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La desaparición de las térmicas conllevó problemas sociolaborales, pero contribuyó a mejorar la calidad del aire // La estrategia de la economía circular de la Xunta apuesta por las actividades agroganaderas, pesqueras y forestales. TEXTO Alberto Martínez

Progresa la sostenibilidad ambiental en la autonomía

La riqueza natural en la comunidad autónoma gallega es evidente. Si su territorio apenas pasa de 5,8% del total del Estado los 1.890 kilómetros de costa se acercan al 18,4% de todo el litoral nacional. Son parte de los datos globales que se recogen en el Perfil Ambiental del Ministerio de Transición Ecológica.

Las circunstancias meteorólogicas de cada año hacen variar algunos de los parámetros analizados en este informe, al afectar la secura, el viento o las lluvias a cuestiones como los incendios forestales o la producción energética eólica o hidráulica. Sin embargo, otros dictan que se avanza adecuadamente en las protecciones del medio natural, aunque hay quejas de grupos ecologistas en la apuesta por especies árboreas fóraneas de crecimiento rápido para el consumo industrial.

Una cuestión que mejoró la calidad del aire y que en parte ya se ve en las cifras de 2019, es el cese oficial de actividad de la central térmica de Meirama en el último verano, porque su producción había finalizado meses antes, y también que la de As Pontes estuvo bastante tiempo sin consumir carbón. Ambas situaciones repercutieron negativamente en el empleo e industria pero positivamente en el medio ambiente gallego. Cuando se conozcan las cifras de 2020 la mejora habrá sido mayor.

Así, según otro reciente documento sobre el aire, publicado por la Consellería de Medio Ambiente, los datos registrados a lo largo del pasado año muestran unos niveles de contaminación inferiores respecto al año 2019 en el dióxido de nitrógeno, así como en la medida de las partículas PM10. Cierto es que ayudó la caída del tráfico durante los meses más restrictivos en la pandemia, pero también la carencia de emisiones de las centrales térmicas.

En el Perfil Ambiental ministerial, se apunta que en 2012 en Galicia el porcentaje de generación de electricidad de origen renovable (básicamente presas hidráulicas y parques eólicos) respecto al llamado mix total, era del 45%, y aunque bajó en 2017, posiblemente por el tiempo (la Aemet calificó ese año de extremadamente cálido, al tener la temperatura media la más alta desde 1965), hasta el 40,5%; en el año 2018 ese porcentaje subió al 55,4%; y en 2019 llegó al 65,2%. Un porcentaje que, cuando se conozcan los datos, previsiblemente será mayor en 2020 ante la caída del consumo del carbón.

Otro informe, el de Red Eléctrica Española 2019, sitúa a Galicia como la cuarta autonomía que más potencia tiene instalada de energía renovable moderna (eólica y fotovoltaica) con 11.426 megawatios, tras Andalucía, Castilla y León y Cataluña, y la quinta que más electricidad consume en total, con 18.351 gigawatios, después de Cataluña, Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana.

La estructura de la superficie terrestre protegida es similar porcentualmente en Galicia y España, un 32,6% por ciento del territorio autonómico, es decir abarca 970.116 hectáreas de las 2.974.690 que tiene la Comunidad, ya que tan solo son dos décimas más en el total nacional. Por ello la Xunta, en su estrategia de la economía circular hasta 2030, considera que Galicia presenta un gran potencial para avanzar en la misma de acuerdo con el peso específico de actividades tradicionales como las agroganaderas, pesqueras y forestales, en las que se demuestra gran capacidad tanto en la I+D+i cómo en la competitividad e internacionalización de sus actividades.

Hay que recordar que la estructura del empleo en la autonomía difiere con la nacional. Así, en la autonomía el 6,3% –más del doble del peso del sector primario en España– se dedica a la agricultura con un valor añadido bruto (VAB) del 4,8%, el 6,2% a la construcción (6,9% de VAB), el 15,7% a la industria (18,5%), y el 71,8% a los servicios (60,3%).

Retornando a las diversas protecciones en el territorio autonómico, algunas de las cuales se superponen en sus ámbitos, de forma desglosada corresponden a la de los espacios naturales unas 359.415 hectáreas, el terreno incluido en la Red Natura 2000 asciende a otras 355.283, en el convenio Ramsar de protección de humedales otras 4.563, y en el llamado MaB (programa de la Unesco sobre el hombre y la biosfera) llega a las 726.535 hectáreas.

Otro detalle importante es el número de incendios forestales habidos. Así de los 5.154 conatos de hasta una hectárea que se produjeron en 2018 en España 1.189 (el 23%) tuvieron lugar en Galicia, y de los 1.989 que quemaron más de una hectárea, 247 (el 12,4%) afectaron al territorio de la Comunidad Autónoma. Fue un año, dentro de lo que cabe tranquilo, porque en el precedente, extremadamente cálido, al ser la temperatura media la más alta de la serie desde 1965, hubo 2302 conatos (el 26,4% del Estado) y 947 incendios (18,6% del total nacional).

En cuanto a la superficie arrasada por el fuego, los datos de 2018 apuntan a un total de 2618 hectáreas de las 25,162 que ardieron en España. Con una mayor precisión en la autonomía gallega, casi 740 fueron en terreno arbolado y poco más de 1.878 de matorrales y monte bajo. En la comparativa con el año precedente fue un gran avance ya que en 2017 se habían quemado casi 61.902, de las que poco más de 29.278 se correspondieron con superficie arbolada y las algo más de 32.623 restantes a matorrales y monte bajo. Cierto es que éste fuera un ejercicio excepcional.

BAJÓ LA GENERACIÓN DE BASURA

En el ámbito del consumo, en el Perfil Ambiental se aporta los litros de agua que utiliza cada habitante por día. En este dato que se da la circunstancia que mientras sube en Galicia desde los 131 litros utilizados en el ejercicio de 2010 a los 138 hace dos años (un 5,3% más), en la media de España retrocede desde los 142 a los 136 (un 4,2% menos).

Descenso de los residuos. Donde va más lento el progreso es en el reciclaje. Cierto que mejoró porque en Galicia no se crean tantos residuos como en la media del Estado, pero los datos ofrecidos en el informe señalan que de los 423,8 kilos por habitante enviados a la basura en 2010 por los gallegos se bajó a los 407,9 seis años después, mientras que España fue desde los 523,6 a los 471 kilos por persona.

Desglose por tipos. En Galicia en una década hubo un descenso en los residuos mezclados desde los 358,3 kilos por habitante a 343,3; en los de papel y cartón de los 16,8 kilos por persona a los 12,7, mientras que ascendieron los apartados del vidrio, desde los 14,1 kilos a los 15,2, y en los envases mixtos y embalajes mezclados, de los 8 a los 8,4 kilos.

14 feb 2021 / 01:00
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