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DONKEY. El líder de la banda de narcolancheros estuvo fugitivo más de 4 meses pese a que los agentes sabían todos sus movimientos // ¿Conocía al dueño de la cocaína? ¿Es algo más que un transportista? ¿Hay favores pendientes? TEXTO Antonio P. Fidalgo

La sorprendente habilidad de Juan Carlos Santórum

“Líder de un grupo criminal dedicado a la introducción de grandes partidas de sustancias estupefacientes”. “Esta persona es archiconocida por su implicación en el mundo del narcotráfico, a pesar de no haber sido nunca condenado por tales hechos”. “Indica que pudiera estar con los preparativos de una operación de narcotráfico”. “Utilizaría una importante infraestructura marítima constituida por lanchas rápidas construidas para tal efecto, así como naves donde ocultar el estupefaciente”. Son frases que figuran en un informe policial sobre las actividades de Juan Carlos Santórum Navazas, al que tuvo acceso este periódico, y que aparece incluido en el sumario de la denominada operación Donkey, resultado de la aprehensión de más de 4.000 kilos de cocaína a bordo del buque Karar.

Las fuerzas policiales antidroga de la Policía, Guardia Civil y Vigilancia Aduanera habían establecido un exhaustivo operativo de seguimiento y control sobre Santórum desde hace más de un año hasta el extremo de que tenían pinchados todos sus teléfonos (una docena algunos de compañías extranjeras), colocado sofisticados sistemas de escuchas en los vehículos en los que se movía habitualmente, en viviendas familiares y en naves industriales a las que acudía. Todo ello junto a un seguimiento exhaustivo las 24 horas del día, por tierra, mar y aire (en el citado sumario existen fotos aéreas de locales en los que estaba). Sabían en todo momento con quién se reunía, dónde lo hacía y los temas de que trataban.

Todo ello no impidió que el pasado 28 de abril, cuando iba a ser detenido, se diera a la fuga y permaneciera escondido hasta que decidió, el pasado fin de semana, entregarse a la Justicia, siguiendo el consejo de su abogada, Carmen Ventoso, una vez que el resto de los miembros de su banda habían sido puestos en libertad por la Audiencia Provincial.

Desde mediados de agosto, Juan Carlos Santórum, un personaje de lo más singular como lo demuestra que en el registro judicial efectuado en su casa se localizó un uniforme completo de su talla (chaleco antibalas incluido) de un agente de la policía española, activó cuentas con sus nombres en las redes sociales Facebook e Instagram mientras su letrada daba los pasos para una entrega pactada.

¿Cómo es posible que un sujeto de esa importancia pudiera haber desaparecido y permanecer escondido en la comarca del Salnés? Es la pregunta que se hacen muchas personas vinculadas al mundo del narcotráfico máxime cuando trascendió que había recibido un soplo de que iban a por él (la orden de detención e ingreso a prisión ya estaba firmada, como pudo comprobar EL CORREO). Y la respuesta al interrogante admite interpretaciones diversas que van desde el interés policial por identificar a los verdaderos propietarios de la droga, averiguar si el propio Santórum (al que también relacionan con la cocaína que traía el narcosubmarino localizado en noviembre en la ría de Aldán) era algo más que un simple jefe de lancheros o que existían “favores pendientes” como gráficamente relató una de las fuentes consultadas.

Juan Carlos, como adelantó en su día este periódico, sabía que estaba siendo investigado e, incluso, expertos informáticos a su servicio lograron hackear algunas cámaras de vigilancia que instaló la policía y hacerse con las imágenes de los seguimientos; es decir, contaba con información privilegiada.

Y conviene recordar que Santórum ingresó en prisión no por su relación con los dos macroalijos con los que se le relaciona sino para cumplir una condena de dos años de cárcel que el impuso la Audiencia Provincial de Pontevedra tras haber sobornado a dos agentes de la Guardia Civil para que le facilitaran información sobre operaciones de narcotráfico en marcha en Galicia. El arousano disponía de acceso a un buen número de sumarios abiertos por lo que pudo alertar a varios de sus colegas investigados.

¿Por qué siguió adelante el líder de los Santórum siendo consciente de que estaba en el punto de mira? Algo no cuadra en la exhaustiva investigación llevada a cabo por los tres cuerpos antidroga y la respuesta a este interrogante quizás sea necesario buscarla en la decisión judicial que dejó libres a todos los miembros de su organización y que, casi con toda seguridad, le permita salir a él a la calle una vez que cumpla la pena por revelación de secretos.

O quizás se pueda relacionar con el oscuro episodio, del que dio cuenta también este periódico, con el abordaje de otros dos barcos de carga en aguas del Atlántico, que partieron poco después que el Karar y en el que no se pudo localizar los casi diez mil kilos de cocaína que, según fuentes oficiales, cargaron en Colombia. ¿Era la coca que llegó a Galicia el señuelo para que se colara por otra parte el resto de la droga?

DECENAS DE PERSONAS

··· En la investigación abierta a Juan Carlos Santórum aparecen decenas de personas presuntamente relacionadas con actividades de narcotráfico. Fue en julio de 2019 cuando se activo el operativo de seguimiento y control. Hasta finales de ese año hubo contactos de Juan Carlos y sus hombres de confianza (Braulio Vázquez, Emilio Xosé Rodríguez y su hermano Ricardo) con todo tipo de personajes. Reuniones con personas llegadas de Cataluña, Costa do Sol y la comarca del campo de Gibraltar, la mayor parte con antecedentes por tráfico de drogas; algún ciudadano de origen marroquí, varios colombianos y portugueses y brasileños. Conversaciones intervenidas con mensajes en clave en las que, de vez en cuando, aparecen ciudadanos con acento sudamericano. Cada uno de los miembros de la banda manejan varios teléfonos de seguridad y se mueve con precaución cuando acuden a visitar las naves en las que se guardan o se iban a esconder las lanchas.

12 sep 2020 / 23:57
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