Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

Los exorcismos siguen siendo una realidad en O Corpiño

Los vecinos de esta pequeña aldea de Lalín desvelan algunos casos de exorcismos de los que fueron testigos o que oyeron con el paso de los años. Todos ellos se muestran bastante precavidos al hablar sobre el tema, algunos incluso emocionados, semejan contar la mitad de lo que saben. En lo que todos coinciden es en que, desde que el padre Ulloa pasó por la parroquia, los exorcismos son una realidad que se vive a diario en O Corpiño.

Los tortuosos caminos que recorren las aldeas lalinenses de Fervenza, Outeiriño y San Pedro de Losón al abandonar la provincial PO-205 para adentrarse en las profundidades de la parroquia de O Corpiño nos dan la bienvenida entre árboles retorcidos de hojas caídas tras la llegada del otoño y decenas de hectáreas de monte humedecido por las lluvias que dejó la borrasca Bárbara, que en pasados días azotó la comunidad gallega. Profundizamos en la Galicia interior, con un crucero de piedra que se eleva casi en cada curva, hasta llegar al Santuario. A nuestro paso, ni un alma, entre el covid-19 y el día lluvioso la gente se resguarda en las pocas casas que rodean las inmediaciones del lugar, junto a algunas tabernas a la vieja usanza, sin grandes alardes.

Tras bajar del coche, ante el Santuario, acompañado por un silencio sepulcral a las 12.00 horas del mediodía, con el viento corriendo entre los árboles, se nos estremeció el cuerpo. Algo de diferente tenía aquel lugar sagrado, en esa mañana completamente desolado, pese a que los vecinos de la zona nos aseguran que “aquí llegaban durante los días de semana entre 4 y 5 autobuses llenos de personas de todas las partes de Galicia: A Coruña, Lugo, Tui, Verín...”, y añaden que, “los fines de semana, incluso se llegaban a juntar 12 autobuses, con gente de toda España, hasta de Barcelona; esto tenía un tránsito bestial, pero ahora, con el tema del coronavirus, ya han dejado de venir”.

Esa afluencia de fieles se la fue ganando a pulso esta parroquia y su Virgen por la cantidad de curaciones milagrosas que, se comenta, hizo, y a medida que se fue corriendo la voz por la comunidad. Conocido es el ritual que realizan los que solicitan algo a la Virgen do Corpiño durante el día de las fiestas: “Unos 3 kilómetros se recorren de rodillas cuesta arriba hasta llegar al interior de la iglesia, para mostrarles a la Santa Madre hasta qué punto están sufriendo”, nos cuenta una joven de unos 25 años que nos encontramos, nada más llegar, en el interior del santuario. Nos sorprende enormemente ver a una chica tan joven arrodillada y persignándose frente al altar, así que nos acercamos a ella. “Yo soy muy devota, siempre que algo me va mal en la vida o necesito algo vengo aquí a O Corpiño a pedírselo a la Virgen”, nos explica, asegurando que “funciona, no sé cómo, pero de verdad que funciona”.

Es entonces cuando, al ser preguntada sobre algún caso que ella conociera, sale la palabra “exorcismo” a relucir.

LAS CURACIONES MILAGROSAS. “Aquí se hacían exorcismos cuando estaba el padre Donsión, ya fallecido, ahora ha tomado el relevo el nuevo, el padre Criado, que también es encantador”, nos explica. Cuenta que “yo misma conozco uno de los casos de exorcismos en esta iglesia, se trataba de una chica joven, no mucho más mayor que yo, que llevaba tiempo con problemas”.

“En su casa, gritaba y maldecía, como si estuviese poseída, y un día la encontraron como elevada del suelo –nos dice refiriéndose al fenómeno conocido como levitación–, pero como aún no había móviles con cámara para grabar, los padres la trajeron aquí a O Corpiño”, relata, totalmente convencida de los hechos que nos está narrando, con una mirada de admiración y devoción ante el caso, y prosigue: “Nada más entrar al Santuario, la chica empezó a hablar en hebreo y a gritar, pero el padre Donsión fue capaz de expulsar el demonio de su cuerpo y curó”.

Se marcha emocionada tras haber hablado con nosotros y recordado la historia, historia que confirma que el sacerdote José Criado, actualmente responsable de la parroquia lalinense de O Corpiño, continúa ejerciendo como exorcista, con la potestad superior y autorización del Vaticano.

EL PADRE JOSÉ CRIADO y sus predecesores EXORCISTAs. Hace apenas dos años, en declaraciones al diario El Progreso, el párroco aseguraba que “este (servicio) es algo complicado, difícil, pero yo lo asumí porque me lo pidió el obispo. Lo acepté, aunque no era mi voluntad”. Quien tras cuarenta años al cargo del santuario y otros tantos ejerciendo como exorcista era todo un experto en la materia era su predecesor, el padre José Donsión, fallecido hace 5 años, que incluso dejó que los medios de comunicación asistiesen a muchos de sus rituales.

El propietario de una carpintería cercana, a unos 20 metros de la iglesia, que asegura ser “muy amigo” del antiguo sacerdote, apunta entre risas que “siempre me contaba historias de lo que hacía allí dentro, pero nunca presté mucha atención, no me lo creía y, como le gustaba el (vino) Mencía lo achacaba a eso”.

Nos explica que el padre Donsión “no fue el que inició el tema de los exorcismos en O Corpiño, aunque sí fue el que le dio más bola al llevarlos a los medios de comunicación, pero realmente él fue, durante algún tiempo, nada más llegar a la parroquia, aprendiz del cura anterior, que era el que montó toda la historia: el padre Ulloa se llamaba”.

Sin embargo, incide en que, pese a ser el iniciador de este tipo de rituales de expulsión de demonios, “nunca dejó entrar a un periodista en la iglesia, hasta el punto de que una joven de Antena 3 entró por allí para hablar con él y la única respuesta que recibió de su parte fue: ‘A mí me parece que es usted una zorra’”, así de ajado tenía el carácter.

Entre sus recuerdos, en las charlas que había mantenido con Donsión mientras organizaban comidas, el carpintero alude a “me decía que recibía a mucha gente con problemas mentales, con esquizofrenia y ese tipo de trastornos”. Ante estos casos, lo que hacía el párroco era “utilizar la cruz de Cristo en medio para bendecirlos, con eso podía saber si el caso iba más allá de una enfermedad mental, los ponía a todos en fila y por su reacción a la cruz y al agua bendita ya lo sabía”.

En este sentido, él mismo recuerda que ,“dentro de la muchedumbre de gente que visitaba este lugar, a menudo había casos de esos a los que él llamaba ‘posesiones’, personas que al entrar en el Santuario y al ver la imagen de la Virgen y de los santos empezaban a loquear, a gritar, como si les hiciese daño”. “A mí me parece que podía ser algún caso de ataque epiléptico, pero no lo sé, porque lo que está claro es que ahí algo raro había”, comenta el carpintero, escéptico.

Pero como siempre dicen, del dicho al hecho hay un trecho, o no te creas nada que no veas, y este hombre fue testigo de algo “que no se me olvidará”. “Era un día de misa cualquiera y yo entré a echarle una mano al padre (algo que todavía hace a día de hoy con el nuevo párroco) y en uno de los bancos, hechos por mí, por cierto –se ríe–, estaba una adolescente, de unos 15 años, vociferando y braceando con todo el que se le acercaba, era menudita y cuatro hombres de envergadura no eran capaces de poder con ella, aún hoy no me lo explico”, cuenta el carpintero. Lo que sí sabe es que “el padre la cogió, la sentó allí en una silla, le puso delante la cruz, le dijo unas palabras al oído, y la chica se curó, dejó de hacer ese escándalo”.

LA NOVENA: PARTE DEL PROCESO DE SANACIÓN. Ahora bien, a diferencia de lo que estamos acostumbrados a presenciar en las películas, que no dejan de ser una exageración de la realidad, los exorcismos de estos sacerdotes no se realizan solo en un día, sino que hay gente que “incluso tiene que estar yendo a misa un día concreto de la semana durante toda su vida para que surta efecto”, cuentan los vecinos, que son testigos de cómo la gente que llegaba a esta pequeña aldea de unos 60 habitantes siempre lo hacía para quedarse nueve noches. “Le llamaban la novena a eso, y de esas estancias vivían todas las casas que véis aquí en los alrededores, que hacían de pensión para los atormentados durante esos nueve días que tenían que estar acudiendo a ver al sacerdote para completar el ritual”, nos explican.

UNA CIEGA RECUPERA LA VISTA. Justo al frente del santuario se abre una explanada con un campo a mano derecha y varias pequeñas casas a mano izquierda, la mayor parte de ellas abandonadas y en mal estado por el maltrato sufrido por el paso de los años, alguna incluso con un cartel de ‘se vende’. Se nota que varias actuaron como bar, ahora cerradas y sin gente, quizá por el coronavirus y la reducción de visitantes. Por allí nos encontramos un bar abierto, cuyos propietarios, un hombre y una mujer ya entrados en edad, acceden a recibirnos.

“Aquí vino gente a hospedarse que estaba en proceso de sanación”, cuenta el hombre, haciendo referencia a “una mujer ciega a la que los médicos le habían dicho que nunca volvería a ver, vino aquí y recuperó la vista con lo que quiera que fuere que le hizo el cura”. El hostalero asegura que “venían y aún vienen ahora muchas personas que han sido desahuciadas por sus médicos, como última vía para sanarse”.

GRITOS QUE SE OYEN FUERA DEL SANTUARIO. Profundizamos en la cuestión e intentamos ir un paso más allá, nombrándole los exorcismos. Recibimos de su parte una respuesta afirmativa: “Sí, sí que se practican exorcismos, aunque yo no creo mucho en esas cosas, creo que eso viene de antes, de cuando la psiquiatría no era tan buena y no se diagnosticaba a las personas”. Estando tan cerca del santuario, que se puede ver con tan solo mirar por la ventana, “tengo escuchado muchos gritos que provenían del interior, mientras el cura realizaba esos ritos, pero no sé qué es lo que pasaba allí dentro en concreto porque nunca se habla de eso”. Con todo, admite que “sí se veía a gente que entraba con problemas, gritaba y aullaba y salía completamente normal”.

O ‘AIRIÑO’ EN LOS NIÑOS. Seguimos recorriendo la calle que da salida desde la iglesia a una carretera comarcal. Allí también hay locales de hostelería. Entramos en uno de ellos y preguntamos a la camarera acerca de los casos ocurridos en el Santuario. Nos cuenta un milagro que le ocurrió a ella misma. “Según me contaron mis padres, cuando yo tenía dos o tres años dejé de comer y me puse muy mal –lo que se conoce en el rural gallego como contraer ‘o airiño’–, me llevaron allí, me pusieron debajo de la Virgen y me curé, recuperé el apetito y crecí normal”, relata, entre lágrimas. Algo que no deja de sorprendernos, quizá por devoción o quizá por tormentosos recuerdos, lo cierto es que la gente de la zona se emociona al preguntarle sobre el Santuario. Puedes ver lágrimas en sus ojos, voz entrecortada o, incluso, la mirada esquiva de aquel que sabe más de lo que cuenta, y es que también recibimos la negativa por parte de muchos vecinos de “hablar sobre brujerías”. Miedo, desconocimiento o ambas cosas a partes iguales, impiden a la gente de la zona articular palabra sobre los exorcismos.

leyenda de las apariciones

EL ERMITAÑO. Cuenta la leyenda que en la parroquia de San Pedro de Losón, justo abajo de la de O Corpiño, vivía un ermitaño llamado Luisón, al que los vecinos querían mucho, ferviente devoto de la Vigen María, cuya devoción y culto predicaba por toda la comarca.

CUERPO INCORRUPTO. Con el paso de los años se fue haciendo mayor hasta que llegó el momento de su muerte, a una edad muy avanzada. Su cuerpo se conservó totalmente incorrupto tras su fallecimiento, por lo que los vecinos comenzaron a venerarlo como santo.

LA CAPILLA. Para honrar su memoria, edificaron una capilla, el actual Santuario de O Corpiño, sobre su cuerpo, bajo la advocación de San Adrián y, desde ese momento, el lugar entero comenzó a conocerse con el nombre de ‘Corpiño’, en memoria del cuerpo del ermitaño, topónimo que se extendió a toda la montaña, que antiguamente se correspondía con la parroquia de San Pedro.

DESTRUCCIÓN. Cuando tuvo lugar la invasión de las tropas de Almanzor, los cristianos huyeron de esas tierras, desapareció el cuerpo del santo y la capilla, que quedó destruída, se dejó abandonada a merced de la naturaleza.

AÑO 1191. Pero en 1191, durante un oscuro día, unos niños pastores que estaban en el monte, aterrados por los relámpagos, buscaron dónde guarecerse de la lluvia, entrando en la capilla arruinada de O Corpiño.

APARICIÓN DE LA VIRGEN. Allí se les apareció la Virgen, con Jesús en el brazo izquierdo y un ramillete de flores en la mano derecha, diciéndoles que hiciesen la señal de la cruz y hablándoles con gran cariño. Sus padres no les creyeron e incluso les castigaron.

RECONSTRUCCIÓN. Cuando se lo informaron al párroco, que tampoco creía aquella aparición, reunió a los feligreses para realizar una procesión hasta la ermita (304 personas) y ver si veían a la Virgen. Cosa que no sucedió hasta el 24 de junio de ese año, momento en el que se produjo en el lugar la última aparición de la Virgen. Ante tal milagro, se reconstruyó el Santurario.

reacciones
rechaza hacer declaraciones sobre su oficio a los medios
Padre José Criado
Sacerdote de O Corpiño

El equipo de investigación de EL CORREO también ha intentado ponerse en contacto directo con el padre José Criado, actual exorcista de la diócesis de Lugo, que ha rehusado realizar declaraciones al respecto: “Yo no voy a hacer declaraciones sobre ese tema, no voy a hablar nada, ni que sí ni que no”.

Preguntado por el motivo, ya que sí ha concedido en pasados años entrevistas a varios medios, asegura que “no me ha gustado el tratamiento que le han dado a mis declaraciones, aunque tampoco quiero hablar más sobre nada de eso”.

25 oct 2020 / 00:15
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito