Miles de gallegos se concentran en los camposantos para velar a sus difuntos
Flores de todos los colores recuerdan a aquellos que ya no están entre nosotros, que sus familias y amigos siguen teniéndolos muy presentes en sus vidas, como forma de que no caigan en el olvido
Una mañana gris, cubierta por un manto de niebla en la mayor parte de la comunidad gallega y con algún que otro chubasco despertaba este martes a los miles de gallegos que, desde bien temprano, a pesar de ser festivo nacional, cogían sus coches para desplazarse decenas o cientos de kilómetros. Y es que todos ellos tenían una cita muy especial: el reencuentro (emocional) con sus seres queridos fallecidos, con aquellos que ya no están entre nosotros, pero que siguen muy presentes en el recuerdo de familiares y amigos.
Sin duda, y como no podía ser de otro modo, el tiempo acompañó a la ocasión, con esas nubes que no dejaban pasar los rayos del sol y que, si cabe, daban un toque aún más nostálgico a la jornada. El único toque de color lo ponían las miles de flores que adornaban las lápidas, con centros preparados con mimo y pensados para complacer los gustos que los difuntos tenían en vida.
Así, conforme fue avanzando la mañana, familias enteras se fueron congregando alrededor de los nichos de sus muertos, entablando conversaciones cruzadas propias de aquellos que llevan mucho tiempo sin verse. Pues el Día de Todos los Santos no deja de ser para muchos un día de reencuentro con esos allegados que tanto tiempo hace que no visitan, una forma más de cumplir los deseos de los fallecidos de ver a sus familias unidas.
Más aún teniendo en cuenta que venimos de atravesar una crisis pandémica en la que las restricciones impidieron en el año 2020 acudir a los cementerios y en el pasado 2021 los pocos que se aventuraron a ir tuvieron que hacerlo entre mascarillas y gel hidroalcohólico, manteniendo las distancias de seguridad en todo momento y respetando los límites de aforo. Este 2022 la normalidad ha vuelto a imponerse, con una afluencia masiva de gente.
Y es que no hay que dejarse engañar por esos que dicen que esta festividad es un negocio más para hacer venta de flores. El Día de Todos los Santos es una de las fechas más significativas dentro del calendario religioso cristiano. Hay que remontarse hasta el siglo IX, hace más de 1.200 años, para ver su origen.
En los primeros siglos de la cristiandad, con las persecuciones romanas a los cristianos en pleno apogeo, había muchas muertes de ‘mártires’ en diversos lugares, así que resultaba complicado para la Iglesia conmemorar a cada fallecido.
Por ello, el papa Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos, fijando la fecha en el 1 de noviembre para honrarlos a todos. Unos años después, en el siglo IX, Gregorio IV decidió que dicha celebración se extendería a toda la Iglesia, de modo que en el primer día de dicho mes se celebrarían Todos los Santos y el día 31 sería la Víspera de Todos los Santos.
Pero aún así puede uno preguntarse por qué el papa eligió noviembre. Entre las teorías del porqué, la que más peso suele tener es la que apunta a la influencia de la costumbre celta del Samhain (muy presente en el norte de Europa), en la que se celebraba el final de la cosecha y, en cierto modo, la muerte de lo vivo.
Por otra parte, sobre la tradición de llevar flores a las tumbas, hay que decir que esta es aún mucho más antigua, ya que la primera tumba a la que se llevaban flores está ubicada en Israel y data de hace más de 13.000 años, durante la Edad de Piedra. Hoy por hoy, claveles, que expresan admiración y homenaje; gladiolos, que transmiten la idea de sinceridad; pero sobre todo crisantemos, plagan las necrópolis. Cada ramo ha costado unos 2 o 3 euros más que el año pasado.
La subida de precios, con todo, no ha repercutido en la vista de los cementerios, como por ejemplo el de Boisaca, en Santiago, que lucía ayer cubierto de un manto de vistosos centros florales. Cabe recordar que desde Valle-Inclán hasta Fraguas, Aurelio Aguirre, Díaz Pardo o Vidal Bolaño, entre otras ilustres figuras gallegas, incluyendo a expresidentes, descansan entre sus muros. Junto a ellos, cientos de compostelanos que ya no están en el mundo de los vivos, observaron desde el más allá cómo sus seres queridos llegaban de forma multitudinaria a este cementerio.
vísperas. Para lograr que las necrópolis gallegas luciesen el Día de Todos los Santos con su mejor cara, fueron muchos los días que las familias de cada difunto emplearon en los preparativos. Desde la limpieza de las lápidas hasta la colocación de los centros de flores y las velas, todo ello forma también parte de un ritual que, año tras año, se repite. Ya desde comienzos de la pasada semana se dejaban ver personas que se acercaban hasta los cementerios para pasar un paño húmedo a la cristalera del nicho, retirar las telas de araña que pudiesen haberse formado en sus esquinas y sacar brillo al mármol de la lápida, entre otras cosas. Otras ya llamaban o se acercaban hasta sus floristerías de confianza para encargar los centros de flores, sabedoras de que cuanto más tarde realizasen su encargo, menos probabilidades de que las flores deseadas llegasen a tiempo para la cita –algunas de ellas tienen que venir desde América o desde Asia y tardan días–. Y, para rematar, el día de la víspera, el domingo, los atascos para la entrada y salida de los camposantos gallegos demostraban que para los seres humanos dejar detalles para última hora es casi casi una tradición más. Por suerte, todo valió la pena. Á.P.
a coruña. La alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, presidió este martes la tradicional ofrenda floral de Todos los Santos en San Amaro. La regidora, acompañada de miembros de la corporación municipal, hizo la primera parada delante de la Cruz dos Esquecidos, para rendir homenaje al genio de la pintura Pablo Ruíz Picasso, cuando se están a punto de cumplir cincuenta años de su muerte. ecg
lugo. La Feria de Todos los Santos de Monterroso (Lugo) cumplió en el día de ayer una nueva edición, con 850 puestos de venta con productos agrícolas y de huerta, ganaderos y elaborados. A la misma se desplazó, entre otros representantes políticos, la conselleira de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, Ángeles Vázquez, quien se acercó a algunos puestos. e.p.
Lugo. Los camposantos son lugares de culto para muchas personas. Más allá de acudir a ellos para velar a los difuntos, lo cierto es que algunos son auténticas joyas arquitectónicas, lo que hace que sean visitados por curiosos y amantes del arte.
No es de extrañar ver esculturas de importantes artistas o lápidas que en sí mismas constituyen todo un trabajo de artesanía. Lo extraño es que una necrópolis atraiga por el idioma de sus nichos, y eso es algo que sucede en Galicia, en concreto, en el ayuntamiento lucense de Paradela, donde todas las lápidas están en gallego.
Eso sí, no debemos imaginarnos que se trata de un cementerio con cientos de nichos ocupados. Y es que Paradela, al ser una parroquia tan pequeña del rural gallego, apenas cuenta con más de una decena de nichos ocupados. Por ello resulta más sencillo haber logrado el reto.
Logro que se ha roto recientemente, tras la incorporación en los últimos años de una lápida que contiene una preposición en castellano, posiblemente por un descuido de su autor, no por intención.
El motivo de usar solo el gallego no está, ni mucho menos, relacionado con que el pueblo sea un núcleo nacionalista, sino a que simplemente en el momento en que se hizo la reforma del camposanto decidieron entre técnicos y vecinos usar un mismo tipo de letra y un mismo idioma, para darle a todo el entorno una homogeneidad.
Ahora, este lugar es centro de atención. De hecho, este mismo miércoles un grupo de 40 alumnos del colegio del municipio asisten en él a una lección especial sobre ‘O Galego nos Cemiterios de Galicia’. Luego visitarán la exposición ‘No Camiño’, en la Igrexa de San Facundo. ecg
