“Sin los ERTE el paro hoy sería el triple o más, hay que salir de ellos con orden”

La recuperación, cuando llegue... ¿será rápida o no?

Todo va a depender del comportamiento del virus y la respuesta de la sociedad. El mejor de los escenarios sería aquel en el que no hay rebrotes significativos y no se producen más confinamientos; pero también en el que las medidas de distanciamiento interpersonal distorsionan de forma decreciente nuestra vida. En ese caso, en el Foro Económico de Galicia manejamos un decrecimiento del PIB de -8,5% en 2020 y una recuperación vigorosa en 2021, de forma que ya en el primer semestre de 2022 podríamos volver al nivel de cierre de 2019. Si, en cambio, factores como el distanciamiento social, pérdida de confianza y reducción de la movilidad ralentizan de forma sustancial la normalización de la vida económica, nos podríamos ir al -13 %.

¿Hay que ir con calma?

Si corremos demasiado para normalizar la vida, si no cumplimos con las normas de salud pública y tenemos un rebrote en unos meses que nos obliga a un confinamiento como el vivido en el trimestre actual, podríamos irnos al -19 %. En los escenarios segundo y tercero, la recuperación del nivel precrisis no llegaría antes de 2023. Tenemos que ser capaces de movernos en el escenario uno sin pasarnos de frenada y acabar en el tres. Hagamos caso a los epidemiólogos.

¿Qué sectores lo pasarán peor?

Las ramas productivas más afectadas y que tardarán más en recuperarse son hostelería y actividades culturales, artísticas y recreativas; en conjunto, el sector turístico y cultural. También va a pasar un año difícil el comercio, fundamentalmente la venta de automóviles y el minorista. Y en un tercer nivel de afectación, la industria manufacturera al margen de la alimentaria.

¿Cuáles mejorarán antes?

Las que mejor lo están llevando y el covid-19 les afectará menos, en términos comparados, son energía, agua y saneamiento, el sector primario en general, sanidad, e industria alimentaria. Pero atención: cuando se desciende el nivel de análisis, nos encontramos con empresas en estas ramas que lo están pasando mal, porque entre sus clientes principales están empresas de ramas muy afectadas. Las interconexiones económicas hacen que prácticamente nadie se vaya a librar de los efectos negativos. Y hay que tenerlo en cuenta a la hora de definir el ámbito subjetivo de las medidas que se adopten.

¿Se puede comparar esta crisis con la que arrancó en 2008?

En un primer momento hubo esa tentación; sobre todo porque parecía que la caída del PIB en 2020 sería similar. Pero ahora sabemos que será muy superior, más del doble y, por tanto, creo que no tiene mucho sentido compararlas. El origen de la que arrancó en 2008 era interno al sistema, provocado por varios desequilibrios, como la burbuja inmobiliaria, fragilidad del sistema financiero, excesivo endeudamiento... El origen de la actual es exógeno, más allá de que la globalización. Sin duda, las pandemias, el cambio climático, las crisis financieras globales o el terrorismo internacional exigen que demos un paso adelante y creemos o reforcemos esas estructuras. Con muchos más recursos y capacidad política.

¿Es positivo cubrir con ERTE a los trabajadores y con ceses bonificados a los autónomos?

Sin ninguna duda, el Ministerio acertó al apostar por los ERTE como solución coyuntural. Sin ellos, el paro hoy sería ya el triple o más que el observado. El desafío ahora es hacer una salida ordenada de los ERTE. En el comité de expertos económicos de la Xunta hemos propuesta desvincular los de fuerza mayor y Estado de alarma para empresas y ramas especialmente afectados. Pero hay que ser conscientes de que es una solución muy cara para el sector público. Por eso, hay que pensar en reducir cuanto antes el porcentaje de trabajadores afectados sin llevarse por delante a quien está directamente afectado por las normas de distanciamiento o de aforo que debemos cumplir todos. No olvidemos que Hacienda somos todos: el coste de las medidas lo acabaremos soportando los contribuyentes con más impuestos o menos servicios y prestaciones.

¿Hasta dónde puede llegar la sangría de empleo y alza del paro?

Las cifras de paro no reflejan la crudeza del momento actual por la extensión de los ERTE. Confiamos en que una mayoría de los de fuerza mayor se superen rápidamente. Pero sin duda, habrá empresas y actividades que no lo superen. El desempleo en España va a aumentar de forma muy sustancial en los próximos meses y se va a acercar mucho al 20 %. Pero si se confirma la recuperación en 2021, volvería a aproximarse a 15 %.

¿Por qué países con deudas en relación a PIB similares a las que tienen España o Italia se oponen a ayudarnos a los países más afectados por la crisis sanitaria?

No es tanto una negativa general, como específica a un instrumento: los eurobonos. En esencia, rechazan mutualizar deuda. Hay dos factores que explican esta negativa. El primero es que la solidaridad entre países es muchísimo más baja en Europa que en el seno de los mismos. En cualquier país europeo se produce un enorme trasvase de recursos entre personas, de las más ricas a las que lo son menos. Y se asume política y socialmente. No ocurre cuando pensamos en que un granjero alemán pague impuestos para financiar una prestación a un autónomo extremeño, por ejemplo. Necesitamos más Europa.

¿Y en segundo lugar?

Que es verdad que, desgraciadamente, españoles o italianos no nos tomamos suficientemente en serio la responsabilidad fiscal. Desde luego, menos que alemanes y holandeses. Y hay que entender que esto no guste a nuestros vecinos. Todos tenemos deberes: los del norte, entender que estamos en el mismo barco; cuando nos ayudan, se están ayudando a sí mismos. Y los del sur, que tenemos que ser más rigurosos en la gestión pública. La incoherencia fiscal no es una opción si queremos que luego nos respeten cuando las cosas vienen mal dadas.

¿Prevé una mayor intervención del Estado en la economía cuando acabe la crisis sanitaria?

No veo motivos para ello. Otra cosa es que parece evidente que la salud pública es un área que debemos reforzar en España; o que, a escala global, tenemos que tomarnos muy en serio el riesgo de pandemia. Hay que invertir lo necesario en inventariar los virus potencialmente problemáticos y preparar vacunas de amplio espectro. Eso supondrá miles de millones de euros. Pero calderilla respecto a lo que perdió ya el mundo por la paralización económica. Además, la OMS debería verse muy reforzada en sus recursos, pero también en sus poderes para señalar regiones o países en los que deberían aplicarse medidas de confinamiento ante un brote peligroso. Y habrá que prohibir globalmente costumbres gastronómicas que posibiliten la transmisión de virus de animales a humanos.

Este economista es editor ejecutivo de la revista Hacienda Pública Española / Review of Public Economics, y asociado de la revista e-publica; investigador del IEB y colabora con Funcas; codirector de Rifde, dirige la Cátedra de Empresa Familiar de la Uvigo. Colabora con Banco Mundial, Comisión Europea (H2020), la OCDE, el Forum of Federations, la RAND Corporation y la Assembly of European Regions, antes de coordinar el grupo de expertos anticovid de la Xunta defendió los intereses autonómicos en la Comisión del Ministerio de Hacienda por acuerdo del Parlamento gallego; participa en el Observatorio de dinamización demográfica de Galicia, el Comité que asesora a la Amtega y el Plan Estratégico de Galicia 2015-2020, sin percibir por ello retribuciones.