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Equipo de
INVESTIGACIÓN

Los agentes antidroga detectaron su presencia durante los preparativos de los desembarcos de cocaína que se le atribuyen al clan arousano// Participaron en reuniones al máximo nivel pese a que, en teoría, eran intermediarios

La Unidad Central de Drogas y Crimen Organizado de la Policía Nacional y la Fiscalía Antidroga de Pontevedra sitúan a la organización de narcotransportistas, liderada por Juan Carlos Santórum Navaza, como la encargada de alijar algunos de los últimos cargamentos de droga que viajaron a las costas españolas. Se centran, sobre todo, en los más de 3.300 kilos hallados en el narcosubmarino hundido en Aldán (noviembre de 2019); los más de 3.800 kilos que se hallaron en las bodegas del Karar tras ser abordado en alta mar (abril de 2020) y las cerca de diez toneladas que no pudieron localizarse en el Neameh y Spiridon (mayo de 2020).

En todos esos casos, la Agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA), como informó EL CORREO, había facilitado la información sobre el envío por parte de un cártel colombiano, que tenían controlado los servicios de Inteligencia desde Virginia, y los efectivos del Greco, Udyco y SVA destinados en Galicia completaron la información en tierra logrando desvelar los movimientos que realizaba la banda de Santórum así como los contactos con los intermediarios del grupo que financiaba las operaciones frustradas.

Los chivatazos que recibió el líder del clan provocaron que no alijara el narcosubmarino (por eso sus ocupantes lo hundieron) y que no salieran a alta mar para acudir a la cita con el Karar. La situación vivida con los otros dos navíos, relatada por este periódico, fue distinta ya que el grueso del grupo había sido detenido y en esas fechas estaban todos encarcelados.

Analizando los pasos dados desde principios de noviembre, a los investigadores gallegos les sorprendió la presencia en nuestra comunidad de dos personajes, naturales y vecinos de La Línea de la Concepción, en algunas de las reuniones que mantuvieron Santórum y su gente en la que, siempre según la versión de los efectivos antidroga según consta en documentos a los que tuvo acceso este periódico, se estaban ultimando los preparativos para alijar la droga. En ellas también participaban el empresario náutico Fidel Fernández (detenido en la operación Donkey y que se encuentra actualmente en libertad) y Sergio R.T., un vecino de Barcelona con hasta cuatro antecedentes por tráfico de drogas, investigado en la misma causa aunque no imputado hasta la fecha, al que los agentes consideran como el intermediario entre el cártel, el grupo internacional que financiaba los alijos y los narcolancheros gallegos.

Sergio R.T. viajó desde la ciudad condal a Galicia el 15 de noviembre de 2019 para visitar a Fidel Fernández en una nave de Mos , una cita en la que también participó Roberto Parrado Calcaño, un individuo del que los propios agentes antidroga, en un informe que obra en poder de EL CORREO GALLEGO, destacan que “está relacionado con el clan de los Castañas, liderado por los hermanos Francisco y Antonio Tejón Carrasco, quienes, a pesar de estar en prisión, siguen manteniendo plenamente operativa su organización de tráfico ilícito de estupefacientes la cual, se considera policialmente, que tiene capacidad para introducir entre el 60 % y el 70 % del hachís que procedente de Marruecos entra en España por el Campo de Gibraltar”, aunque algunos de los colegas policiales que operan en Andalucía rebajan su papel al de mero intermediario en la compra/alquiler de planeadoras o búsqueda de pilotos.

¿Qué hacía este individuo, miembro del grupo conocido como ‘los Parrado’, en Galicia en esas fechas? No hay respuesta concreta. Se sabe que llegó en una furgoneta nueva Peugeot Rifter, que figura a nombre de una empresa de la localidad gaditana de Conil de la Frontera, que estuvo varios días y que se fue por Portugal. En aquellas fechas los grupos policiales antidroga estaban pendientes, alertados por la DEA, de la llegada del primer narcosubmarino transoceánico y la presencia de ese sujeto, vinculado o no a los Castaña, “era plato secundario”, como gráficamente reconoció una fuente.

Fue el 25 de febrero de 2020 cuando se estableció otro dispositivo de vigilancia en el bar Orballo, en Sárdoma-Vigo. Allí se citan, entre otros, Juan Carlos Santórum y su número dos, Emilio X. Rodríguez Castro con Sergio R.T. y Fidel Fernández, cuatro pesos pesados según los investigadores, de las operaciones que estaban en marcha (las de los tres buques que iban a traer a las costas gallegas más de dos docenas de toneladas de cocaína).

Los agentes descubren que aparece allí, en el mismo coche que el intermediario Sergio R.T., otro vecino de La Línea, Miguel Ángel Marchena Rodríguez quien, para despistar, aparece con una niña de unos 10 años. Este sujeto tiene dos antecedentes por tráfico de drogas y se encuentra inmerso en otro proceso por el que un Juzgado de Vélez_Málaga le retiró el pasaporte y le impuso la prohibición de abandonar el país.

Ni Udyco, ni Greco, ni SVA saben a ciencia cierta a qué obedecía su presencia pero dada la importancia del resto de sus interlocutores se plantearon muchas. Cuentan desde Andalucía que se trata de otro piloto de lanchas y especulan con la posibilidad de que estuviera “gestionando gomas” (buscando lanchas) o “camioneros” (transportistas).

Pero les resulta sospechoso que uno, Roberto Parrado viniera a Galicia coincidiendo con la llegada del narcosubmarino (noviembre de 2019) y que Marchena lo hiciera cuando los Santórum estaba con los preparativos para salir a por la cocaína del Karar. ¿Casualidad o hay algo más? ¿Se aceleró el operativo contra los Castaña ante el temor de que entraran en el mercado de la coca? El tiempo dictará sentencia.

¿Contactos entre narcos gallegos y andaluces?

··· No es la primera vez que las fuerzas policiales antidroga detectan contactos estrechos entre los narcos gallegos que se dedican al tráfico de cocaína y los andaluces centrados en el hachís. Pilotos de planeadoras del norte también están acostumbrados a cruzar el Estrecho y el propio Sito Miñanco se instaló en Algeciras cuando quedó en libertad condicional. Es una relación bien antigua.

Los mayores narcotraficantes de hachís entre Marruecos y el Campo de Gibraltar
A finales de septiembre, un gran golpe policial detuvo a Antonio Tejón y desarticuló a la organización que lideraba junto a su hermano

Hasta 400 efectivos policiales de Sevilla, Huelva, Málaga y Cádiz se desplegaron en el marco de la operación Dismante contra la organización de narcotráfico de hachís más activa de la comarca gaditana del Campo de Gibraltar, la del clan de los Castaña. Lo hicieron en una acción conjunta que se inicio a media mañana del lunes 14 de septiembre cuando un grupo de agentes de los Grupos Especiales de la Guardia Civil apresaron a Antonio Tejón cuando salía de fichar del juzgado de La Línea, se encontraba en libertad condicional desde julio y cada 15 días tenía que comparecer en sede judicial.

El líder de la banda de los Castaña, junto a su hermano Francisco (que lleva un año entre rejas) no se esperaba el recibimiento. Como tampoco aguardaba que, al mismo tiempo, los cuatro centenares de agentes pusieran en marcha el dispositivo que incluían cuarenta registros en localidades del Campo de Gibraltar, especialmente en La Línea de la Concepción, así como en el resto de la provincia de Cádiz y en otros municipios de Málaga, Huelva y Sevilla.

¿El resultado? 32 detenidos, 142 investigados, incautadas cerca de diez toneladas de hachís en varios alijos preparados por esta organización, además de armas, dinero en efectivo, documentación y vehículos.

Era el resultado de meses de investigación en los que se averiguó que la organización funcionaba a modo de cooperativa y contaba con dos ramas operativas y otra de logística. Cada una de las ramas operativas contaba con una “sucursal”, en caso de que la presión policial les impidiera operar en su “zona de confort”, operando en el río Guadalquivir y en la provincia de Huelva.

La rama de logística se dividía a su vez en otras tres: la de los narcoembarcaderos, la de cambios de tripulación y los repostajes y, por último, la de adquisición de lanchas. En Ciudad Real, la organización contaba con una empresa de transporte que recogía las embarcaciones en la costa para prepararlas y así evitar la presión que tenían de la Guardia Civil en Andalucía.

Entre las extremas medidas de seguridad que tomaba la red con el fin de dificultar la investigación, los agentes comprobaron que había personas con medios aéreos no tripulados que controlaban los movimientos de las patrullas, además de contar con los llamados “puntos”, que vigilan durante los alijos, las botaduras y los repostajes. Además, los pilotos de las embarcaciones del grupo usaban barcos pesqueros como parapetos para esconderse y evitar ser vistos desde la costa hasta llegar a la zona de alijo. Una auténtica banda jerarquizada.

04 oct 2020 / 00:00
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