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La familia de Dario Lombardo, el joven siciliano de 25 años fallecido en el accidente de Angrois, relata a EL CORREO los duros momentos vividos // “La justicia lenta no es justicia, y mucho menos cuando las instituciones del Estado han provocado esta demora”, sentencia la madre de la víctima TEXTO Arturo Reboyras

La madre del joven siciliano fallecido en Angrois: “El trato que nos dieron es una vergüenza para las democracias española e italiana”

La vida de la familia Lombardo, oriunda de la hermosa villa siciliana de Forza D’Agrò (Italia), se truncó para siempre aquella víspera del Apóstol de 2013. La noche del 24 de julio es una fecha marcada en color negro en el calendario de Pina, Mimmo y Alberto, los padres y hermano de Dario Lombardo, una de las 81 víctimas mortales del accidente del Alvia en la curva de Angrois. Nueve años después, el matrimonio recuerda aquel trágico episodio con el periodista y a la vez amigo que les acompañó en aquel desgraciado suceso. Permítante, respetados lectores, expresarme hoy en primera persona en determinados momentos de este triste relato, pues quien escribe fue una de las primeras personas que se enteraron de que Dario Lombardo viajaba en aquel tren. Nos habíamos conocido apenas unos meses antes, en septiembre de 2012, durante un intercambio juvenil en su pueblo natal, una villa recoleta situada en la montaña siciliana que ofrece una de las vistas más impresionantes del Mar Jónico y el estrecho de Calabria.

Fue allí donde gallegos y sicilianos entablamos en pocos días una gran amistad y donde también cursamos la invitación para que viniesen a conocer los encantos de Galicia. Fue así como Dario Lombardo y su hermano Alberto llegaron a Santiago en el mes de junio de 2013. Disfrutaron a lo grande de la ciudad; de la gastronomía, de un encuentro intercultural, de las tazas de vino peleón en las rúas de la zona monumental, de la inmensidad del mar que se pude acariciar desde el cabo de Fisterra. Dario regresó a Sicilia enamorado de esta tierra y de su gente.

Eran sobre las ocho y media de la tarde del 24 de julio de 2013 cuando en el balcón de una casa de mi pueblo esperaba rodeado de amigos la salida de la carrera de burros de las fiestas del Santiaguiño de Padrón. En ese momento empezaron a llegar noticias a los móviles, sobre todo a través de Twitter, de un tren que había descarrilado muy cerca de Santiago y que había muertos. Yo todavía no trabajaba en esta Casa, pero de inmediato consulté la edición digital de EL CORREO para ver lo que estaba pasando. Mientras leía, una amiga en común, Agnes, me llama completamente desconsolada y me da la noticia: “Dario venía en ese tren, me escribió un wasap diciéndome que estaba a muy pocos minutos de Santiago, pero ya no responde al teléfono”.

Lo que vino después... días verdaderamente dramáticos, en los que pude acompañar con otros amigos, como José Manuel Neira o Manuel Sánchez Rivas, a la familia del joven siciliano. Su madre, Pina, recuerda ahora aquellos momentos para EL CORREO: “La noche del 24 de julio de 2013 acababa de regresar a casa del trabajo junto con mi esposo y mi hijo Alberto. Sobre la una de la madrugada sonó el teléfono: Era mi hermano Mario que llamaba desde Italia (porque mi marido y yo vivimos en Alemania, donde tenemos un restaurante, mientras que mis hijos estudiaban en Italia), quien me dice que en España se produjo un terrible accidente de tren, y que muy probablemente en ese tren estaba Dario, mi hijo mayor. En ese momento dije que no podía ser, porque Dario se había ido avión, y que no podía estar en ese tren”.

En cuanto conocieron la noticia, “inmediatamente empezamos a llamar a Dario a su teléfono móvil, pero no había respuesta. Así que rápidamente decidimos viajar a España: primero, mi marido, acompañado de un querido amigo nuestro, Ralf Wachter; y luego, mi hijo Alberto y yo en otro vuelo”, relata Pina, al tiempo que lamenta que a su llegada a nuestro país “ninguna autoridad se ocupó de nosotros, solo los amigos de nuestros hijos Dario y Alberto estaban cerca de nosotros”.

“En estos nueve largos años nadie nos ha explicado nada de esta tragedia, qué y cómo ha sucedido, si alguien que no fuera el maquinista ha tenido responsabilidades. Nadie, jamás, repito, ninguna autoridad española ni italiana se molestó en avisarnos de lo que había sucedido ni del proceso de instrucción, nos dejaron en total oscuridad”, señala.

Pina es rotunda a la hora de afirmar que el trato que han recibido es “una pena, una vergüenza para la democracia española; pero también para la italiana, que no ha mostrado ningún interés por uno de sus hijos (aun escribiendo al ministro de turno)”. Explica que desde poco después del suceso forman parte de la Plataforma de Víctimas de Alvia, “y gracias a su lucha y compromiso constantes llegamos después de nueve años a este juicio, pero no ha sido gracias a las autoridades españolas”.

Pina exige de este proceso judicial “claridad y verdad”, aunque confiesa que “ya no creo en la justicia española. Después de nueve años de espera... esto no es justicia, porque la justicia lenta no es justicia, y mucho menos cuando las instituciones del Estado han provocado esta demora”.

Sobre las secuelas del accidente, la madre de Dario indica que “mi vida ha cambiado y la vida de mi familia también por culpa de gente irresponsable y negligente, por los que sabían y no hicieron nada para evitar 81 muertos y 145 heridos”.

De su hijo recuerda que “era un chico de 25 años con muchas ganas de vivir, con muchos proyectos y sueños por realizar. Nadie nos lo podrá devolver. Así que nunca habrá justicia. Su recuerdo y su sonrisa quedarán para nosotros y para quienes tuvieron la suerte de conocerlo”. También para quien escribe. DEP.

06 oct 2022 / 21:48
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