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Pablo Vázquez llevaba varios años en el punto de mira de agentes antidroga gallegos

El ‘narcopatrón’ detenido en Polonia fue investigado antes de la pandemia y de la detención de su ‘socio’ Carlos Silla el pasado verano // Era un objetivo prioritario aunque hasta el alijo de Huelva no se pudo probar su vinculación con el tráfico de cocaína

Una generación de jóvenes de Arousa, que ahora superan ampliamente la treintena, se sintieron atraídos por el mundo de la vela a principios de este siglo, cuando Fernando Echávarri y el vilagarciano Antón Paz lograron el oro olímpico en Pekín 2008 y dos campeonatos del mundo.

Las escuelas de vela empezaron a proliferar en la comarca y de allí salieron navegantes que al no seguir por la vía deportiva optaron a encauzar su vida en el mercado laboral. Pero hubo unos pocos que decidieron cruzar la frontera que separa el bien y el mal.

Carlos Silla Otero y Pablo Vázquez Brea son dos de los que tomaron el camino de dejar de lado el trabajo duro de un deportista y dedicaron sus habilidades como navegantes al mundo del narcotráfico, donde el dinero se gana de forma mucho más fácil. Se convirtieron en avezados navegantes con una cualidad muy valorada en el mundo del narco: no se arrugaban ante nada, se lanzaban a la mar con mal tiempo y no les importaba incrementar la capacidad de sus yates para cargar más droga.

Ambos se convirtieron en dos de los narcopatrones más cotizados de España. Aunque naturales de la comarca arousana, uno de Vilagarcía y otro de Renza-Vilaxoán, pasaban buena parte de su tiempo en Andalucía y el Levante al servicio de las mafias internacionales; eso sí, nunca rompieron amarras con su tierra, donde durante mucho tiempo pasaron desapercibidos para los ciudadanos, pero no para los cuerpos policiales antidroga.

Carlos Silla fue detenido el pasado mes de octubre en aguas portuguesas cuando patroneaba un yate con más de 5.500 kilos de cocaína, el mayor alijo de esta droga decomisado en un velero. Su nombre apenas era conocido, pese a tratarse del número uno entre los narcopatrones gallegos. Algunos llegaron a situarlo al nivel de los principales pilotos de planeadoras de Arousa.

Esta pasada semana se conocía que uno de sus colegas más próximos, Pablo Vázquez Brea, era detenido en Polonia por agentes de la Policía Nacional, en una operación conjunta con las policías de Suecia, Francia y Holanda, junto a la Europol, cuando intentaba viajar a Ucrania para hacerse con un velero para llevar a cabo una nueva operación.

De esta forma, el segundo miembro de una nueva hornada de narcotransportistas gallegos saltaba a la palestra y, como en el caso de Silla, se le vinculaba directamente con cárteles colombianos. Éstos contrataban sus servicios para transportar importantes alijos de cocaína desde las costas sudamericanas, especialmente Venezuela, hasta países africanos como Senegal, Ghana o Marruecos para, a continuación, subir hacia la península ibérica. Fuentes policiales y judiciales consideran que Vázquez Brea lleva una década, algo menos que Silla Otero, cruzando el Atlántico en veleros cargados con cocaína, especialmente en los cuatro últimos años.

EN EL PUNTO DE MIRA. Pese a que se trataba de un gran desconocido, los agentes antidroga y algunos jueces gallegos llevaban tiempo tras los pasos de este treintañero de Vilaxoán. Su nombre aparece en varias investigaciones policiales abiertas en nuestra comunidad antes de la pandemia, con seguimientos e intervenciones telefónicas incluidas, pero nunca se pudo probar fehacientemente su participación en hechos delictivos, a pesar de los numerosos indicios, pero no pruebas, que existían.

“Pablo Vázquez era un tipo muy escurridizo que desaparecía durante largas temporadas y volvía a aparecer”, cuenta una fuente policial que recuerda que “siempre adoptaba muchas precauciones. Nunca decía una palabra de más y procuraba alejarse de zonas calientes de presuntos narcotraficantes”. “Sabíamos que se dedicaba a eso, pero hasta el alijo de Huelva no pudimos vincularlo”, añaden.

Se refiere esta fuente a un hecho ocurrido en la denominada marea blanca de la coca llevada a cabo durante la pandemia cuando los cárteles colombianos pusieron en marcha un operativo para inundar Europa de polvo blanco. En el caso concreto de Pablo Vázquez se le relaciona directamente con un alijo de más de tres toneladas de cocaína que fueron cargadas en un velero que tripulaba y que llegó con éxito a las costas andaluzas.

Más de la mitad de la coca fue descargada y nada se supo de ella. El resto sí que fue localizada y se convirtió en el principio del fin para Vázquez Brea, Era el mes de enero de 2021 cuando una operación policial permitió intervenir parte del cargamento de cocaína, concretamente 1.623 kilos de droga localizados en una caleta de un garaje situado en pleno centro de la capital onubense, en concreto en la calle Nicolás Orta, en el barrio de Isla Chica.

UN PASO EN FALSO. En ese momento fueron arrestadas las dos personas encargadas de la custodia, pero el patrón de la embarcación logró huir, aunque dejó bien visibles sus huellas dactilares y la ropa que llevaba durante la travesía. Era el eslabón que le faltaba a los agentes antidroga para poder pedir a la autoridad judicial su apresamiento y que fuera atendida. No como había ocurrido en ocasiones anteriores.

Pero como relataba la fuente antes citada, los estupas estaban ante un sujeto muy escurridizo que contaba con medios económicos suficientes y contactos sólidos para tratar de capear el temporal. Además ya era consciente de que estaba en busca y captura.

El gran temor de la policía era que pudiera abandonar España y, por eso, desde la Audiencia Nacional se dictó una orden internacional de detención, aunque algunas fuentes consultadas por este periódico no descartan que buena parte del tiempo transcurrido desde las detenciones en la capital onubesa lo haya pasado escondido en Galicia, donde habría recibido el encargo de buscar un yate en Ucrania con el que poder realizar otra marea importante.

Se sospecha que el intermediario que llevó a Pablo Vázquez a moverse fue un conocido narcotransportista gallego para el que trabajó directamente en otras ocasiones: la oferta económica era mareante. Y por eso dio el paso.

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Los dos patrones más cotizados de Arousa

··· “Pablo Vázquez Brea forma parte de la última hornada de narcotransportistas. Era uno de los patrones de veleros más cotizados. Le pagaban a partir de medio millón de euros, de ahí para arriba. Él y Carlos Silla Otero eran los dos patrones de veleros más cotizados de las Rías Baixas”, contaba una fuente policial a EL CORREO GALLEGO tras la detención del vecino de Vilaxoán en Polonia cuando se disponía a cruzar la frontera con Ucrania para hacerse con un yate.

Los agentes antidroga consideran que con la detención de ambos individuos se le propina un golpe muy duro a la logística de grupos mafiosos instalados en España. “Hay otros que acabarán ocupando su lugar, pero estos dos tenían muchos contactos y algo muy importante: la confianza de los cárteles colombianos”, añaden.

Nuevo perfil: amantes del dinero fácil y fiestas en zonas de ocio de lujo

Tanto Carlos Silla Otero como Pablo Vázquez Brea acudieron a clases de navegación siendo muy jóvenes y aprendieron demasiado rápido. También decidieron pronto irse a Andalucía donde tenían más ofertas laborales para sus actividades ilícitas. Se curtieron en el tráfico de hachís en el Estrecho y fueron de los primeros en ofrecer sus servicios en veleros para sustituir a las fórmulas más clásicas de pesqueros o planeadoras que salían a por los alijos a alta mar.

La normativa que limitó el uso de las lanchas rápidas en nuestro país jugó a su favor como alternativa en el mundo del narco. Además, el incesante trasiego de yates y veleros por las costas españolas facilitaba que pudieran pasar desapercibidos.

A ellos les gustaba navegar y podían pasarse semanas a bordo de sus embarcaciones lejos de los controles policiales. Tenían buenos contactos tanto entre los cárteles colombianos como en algunas de las organizaciones mafiosas instaladas en el sur español, que no dudaban a la hora de reclamar sus servicios pese a sus elevadas tarifas.

Silla y Vázquez también tenían gustos comunes. Como movían mucha pasta y son jóvenes les gustaba lo que conlleva el dinero fácil. Eran asiduos a las mejores fiestas en los locales de ocio exclusivos en Marbella o Ibiza, en Madrid o Barcelona, siempre bien acompañados y generosos con sus amigos, según reconocieron fuentes policiales.

Amantes de la velocidad solían acudir también a pruebas de automovilismo o motociclismo y a competiciones de lanchas rápidas. Es decir, disfrutaban de la vida. En el caso de Carlos Silla, incluso se permitió realizar un curso de sumiller en la Escuela Española de Cata: le gustaban los buenos vinos.

Otra coincidencia entre ambos es que muy pocos de sus amigos de adolescencia mantienen vínculos con ellos, aunque sí que se relacionaban con jóvenes arousanos con habilidades como navegantes dispuestos a dar un paso y cruzar la línea que les lleve a trabajar en el mundo del nacotráfico. Ahora tanto a Carlos como a Pablo les espera una larga temporada encerrados en prisión.

Archivada la investigación por la muerte de un joven de A Illa en un narcovelero
El juzgado de Vilagarcía cerró provisionalmente el caso // Hace un año su madre denunció que nunca volvió a su casa

¿Qué le pasó a Ismael Dios? ¿Dónde murió este joven de A Illa? ¿Iba O Xavi (como era conocido por sus amigos) en un narcovelero? ¿Se cayó por la borda en un accidente o lo mataron? Esas preguntas desde el punto de vista judicial no tendrán respuesta, al menos hasta que aparezcan nuevas pruebas o testimonios sólidos que permitan abrir nuevas vías de investigación.

Para la titular del Juzgado de Instrucción número uno de Vilagarcía de Arousa no hay posibilidad de seguir avanzando ya que, tras siete meses de declaraciones e investigaciones decidió dictar el auto de archivo provisional de la causa ya que, según la magistrada, “de lo actuado hasta el momento no queda justificada la perpetración de delito”. Punto y aparte.

En el mes de agosto de 2021, en plena oleada de narcoveleros cargados de cocaína procedentes de Sudamérica, en A Illa de Arousa comenzó a circular el rumor de que un conocido joven, muy aficionado a la música, había desaparecido, que nadie sabía nada de él. Se trataba de Ismael Dios, O Xavi, de 32 años.

Se hablaba de que Ismael había muerto durante una operación de narcotráfico e, incluso, se llegó a comentar que su cadáver iba a ser desembarcado en el puerto de Xufre durante la noche. Se hablaba de que compañeros del fallecido se habían puesto en contacto con su familia, pero ningún cuerpo llegó a tierra. Como entre sus parientes nadie comentaba nada se especuló con la posibilidad de que hubieran recibido una importante cantidad de dinero.

Fue a mediados del mes de octubre, coincidiendo en el tiempo con la detención de Carlos Silla en Portugal, cuando se llevó a cabo un importante despliegue policial en A Illa para interrogar a personas del entorno de Ismael Dios. Allí empezó a hablarse con claridad de que el joven se había embarcado en un velero para participar en una operación de narcotráfico.

Los primeros días del mes de noviembre quedó claro que el joven formaba parte de la tripulación de un narcovelero y se barajaban dos hipótesis. Una era que un golpe de mar se lo había llevado por la borda durante una guardia nocturna y que sus compañeros se enteraron cuando fueron a relevarlo y no estaba. La otra, más trágica, era que había muerto en una disputa o que se trataba del garante humano de la operación y pagó con su vida al frustrarse el desembarco de la cocaína.

Se abrió una investigación policial y como lo ocurrido ya saltó a los medios, y era un clamor entre los vecinos, la madre de Ismael decidió presentar denuncia por su desaparición en la Comisaría de Vilagarcía, desde donde se dio traslado al juzgado de Instrucción número 3 de Vilagarcía que estaba de guardia. El caso derivó después al 1 por reparto.

Mientras tanto, en la oficina de denuncias anónimas de la Policía Nacional, se recibió información de que el joven formaba parte de la tripulación de un narcovelero procedente de Sudamérica junto a tres personas más. Aportaba datos sobre las identidades de los marineros e, incluso, sobre los posibles organizadores del envío, aunque nada concluyente.

En cuanto a las declaraciones recabadas entre los familiares del desaparecido, poco se sacó en limpio, aunque la madre sí reconoció que su hijo había embarcado en un velero y sospechaba que traía cocaína, aseguró sentir miedo ante posibles represalias y fue tajante a la hora de desmentir que recibiera alguna cantidad de dinero por guardar silencio.

Las investigaciones policiales no lograron avanzar y la jueza tomó la decisión de archivar provisionalmente la causa abierta por la desaparición.

05 sep 2022 / 00:00
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