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La factura de la luz: una pesadilla que ahoga a los autónomos a final de mes

La mayoría de negocios ha duplicado gastos con respecto a 2021, a lo que suman el incremento de las materias primas y los suministros que necesitan para poder ejercer su actividad cada día

Ver la factura de la luz a final de mes es una auténtica pesadilla para las familias, pero también lo es, más si cabe, para los autónomos, que cada vez ven cómo sus beneficios se acortan, hasta el punto de que los ingresos no dan para paliar los gastos en un tiempo en el que el coste de la electricidad se ha duplicado y el de las materias primas necesarias para realizar sus actividades también se ha visto gravemente incrementado.

Repercutir las subidas en el precio final al consumidor no es para muchos una opción, pues eso implicaría perder clientes y, después de todo lo que llevan luchado para llevar a sus negocios a donde están, el sueño de la vida de muchos, cerrar tampoco es una alternativa. De este modo, muchos incluso aceptan el no tener beneficios suficientes con tal de no tener que cerrar la puerta. Pero, lo cierto es que confían en que en algún momento esto se estabilice y el Gobierno adopte medidas ante la inviable situación.

“En agosto de 2020, mes de mucha facturación, pagaba 77 €, ahora 230”
Silvia Carnero, propietaria de la peluquería Silvia’s Look (Padrón)

Padrón. “En 2020, durante los meses de julio, agosto y septiembre, los que más facturo de todo el año, estaba pagando entre 77 y 82 euros, y estos tres últimos meses del año, que son un poco más bajos, pagué 170 en noviembre y diciembre y este último de enero y febrero 230”, detalla Silvia Carnero, propietaria de la peluquería Silvia’s Look, en Padrón, que asegura que “es mucha diferencia”.

En su negocio, todo gasta electricidad: “secadores, planchas... A todo el mundo lo peinas, las máquinas para cortar el pelo también se enchufan, tienes la música puesta todo el día, el ordenador, las luces...”. Para tratar de reducir la factura le ha tocado ingeniárselas: “En algún momento que no hay gente apagas alguna luz, pero una, porque tampoco vas a tener el local apagado y que parezca que no estás”.

Asimismo, Silvia también tiene que hacer frente a la subida del coste de los suministros, “al final ahora los transportes nos cobran más por traernos los productos, que subieron un 4 %, y es comprensible porque a ellos también les subió la electricidad y gastan más para fabricar las cosas”, lo que hace que “vuelvas a la tesitura de los tiempos de crisis”.

Cada día se pregunta qué será mejor: “Afronto la subida y pierdo dinero y me hago yo más pobra o subo algo los precios y tendré gente o a lo mejor no la tendré”, explica, y asegura que “aunque mi conciencia me dice que tengo que subir los precios, ¿qué hago si no me viene la gente?”. Y es que Silvia recuerda que los negocios “llevamos acumulando la subida del IVA desde el 2008, y casi nadie subió los precios por eso, a pesar de que pasamos de pagar un 8 % a un 21 %, todo eso nos lo comimos nosotros, y ahora vamos a tener que comérnoslo otra vez”.

Cada día espera ver buenas noticias en los medios, y que se anuncie por fin una bajada de la luz, porque “creo que estamos siendo todos bastante pasivos, y tal y como están las cosas, me dan ganas de sumarme a las protestas de los camioneros y de los agricultores”. Por el momento, “seguimos trabajando para no perder todo lo conseguido”.

“Pasamos de una factura de 1.200 € a una de 3.000, más 100 l. de aceite”
Manuel Gómez, Propietario de Churrería Los Tilos (Santiago)

Teo. “En electricidad gastamos algo más del doble, porque todas nuestras máquinas consumen mucho, desde freidoras eléctricas, que son enormes y llevan 100 litros de aceite cada una, hasta el túnel de congelación, que también consume una barbaridad”, apunta Manuel Gómez, propietario de la Churrería Los Tilos, que, con diez trabajadores, produce unos 25.000 churros al día para suministrar a toda la hostelería de Santiago y gran parte de la comarca.

Esos 100 kilowatios contratados, que llegan a ser 110 o 120 consumidos durante las horas puntas, “suponen en las últimas facturas unos 3.000 euros y pico: pasamos de los 1.200, que era lo normal, a más de 3.000 euros”.

Y las ventas tratan de salvarse como pueden, ante “el aceite multiplicado por dos y escaseando y el precio de la harina incrementado en un 20 % o en 30 %”. Por suerte, desde que comenzaron con el negocio hace veinte años, “fuimos creciendo un poquito más en ventas cada año, y empezamos dos en el centro comercial de Los Tilos y ahora en las nuevas instalaciones de Santiago ya somos diez”.

El vender la mayor parte de su producción a la hostelería, “en torno al 90 %”, también se ven en la obligación moral de no subir demasiado los precios a pesar de la que está cayendo. “Sabemos que ellos también están en un momento muy delicado, y tampoco le podemos subir mucho los precios porque están igual de ahogados que nosotros”, asevera. Sin embargo, por la parte de venta directa a los consumidores, Manuel apunta que no ha quedado más remedio que “cobrar un poco más”.

Ante la posible mejora de la situación y la eventual estabilidad del precio de la electricidad en caso de que el Gobierno decida poner un máximo a los precios, el churrero se ríe y comenta entre risas: “Habrá que tener esperanzas, porque es lo único que nos queda”, ante “una comparación de beneficios muy mermada con respecto a la que teníamos en los años pasados” y sin “poder repercutir demasiado en los precios”, sentencia.

“En temporada baja la electricidad suponía 9.000 € y ahora 20.000”
Manuel Vidal, Propietario del Hotel Scala (Padrón)

Padrón. “Antes pagábamos por la electricidad en temporadas bajas entre 9.000 y 10.000 euros y ahora pasamos a pagar 20.000”, afirma Manuel Vidal, propietario del Hotel Scala de Padrón, que afirma que “al final hemos tenido que repecutir un poco los precios, porque a eso se suma la compra para el restaurante”.

“Llevamos dos semanas con unas subidas un poco desproporcionadas y eso al final lo va a sufrir el consumidor, porque nosotros tendremos que ponérselo en el precio del menú, del café, del refresco...”, indica.

Y lo que más teme Manuel es la llegada del verano, de la temporada alta, “cuando todos los salones de eventos estén funcionando, y todas las habitaciones con el aire acondicionado puesto”, se pregunta, “¿qué recetas me van a venir? No se va a poder soportar esto”.

Nos cuenta que “hablando con empresarios y comerciales de la zona me decían que ellos daban un presupuesto, cerrado ya, que no sabían si iban a poder mantenerlo en quince días, rompiendo el contrato”, explica, e incluso a él le sucedió algo similar: “Una comida me pidió lubrigante, y cuando fui a comprarlo me dijeron que estaba al doble, lo que no me daba ni para cubrir el precio que yo le había puesto al cliente, así que tuve que decirle al final que no me era posible ofrecérselo”.

En ese punto están ahora, en el de cerrar presupuestos que no saben si podrán mantener o tendrán que incurrir en pérdidas para poder mantenerlos. “Nunca nos ha pasado esto, no hasta este punto”, afirma, aunque se muestra positivo, porque “tampoco vale la pena ponerse a llorar, agobiarse o estresarse, tienes que vivir día a día”. En su caso, tiene recién inaugurado un restaurante y una reforma en el asador, algo que “nos tiene muy ilusionados”.

“De luz pagamos lo mismo, pero hubo filtros que subieron 5 € en una semana”
José Ces, propietario del taller Pazos Motor (Padrón)

Padrón. “En nuestro taller no se notó mucho la subida del precio de la luz, gracias a que contamos con grandes cristaleras que hacen que durante muchos días no necesitemos encender las luces, que sí consumen mucho”, cuenta José Ces, propietario del taller Pazos Motor, en el Polígono de Pazos, en Padrón. Detalla que en un taller son muchos los elementos que gastan corriente: “elevadores, compresores, máquinas de poner las ruedas...”. Todo ello suma una factura de aproximadamente 289 euros, sin diferencia con respecto a meses pasados.

Por ejemplo, en abril de 2021 la factura de la luz del taller llegó a 392 euros. “Lo notamos más en casa, que no estamos mucho, que en el taller, la verdad”, pero esto no significa que no hayan incrementado los gastos, pues por la parte de los suministros todo se ha encarecido. “Aceites, ruedas de coches, lubricantes... Todo eso ha subido muchísimo de precio y sigue subiendo cada vez más”, hasta el punto de que “hubo filtros que subieron cinco euros el precio de una semana para la otra”, así que “ahora cuando te llega el albarán tienes que ver si coincide con el código que tú tenías en el ordenador”, porque muchos precios ya se quedan desfasados en cuestión de días.

Para poder hacer un presupuesto a los clientes según la demanda, “pides ya el coste de cada pieza y te lo suelen mantener, pero bueno, no más allá de dos semanas, cuando antes podían mantenértelo medio año”. Eso mismo se tradujo en el caso de las ruedas, que “también subieron de precio de un mes a esta parte”. José lleva unos siete años con el taller abierto en el Polígono de Pazos y “nunca hubo que andar apretando tanto los presupuestos como ahora”, hasta el punto de que “tuvimos que subir algo la mano de obra, porque sino es imposible”.

“Volver a subir el pan un 10 % en abril para una familia de tres personas puede suponer mucho”
Paloma Bustelo, Propietaria de la Panificadora (obrador) San José (Rois)

Rois. “Para tratar de paliar un poco las subidas que tuvieron las materias primas, la harina, y los combustibles para el reparto en furgoneta, así como la electricidad de las máquinas, subimos el pan ligeramente entre diciembre y enero de este año, como hicieron la mayoría de las panaderías”, explica Paloma Bustelo, propietaria de la Panadería San José, que tiene su obradoiro ubicado en Rois y varias tiendas de venta al público en la comarca.

Por esa subida de principios de año, es consciente de que “no podemos volver a incrementar ahora los precios de un producto que es de primera necesidad como el pan, que se consume a diario”, porque “en una familia de tres personas que necesita tres barras de pan al día, subir un 10 % el precio es mucho” y “las panaderías corremos el riesgo de que si hacemos eso se vayan a nuestra competencia, que son los supermercados, donde el pan es de mucha peor calidad, pero tiene mejor precio”.

Ahora mismo, asegura que “estamos haciendo casi todos los días una valoración de costes, y para la semana ya hay que volver a cambiar todo, el economista modifica los albaranes de semana a semana porque las materias primas suben y suben y se hace imposible hacer un balance de costes y fijar precios en algo tan inestable”.

Según ha escuchado en las últimas reuniones del sector, “parece que para abril igual podemos subir algo el precio, no queda otro”, pero eso es algo “en lo que se tienen que poner de acuerdo todas las panaderías”. También tienen otro problema: el relevo generacional. Paloma apunta que “no hay trabajadores, la gente joven no quiere venir a trabajar en turno de noche y para que un bollo de pan esté recién hecho a las ocho de la mañana en una cafetería hay que empezar a trabajar a las tres o a las cuatro”.

28 mar 2022 / 01:00
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