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Se dispara la demanda de los terminales que permiten un registro horario sin contacto // Reconoce el rostro a través de un algoritmo, pero no compromete los datos TEXTO Íñigo Caínzos

Reconocimiento facial para un fichaje sin Covid

¿Se acuerdan de las películas en las que para atravesar ciertas puertas, el protagonista pasaba unos novedosos sistemas de reconocimiento facial? Hace no mucho tiempo, estos sistemas parecían exclusivos de la ciencia ficción o de enclaves de máxima seguridad. Pero cada vez están más cerca de formar parte de nuestro día a día. Sucede con el reconocimiento facial de los teléfonos inteligentes, y es el nuevo sistema de fichaje por el que están apostando muchas empresas.

Bodet es la compañía que está acelerando en su implantación en Galicia y en España. Se trata de un terminal ante el que sitúan los empleados y, en cuestión de segundos, quedan inmediatamente reconocidos. Un algoritmo que lee determinados puntos de la cara y permite fichar cuando entra y cuando sale un empleado del puesto de trabajo.

Se trata de una tecnología que estaba abriéndose paso en el mercado poco a poco, sorteando las reticencias propias de quienes tenían miedo sobre lo que pudiera pasar con sus datos. Pero la pandemia ha borrado de golpe y plumazo las dudas y ha disparado la demanda un 80%.

¿Las ventajas? La más evidente, en tiempos de coronavirus, que no hay contacto de ningún tipo el usuario y el aparato. Con tal de que se ubique a menos de un metro de distancia, queda fichado. Ni firmas en un papel, ni tarjetas, ni huellas dactilares en un lector. El aparato reconoce incluso con gafas de sol... o mascarilla protectora.

Isabel Cantó es la directora de Bodet en España. Explica que ellos estuvieron en el lugar adecuado en el momento oportuno. Porque estaban desarrollando y dando a conocer su tecnología aprovechando el decreto de 2019 que obliga a todas las empresas a llevar un registro de sus empleados, y la pandemia obligó a acelerar los procesos.

“La gente quería ir más allá” de los sistemas de huella dactilar, “y esto es contacto cero”. “Estábamos desarrollándolo, pero la pandemia nos hizo ponernos manos a la obra. El mercado lo ha demandado mucho”, explica Cantó. En concreto, la demanda creció un ochenta por ciento en los últimos meses.

Fundamentalmente lo demandan empresas privadas, de todos los sectores, pero con algo más de intensidad en la industria y en el sector servicios. En el sector público la demanda es bastante menor. Cantó comenta que “a la empresa privada le aporta seguridad y refuerza su imagen, al utilizar tecnología puntera”, y agrega que es beneficioso para las compañías y para los empleados: “Permite controlar las horas extra, el absentismo y el fraude que se producía con las tarjetas”.

Con el reconocimiento facial, según la directora de la compañía, no caben las trampas. Si un empleado pone la foto de un compañero delante del terminal, “no va a funcionar”. “No se guardan fotos, sino algoritmos, y se pide un leve movimiento para capturar volúmenes”.

La protección de datos es algo que preocupa a muchos, pero tanto Cantó como Carlos Carballo, delegado comercial en Galicia, llaman a la calma. Insisten en la idea de que el sistema no guarda fotos ni las vincula a los nombres, sino que traza algoritmos al reconocer puntos de la cara. “Si robasen la base de datos, nunca podrían vincularla con un empleado”, aseguran.

Los precios, según Carballo, no desentonan con los lectores de tarjetas o de huellas dactilares implantados en la mayoría de las empresas. Así, explica que “hay que asociar el terminal a un programa. Dependiendo de ese programa, de lo que quieras que haga, varía el precio. Si es básico, ronda los 1.400 euros”. Detalla que en Galicia “ha habido una avalancha de solicitudes de información, un crecimiento exponencial”.

¿Qué opinan los empleados? En algunos casos hubo alguna reticencia inicial, precisamente por miedo a que sus datos pudiesen circular. Una vez superados estos temores, la satisfacción es mayoritaria.

Beatriz López, encargada de sala en una cafetería, no escatima en elogios: “Es estupendo”. Lo dice una empleada en la que, hasta hace unas semanas, llevaban un sistema de registro en papel. “Como pasar de la noche a la mañana”.

En una línea similar se expresa Julia Gallego, responsable de recepción en un albergue. Ambas se quedan con la ventaja de la “mayor seguridad” al reducir a cero contactos con máquinas que tocan diferentes personas, por más que se desinfecte con gel. La rutina, a veces, lleva a que se dejen de lado algunos protocolos. “Resulta primordial evitar contactos innecesarios, para protegernos a nosotros, pero también para hacer más seguro el contacto con nuestros clientes”, asevera.

29 abr 2021 / 14:11
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