO 9001 de sistemas de gestión de la calidad, es de 2014. Desde entonces la hemos renovado año tras año, tras las correspondientes auditorías, incluso con la migración del sistema a la norma ISO 9001:2008 a la última versión 9001: 2015, lo que, obviamente supuso un trabajo extra de actualización.

¿Tendrá que ver en el éxito publicaciones recientes como la de Ofelia Rey, Premio Nacional de Historia de España?

Bueno, «todo o que cae na rede é peixe», decimos en el país. Todo suma, claro. Cabe preguntarse si son los autores los que prestigian una editorial o la editorial la que prestigia a los autores. Yo lo veo como un camino de doble dirección, un feedback muy grato y estimulante. Resulta obvio que si autores de mucho alcance se deciden por las prensas de su Universidad, es que algo estaremos haciendo bien. Las certificaciones de calidad están muy bien pero no lo son todo. Y, además, pueden inducir a una conclusión perversa y es que sólo tiene calidad lo que está certificado, cosa que dista mucho de ser cierta. Sí influye de un modo determinante en la, digamos, salud de un sello de calidad los niveles de satisfacción del cliente, en nuestro caso, la de los autores que, modestamente, tengo que decir es muy alta. Y esto siempre seduce a los auditores.

Estudió Filología Gallega-Portuguesa, ¿funcionan en armonía ambas lenguas?

En mi época (me licencié en Hispánicas entre 1977 y 1982, osea la pura Transición, y entre el 82 y el 84 saqué el grado en Gallego-Portugués) creo que había más armonía y no se había llegado a los enfrentamientos y maximalismos posteriores a costa de la defensa de una norma u otra para nuestro idioma. De hecho, la licenciatura se llamaba, en efecto, Filoloxía Galego-Portuguesa, hoy algo impensable. Con todo, creo que el tiempo ha ido atemperando posiciones en el pasado muy enfrentadas y que hoy conocen una sana convivencia, fruto, a fin de cuentas, de que en la academia siempre es legítima toda defensa de argumentos basados en la reflexión científica. Por lo demás, no parece que haya echado en saco roto las magníficas enseñanzas de mis profesores de portugués. Recuerdo que, en un restaurante del Algarve, tras solicitar no sé qué al camarero, este me dijo: O senhor tem muito bom sotaque! ¡Eso sí fue un sobresaliente en lengua portuguesa!

Lleva casi catorce años al frente de las publicaciones de la universidad más importante de Galicia, ¿qué se siente?

De alguna manera, un editor es siempre un depositario de gentes y tradiciones anteriores. Ahora mismo, siento, en primer lugar, gratitud y reconocimiento a tantas personas que, de una u otra manera, han ido configurando mi amor apasionado por los libros y el editor de raza, en el que, creo, los años me han convertido. No puedo decir nombres, porque correría el riesgo de dejarme siempre a alguien en el tintero, pero ellas y ellos saben muy bien de quién hablo. Siento, también, un enorme agradecimiento al equipo humano y profesional de Publicaciones, sin cuyo entusiasmo, apoyo permanente y complicidad muchas de las cosas conseguidas no hubieran sido posibles. Y, tras, quizás, más de mil libros editados me siento un poco más sabio (pero un poquito nada más) que cuando un chaval de 25 años cruzó por primera vez la puerta de la Casa Gradín, en el campus.

Y ser decano, ¿sienta cátedra?

En fin, baja Modesto, que subo yo... No, en serio, no creo que nadie lo vea así. Tengo excelentes colegas en otras universidades y, por supuesto, en la edición privada. Otra cosa es que, personal o colectivamente, desde la editorial universitaria hayamos contribuido a pro”mocionar o, de alguna manera, poner en valor el nobilísimo oficio del editor y me sentiría muy honrado si esto ha sido así y, de alguna manera, hemos contribuido a forjar vocaciones. Estoy pensando en el Máster de Edición (tres ediciones como máster propio y dos ediciones más como posgrado oficial con la Universidad de Vigo, o, modestamente, mis dos manuales de edición (Xerais, 2009 y Pirámide, 2012).

¿El gallego va a más en círculos intelectuales o hay una doble moral?

No creo que exista una doble moral o rasero en esto. Somos una sociedad bilingüe en la que casa cual se expresa como le da la gana y bien sabemos a dónde conducen las posturas radicales que jueguen a la imposición (a ningún sitio). En consecuencia, a la editorial llegan los originales en la lengua en la que sus autores los han redactado, sin que exista la más mínima cortapisa o limitación en este sentido. Otra cosa es que, por razón de una mayor difusión y retorno de la inversión, podamos debatir en ocasiones la conveniencia de editar en castellano, ampliando así el espectro potencial de consumidores a todo las universidades del Estado. Por lo demás, la contribución de la editorial universitaria de Santiago al discurso cultural contemporáneo de nuestro país me atrevería a calificarla de histórica (aún admitiendo que este es un adjetivo muy devaluado hoy, pues hasta un partido de fútbol puede ser hoy histórico), y, para testimoniarlo, ahí están los 42 volúmenes de nuestros Clásicos do Pensamento Universal, que, con el generoso mecenazgo de la Fundación BBVA, y gracias a un esfuerzo editorial sin parangón en el país, han volcado a gallego a Freud, MacLuhan, Euclides, Platón, Newton, Darwin, Séneca, von Humboldt, Montaigne, Aristóteles, Lavoisier, Arendt, Hawking... con traducciones y prólogos siempre de personal docente e investigador de nuestra Universidad y que ha merecido distintos premios y galardones.

Articulista de lujo, ¿qué supone para usted escribir en medios generalistas, siempre tan necesitados de referentes?

Bueno, mi columna, ahora quincenal, se llama Bágoas de crocodilo. Esto tiene su retranca. Como el cocodrilo que llora falsamente mientras devora a su presa, yo propongo reflexiones para atraerme también al lector pero poco convencido del valor de mis argumentos. Es un poco un lío, en el que hay mucho de un espíritu escéptico, brumoso y poco firme en nada. Como al cocodrilo, me gusta jugar, en el mejor sentido de la palabra, con el lector a base de sarcasmo e indefinición. Y es que observo en buena parte de las columnas de opinión notables dosis de sectarismo según la sardina a la que haya que arrimar el ascua. A mí, de veras, me importa un comino tener o no la razón, yo no escribo para convencer a nadie, más bien para estimular la duda, lo que me parece mucho más sano que airear dogmas o contar lo guapos y listos que somos.

Dicen que se le da bien la poesía, ¿se nace o se hace?

Dicen que de músico, poeta y loco todos tenemos un poco. De músico y poeta tengo algo, en efecto. Lo que tenga de loco queda a juicio de mis semejantes. Sí, bueno, por ahí tengo dos o tres poemarios publicados. Decía el gran poeta romántico Hölderlin que poéticamente habita el hombre la tierra. Y, para seguir con frasecitas lapidarias, creo que fue un Panero quien dijo que a falta de todo, nos queda la poesía. Yo vivo y siento el mundo de una manera muy lírica, me emociono muy fácilmente, me estremece el dolor y la felicidad de los demás, puedo llorar de puro gozo oyendo música o contemplando un amanecer en el bosque. Y, a veces, escribo de eso, sí.

¿Hay mucha diferencia entre la docencia y seleccionar lo que escriben los docentes?

Son actividades complementarias, la práctica de una facilita muchas de las claves de la otra. En cualquier caso, yo nunca selecciono lo que publicamos sin el conocimiento, debate y, en su caso, refrendo de nuestra Comisión Editorial Académica, lo cual es, además de una gran ayuda, un gran apoyo en la toma de decisiones.

¿El libro o grupo de publicaciones de la que se siente más orgulloso en década y media seleccionando?

No puedo responder a eso, sinceramente. Un editor quiere como un padre amante a todos sus hijos. Si seleccionase como vinculeiro a uno de ellos, sus otros novecientos hermanos se levantarían en armas buscando asesinar al padre.

¿Cuál le gustaría editar y no ha podido?

Voy a responder con lo que un colega editor, muy querido, respondió en una entrevista a esa misma pregunta: Me hubiera gustado editar la Biblia pero alguien se me adelantó.

¿Se sufren presiones de quienes quieren y no pueden dar a luz su obra?

No, en líneas generales, aunque, claro, siempre hay excepciones. La tolerancia a las expectativas frustradas varía mucho de una persona a otra. Resulta delicado que, en los procesos de evaluación, los informes de un original sean negativos pues nadie trabaja mal a propósito. Todo autor entiendo que da lo mejor de sí en la redacción de un trabajo que postula a una editorial y, como es fácilmente comprensible, no resulta grato que se le diga que lo que ha creado no es apto o válido. He visto a gente querida y próxima pasarlo mal cuando esto sucede pero, en fin, son las reglas del juego y los gajes del oficio.

Lo mejor y peor de sus obligaciones profesionales?

Los autores.

Integridad es hacer lo correcto aunque nadie le esté mirando. Es una expresión muy suya...

Un señor llamado Mario Blanco y una señora llamada Carmen Valdés me impartieron una larguísima lección, una lección de años, sobre el particular. Si uno no es íntegro, se desintegra, ahí es nada.

Melómano y dominando la guitarra y la batería. ¿Para la familia, los amigos o el público en general?

No, no, para mí mismo, por supuesto. No podría castigar de un modo tan cruel a mi familia o amigos ni, mucho menos, al público en general.

¿Cuál ha sido el mejor consejo que recibió en su vida y de quién?

Me lo regaló hace no mucho un buen amigo y antiguo profesor. No sé si es el mejor consejo pero es muy bueno: a partir de cierta edad, nunca desmientas un elogio.

13 nov 2022 / 01:00
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