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Carla Fandiño Esperón es una estudiante del primer curso de Educación Social en la USC y pertenece al colectivo de baja visión // En noviembre sufrió un esguince de tobillo por la mala iluminación del campus sur compostelano TEXTO Charo Barba

“Luz y aceras en buen estado en el campus, es todo lo que pido”


Se llama Carla Fandiño Esperón y tiene 20 anos. Es de Caldas de Reis, pero este curso vive en la Residencia Monte da Condesa de la Universidade de Santiago (USC). Estudia primero de Educación Social, en la Facultade de Psicoloxía. Pero, además, tiene otra características que nunca supuso un obstáculo para su autonomía hasta que llegó al campus sur. Es discapacitada visual afiliada a la ONCE y tiene un resto visual del 20 por ciento.

Se queja de que el mal estado de las aceras, muchas destrozadas con las baldosas levantadas, y la poca iluminación le impiden caminar con seguridad sobre todo al anochecer. “Nunca tuve que utilizar bastón y desde que llegué aquí lo necesito, entre otras cosas para esquivar los bolardos, que hay muchos. Y que recojan las hojas, en las que se resbala. También me ponen un poco nerviosa los adoquines porque se engancha mucho el bastón, deberían tapar los agujeros”, se lamenta. Y es que en noviembre pasado sufrió un esguince de tobillo grave, aunque se recuperó bien.

Desde entonces, intentó contactar con el rector y un vicerrector, “pero no hubo forma”. Se comunicó también con el Servicio de Participación e Integración Universitaria y su responsable, Javier Agrafojo, la llamó para interesarse por su salud, pero después no supo nada más. “Hice todos estos intentos no para que me subvencionaran o costeasen mi recuperación sino para reivindicar la falta de luz. Lo único que quería es más luz”, dice con rotundidad.

Asegura que en la residencia habló con los conserjes que a su vez hablaron con el director. Le dijeron que llevaban años quejándose por la poca iluminación, que achacan a la cercanía del Observatorio Astronómico. También habla de la senda segura que se hizo desde la Facultade de Políticas hacia el Monte da Condesa, “pero no pusieron luz, sino cámaras de seguridad. Si me violan tengo el vídeo pero no tengo quien lo evite porque nadie me oirá”, ironiza.

Y eso que reconoce que no es la que está en peores condiciones, porque una compañera suya, que no tiene ningún resto visual y ha de memorizar sus recorridos, no puede porque no tiene bultos a los que recurrir para guiarse. “Desde Derecho hasta el Monte da Condesa por Farmacia la luz es escasísima”.

Alguien le dijo en algún momento desde la Universidade de Santiago, que las aceras y la luz eran competencia del Concello y no de la USC. “La respuesta del Concello: es competencia de la USC”. Y así está. No sabe a quién acudir.

Por lo demás no tiene absolutamente ningún problema. Al llegar se sorprendió gratamente de que en su facultad, “salvo unas escaleras un poco mortales”, todo adaptado. De los profesores habla muy bien: “No tuve ningún problema, tengo el material adaptado y en los exámenes me dan más margen de tiempo, como estipula la ley, cosa que no pasaba en el instituto”.

En cuanto a la ciudad, asegura que a excepción del campus hay bastante luz y no se encontró con dificultades porque casi todos los semáforos tienen señales acústicas, “salvo uno peligroso de la plaza de Vigo”. Cree que Compostela es una ciudad “bastante adaptada” para la gente con discapacidad visual. “Me la esperaba mucho peor y me llevé una sorpresa. Está mucho más adaptada que Pontevedra, por ejemplo, que tiene poca luz y sus semáforos no tienen sonido”, confiesa.

Universidad y Concello: buena predisposición por parte de los dos organismos

Santiago. Carla se encontró con un muro difícil de derribar. Se puso en contacto con el Concello y la USC y unos le dijeron que la responsabilidad es de los otros y los otros que de los unos. El xerente de la Universidade de Santiago, Javier Ferreira, explicó que “entendemos que hubo un convenio y se cedió esa parte”. Y va más allá: “Si el Concello tiene la plena convicción de que el campus, los viales y las aceras, son de la USC, la universidad lo asumirá y lo gestionaremos como bien podamos”.

Cree Ferreira que “sería un error para la ciudad, porque es un espacio de disfrute de los ciudadanos y una vía de comunicación entre la zona sur y el casco histórico”. Y recuerda que la institución académica puso una senda segura, podó árboles e iluminó la zona del campo de atletismo, “pero no podemos con carácter general porque está en un convenio, que no se ejecutó en sus términos”.

Por parte del Concello, su concejal de Centros Socioculturais, Barrios e Obras, Javier Fernández, asegura lo mismo, que en su momento hubo un convenio “pero no se llegó a normalizar a día de hoy y muchos de los viales son de la USC”. Confiesa que ayer mismo habló con uno de sus compañeros para que a su vez hablase con el rector “para intentar echar una mano en el aspecto de colocación de bancos y ver lo que se podría hacer con las aceras”.

Reconoce que hay buena sintonía entre ambos organismos y que lo que quiere es que avancen las negociaciones para firmar el convenio. “No se le puede echar la culpa en sí al Concello, porque yo creo que posiblemente sea una dejadez de años de gestión por parte de todos”. Y reitera que “en 2005 hubo un principio de acuerdo con un convenio, pero no llegó a materializarse en 15 años”.

Javier Fernández manifiesta que entiende que la USC forma parte de la ciudad y que el tema habrá que abordarlo, aunque considera que deberían implicarse todas las administraciones: “Posiblemente debería ser Concello, Diputación y Xunta, porque el campus no es importante solo a nivel compostelano, sino español y europeo”. C.B.

10 feb 2021 / 01:00
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