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CATÁSTROFE. El 13 de noviembre de 2002 el petrolero lanzaba el SOS tras sufrir una vía de agua cuando navegaba a 27 millas de Fisterra // Seis días después se partía en dos y se hundía a unos 450 kilómetros de tierra // Sesenta y cuatro mil toneladas de chapapote tiñeron de luto 2.980 km de litoral TEXTO J. M. Ramos

La historia más negra de Galicia

Tal día como hoy, hace 20 años, un petrolero ruso de nombre Prestige se convirtió en protagonista de la historia más negra de Galicia, provocando la mayor catástrofe ambiental que se recuerda.

El 13 de noviembre de 2002 era un día de fuerte temporal en el mar y también en tierra, típico del otoño en esta franja atlántica. La mayoría de la flota pesquera estaba amarrada a puerto debido a las adversas condiciones climatológicas, mientras el referido buque monocasco, con bandera de Bahamas, fletado por la filial suiza de un grupo ruso y cargado con 77.000 toneladas de fuel pesado, trataba de hacer frente a un océano enfurecido, que acabó abriéndole una vía de agua, provocando además el escoramiento del petrolero cuando navegaba a unas 27 millas de Fisterra.

A las 15.15 horas, su capitán, Apostolos Mangouras, lanzó un SOS. Ese fue el comienzo de una odisea que se prolongó durante meses y que tiñó de negro toda la costa gallega, afectando también al Cantábrico e, incluso a parte del litoral de Francia y Portugal, a causa del vertido de unas 64.000 toneladas de chapapote que irían llegando a la costa en oleadas sucesivas de mareas negras.

Una catástrofe que llegó tras seis días de maniobras para tratar de alejar el buque de la costa y que concluyeron con el hudimiento del barco, tras partirse en dos, a unas 243 millas (unos 450 kilómetros) de tierra.

En el primer año, tras el desastre provocado, se retiraron 90.566 toneladas de arena y crudo, gracias al trabajo incansable de miles de voluntarios y voluntarias. En total resultaron afectados 2.980 kilómetros de costa y 1.137 arenales, según los informes presentados en el juicio.

A ello hay que sumar las consecuencias sobre los ecosistemas y las especies que se vieron afectadas por la densa mancha negra. Greenpeace cifra en 200.000 las aves marinas muertas, además de delfines, nutrias, tortugas y también focas. Veinte años después, desde dicho colectivo echan en falta “una evaluación del impacto ambiental a corto, medio y largo plazo que caracterizase, evaluase y cuantificase todos los impactos de la marea negra, así como los efectos de aquel fuel tóxico en las personas”, que han trabajado y colaborado en su retirada.

La gran marea negra sólo pudo ser borrada por una gran ola blanca de millares de voluntarios llegados de toda España y también del extranjero que, con sus manos y su solidaridad infinita, hicieron que el oceáno, las rocas y las propias calles y paseos de las localidades costeras recobrasen, poco a poco, sus colores habituales.

Una de las áreas más afectadas fue la Costa da Morte, situándose en Muxía la llamada zona cero y, más concretamente, en la praia do Coído, aunque el negro chapapote llegó a prácticamente todo el litoral gallego. Hasta la villa de la Barca se desplazarían el 2 de diciembre de 2002, el entonces Rey de España, Juan Carlos I, acompañado por el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas. Una visita que fue aprovechada por los voluntarios que se afanaban a recoger chapapote con sus manos para demandar más medios, tanto humanos como materiales. Los primeros días fueron caóticos, porque, como relata el entonces alcalde de Muxía, Alberto Blanco, “non sabíamos moi ben como actuar e sentíamos impotencia e rabia”. Dos décadas después, el Prestige, sigue todavía muy presente en la memoria colectiva.

13 nov 2022 / 01:00
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