Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

“La he jodido”: primeras palabras de Garzón a un policía tras el accidente

Fue el primer agente que habló con el maquinista cuando lo auxiliaron, quien le aseguró que iba a 190 km por hora // Admitió el despiste, pero se quejó de la seguridad y la señalización de la vía

Tras las declaraciones del maquinista Francisco José Garzón Amo y el otro acusado por el accidente del Alvia, Andrés Cortabitarte, en su momento responsable de la seguridad en la circulación del Adif, el día 6 y 13 de octubre respectivamente, este lunes fue el turno de los agentes de Policía Nacional. Fueron testigos de la tragedia, al ser los primeros en llegar a la curva de Angrois cuando descarriló el Alvia, junto con los servicios de emergencia que acudían a las vías sin conocer aún la magnitud del accidente.

El primer mando policial en llegar hasta el lugar del siniestro el 24 de julio de 2013 en Santiago en el que perdieron la vida 80 personas manifestó este martes en el juicio que el maquinista y acusado Francisco José Garzón Amo le dijo hasta en tres ocasiones “la he jodido” y que había estado circulando “a 190 kilómetros por hora”.

En la Ciudad de la Cultura que acoge esta vista oral, este testigo, que formaba parte de la brigada de A Coruña y fue nombrado específicamente para la seguridad de los días 24 (Fuegos del Apóstol) y 25 (Día de Galicia), indicó que un policía sacó al conductor de la máquina y lo llevó hasta donde estaba él. Y también relató que Amo tenía una herida sangrante en la cabeza y que se desplazaba por su propio pie.

Al preguntarle a Garzón qué había pasado, la respuesta fue “la he jodido”, y enseguida preguntó si había heridos. En ese momento, como este cargo lo encontró muy nervioso, le contestó: “Tranquilo, no te preocupes”, y la respuesta que obtuvo fue: “¡Cómo no voy a estar preocupado!”. Garzón fue atendido por los sanitarios, que aseguraron que había que evacuarlo, y por eso este superior encomendó a dos efectivos que le acompañasen para evitar potenciales agresiones.

Antes de eso, en los diez minutos que compartieron, el maquinista, que tenía un teléfono móvil, hizo llamadas, pero no sabe a quién ni el contenido.

El agente dibujó la dramática escena nada más llegar al accidente, con “médicos y enfermeros colapsados, policías haciendo de camilleros, gente vagando por la vía y otros tratando de salir de ella por unos taludes con ayuda de los vecinos. Ni con la radial que trajo un vecino éramos capaces de acceder a los trenes... Fueron momentos muy duros”, verbalizó nueve años después de lo que vio aquella noche.

El otro policía que lo custodió en su traslado al hospital destacó que otras de las frases del maquinista, surgidas de manera espontánea, fueron: “madre mía lo que he hecho”, “ojalá me pasara a mí”, y aparte que se había “despistado” y “perdido las referencias”.

El agente mencionó que Garzón estaba en “shock”, triste y preocupado, que se sentía “culpable”, que tuvo un despiste, y que la protección no era adecuada porque estaba “todo en manos del maquinista”.

Además, culpaba “también a alguien de seguridad de Renfe”, por esa llamada con el interventor minutos antes del descarrilamiento.

Tanto antes de llegar al coche como durante el trayecto, Garzón hacía uso de su teléfono móvil y habló con varias personas a las que, según la declaración del agente que le escuchó, les respondía: “He sido yo”. Sin embargo, en otra de esas llamadas, se había quejado de la seguridad de la vía.

Asimismo, un tercer agente declaró que, en su traslado al hospital, el maquinista “se iba lamentando con remordimientos”. “Nos dijo que se había despistado y que había perdido las referencias y que pensaba que estaba en dos túneles anteriores”. A preguntas del fiscal del caso, el efectivo indicó que Garzón Amo les explicó que no era la primera vez que hacía ese recorrido, que solía hacerlo tres veces por la semana, y que al salir de un túnel tenía memorizado reducir la velocidad, pero que perdió esa referencia. “Él lo asumía como su responsabilidad. La única dificultad es que no había señalización y que era rudimentario porque todo se basaba en él, pero no echó culpas a nadie”.

Consultado por la Fiscalía acerca de su trabajo en las vías, y visiblemente emocionado y afectado, éste efectivo policial prefirió no contestar a las preguntas sobre cómo estaban los viajeros que se encontró al llegar a Angrois. “Todos conocemos el calibre del accidente” se apresuró a intervenir la juez para poner fin a las calificaciones sobre “el estado psicológico de la situación”, ya que los anteriores si habían especificado la dramática escena vivida en Angrois.

preguntas y respuestas clave del jucio
El protagonismo recayó en el conductor

Fiscal: ¿Es cierto que en el caso del interventor le llamaron para preguntar si había realizado algún otro tipo de llamada además de la primera y lo negó?

Instructor del atestado: Sí. Solamente admitió una pequeña llamada en Ourense.

Fiscal: ¿En esas conversaciones con el maquinista, el vigilante... alguien les informó que el sistema de hombre muerto no funcionara?

Instructor del atestado: Con el señor Garzón no hablamos casi nada. Nadie nos comentó ningún detalle al respecto.

Abogada de Adif: ¿Les dijo por qué motivo se despistó?

Primer mando policial en hablar con el maquinista: Le mentiría si le digo si me lo dijo en ese momento que había recibido una llamada o fue posteriormente. Me remitiría a lo que declaré inicialmente.

El interventor del Alvia negó en dos ocasiones la llamada al maquinista
Declaró el instructor del atestado que éste sólo admitió haber hablado con Garzón en Ourense

Santiago. Ni el maquinista ni el interventor del Alvia, Antonio Martín Marugán contaron a los agentes encargados de los primeros compases de la investigación por el accidente de Angrois que, segundos antes del impacto, iban hablando por teléfono. Es más, el interventor lo negó en las dos ocasiones en las que fue interrogado por los policías. Así lo afirmó este martes

el policía nacional que ejerció como secretario de la instrucción del accidente del Alvia.

De hecho, a preguntas del Ministerio Fiscal y a los abogados de las partes durante la cuarta jornada del juicio, contestó que dicha llamada “no le constó” por ninguna de las declaraciones practicadas, sino que tuvo conocimiento de la misma el día 31 de julio, una semana después de los hechos, a través del registro telefónico.

El secretario del instructor –el propio instructor, que también estaba llamado a declarar en el juicio, ya falleció– explicó que fue el registro el que constató que, desde las 20,39 horas del 24 de julio de 2013, Garzón mantuvo esa llamada de 100 segundos con el interventor en los “momentos previos del accidente”.

“Desde el primer momento intentamos valorar algún tipo de distracción”, ratificó el agente, al responder a las preguntas del fiscal Mario Piñeiro, para defender las actuaciones practicadas.

La “distracción” que supuso la llamada “se determinó al cabo de cinco días”, ya que no lo habían dicho ni el conductor que había llevado el tren hasta Ourense, ni el vigilante de seguridad ni el propio interventor de Renfe. “Nos comentaron que no tuvieron ningún tipo de contacto con el maquinista”, constató. Y es más, el interventor les había asegurado que solo había hablado con Garzón por teléfono cuando iba por Ourense.

otras cuestiones Otra de las claves de la instrucción fueron las condiciones de seguridad de la vía. En este contexto, aparte de las grabaciones realizadas al trayecto y a la curva de A Grandeira, se recibió información sobre las condiciones de la circulación en el tramo, pero solo como “un comentario”, por lo que la Policía pidió tanto al Administrador de Infraestructuras como a Renfe que lo acreditasen formalmente.

“La comunicación que nos hacen es que el maquinista debe conocer, por su habilitación, el cuadro de velocidades”, afirmó. En esta línea, sobre si había alguna baliza que saltase al superarse el máximo permitido, las dos empresas públicas comunicaron que el sistema de seguridad establecido era el Asfa y que había también el conocido como “pedal del hombre muerto”, que los maquinistas deben pulsar de manera continua y, si no lo hacen, el tren se detiene.

También han salido durante el interrogatorio las quejas manifestadas por el propio maquinista durante su declaración sobre cuando lo llevaron del Hospital de Santiago a calabozo como detenido porque todavía tenía “tres costillas rotas” y no se podía tumbar durante la noche, por lo que solicitó una silla que -–según su versión–y se le negó.

Con todo, a preguntas del abogado defensor del maquinista, el policía secretario de la instrucción rechazó que se forzase su salida del centro sanitario. ”Únicamente lo trasladamos cuando tuvo el alta hospitalaria”, alegó-. Además negó que aquella noche Garzón manifestase alguna queja, porque “así hubiese constado” en el expediente. e.p. / ECg

26 oct 2022 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.