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Un golpe en la cabeza tras una caída, causa de la muerte de Manuel Charlín

Se le realizó la autopsia para descartar que el deceso pudiera haberse producido por causas violentas // A sus 89 años todavía tenía pendiente una causa por blanqueo

La jornada del 31 de diciembre de 2021 estaba siendo como un día más de los últimos de la vida de Manuel Charlín Gama, pura rutina. Sobre las dos de la tarde estuvo en el bar Ancora, en Vilanova de Arousa, junto a su hijo Melchor y otras personas tomando un aperitivo. Salió de allí despidiéndose del grupo con la intención de ir hasta su casa en el lugar de Cálago, cerca de la playa de As Sinas, donde reside junto al citado vástago y muy cerca del chalé que ocupaba una de sus hijas y que fue incautado en cumplimiento de una sentencia judicial.

Como era costumbre dio una vuelta por la localidad arousana y sobre las 17,00 horas llegó a la vivienda. A la espera de lo que dictamine el resultado oficial de la muerte pudo sufrir un desvanecimiento o, lo más probable, tropezar y golpearse en la cabeza, en el lugar había manchas de sangre y algunas de las personas que le vieron confirmaron que tenía un fuerte golpe. Una vecina le vio en el suelo y alertó a sus familiares al tiempo que se avisaba a los servicios médicos.

Cuando llegaron nada pudieron hacer, Manuel Charlín ya estaba muerto. El 17 de noviembre había cumplido 89 años de edad.

El cuerpo sin vida del patriarca del más conocidos de los clanes del narcotráfico gallego, el de Los Charlines, yacía en el suelo y el médico que acudió solicitó que se le realizara la autopsia correspondiente para determinar las causas de su muerte y descartar que el deceso pudiera haberse producido como consecuencia de una hecho violento. Los antecedentes de Manolo Charlín recomendaba esa forma de proceder por parte del facultativo. Eso provocará un retraso en el entierro de sus restos que, con toda probabilidad, se celebre este mismo domingo.

El nombre de Manuel Charlín Gama está íntimamente ligado a las actividades delictivas en la comarca de Arousa: fue furtivo, estraperlista, contrabandista y acabó en el mundo del narcotráfico aunque, a nivel nacional, no saltó a los medios hasta 1990 durante la operación Nécora: él era uno de los principales objetivos.

Detenido en julio de aquel año, fue sin embargo absuelto, tras pasar cuatro años encarcelado, dentro de este macroproceso, pero no le faltaron condenas: conocía la cárcel entre 1982 y 1985, y retornó a ella en 1987, donde estuvo recluido tres años más.

Su primera sentencia importante llegó sin embargo en 1999, cuando la Audiencia Nacional le condenó a 20 años de cárcel por organizar el transporte en barco de 600 kilos de cocaína desde Colombia hasta las costas de Galicia.

En febrero de 2003 fue igualmente condenado, junto a otros trece miembros del clan, a 15 años de cárcel y al pago de una multa de 2.916.000 euros por los delitos de blanqueo de dinero procedente del narcotráfico .

En 2007 el Tribunal Supremo rebajó de 15 a 13 años la pena impuesta al retirarle uno de los delitos contra la Hacienda Pública por el que había sido condenado.

Continuó en prisión hasta el 17 de julio de 2010, fecha en la recuperó la libertad gracias a la nueva doctrina del Tribunal Constitucional que hizo posible la refundición de las penas cuando se cumplen dos o más condenas. Tenía entonces 78 años y había pasado veinte años ininterrumpidos en la cárcel. Dos días después, se vio sin embargo obligado a comparecer de nuevo ante la Justicia.

Imputado por un delito de blanqueo de capitales, el patriarca tuvo que responder de ello, en el marco de la “Operación Repesca”, dentro de la cual fueron detenidas un total de 14 personas, seis de ellas miembros del “clan”.

El patriarca quedó en libertad tras depositar una fianza de 30.000 euros pero le incautaron numerosas propiedades. Pese a su avanzada edad, todavía tenía ahora cuentas por saldar: en concreto, un supuesto delito de blanqueo por el que están siendo investigados algunos de sus hijos.

Era todo lo contrario a la parodia que dibujaron en la serie ‘Fariña’

De Manuel Charlín Gama nos quedó lo más reciente. Por un lado, la parodia grotesca que del personaje hicieron en la serie Fariña, como el jefe de una violenta familia de descerebrados; y, por otro, algunos de los sucesos que protagonizó en los últimos años como la acusación de abuso sexual de una menor, sus liortas con alguna vecina, la paliza que le pegaron en su casa y alguna detención por conducir sin carné.

Nada que ver con la realidad de un hombre que con 25 años era el jefe de una poderosa organización de contrabandistas que se tuteaba con los grandes del negocio del tabaco rubio.

Un empresario que pronto tomó conciencia de la necesidad de diversificar el negocio e internacionalizar sus actividades, ante la incredulidad de sus colegas, o de pararle los pies al propio Pablo Vioque. También colocó una bomba de fabricación casera en la entrada de la vivienda de Manuel Carballo, el entonces más influyente de los capos, o metió en un congelador a un pufero de Valladolid que se negaba a pagarle un dinero que le debía.

Se enfrentó a tiros y no dudo en marcar territorio cuando algunos colombianos o marroquíes pretendían imponerle sus métodos. Era un tipo listo en este mundillo aunque, consecuencia del machismo patriarcal de una familia como la suya, no supo ver que los negocios estaban mejor en manos de su hija Josefa que en los de sus dos vástagos mayores, especialmente en el caso de Melchor y sus problemas con las drogas, lo que fue el inicio de su caída.

La familia para él era sagrada y no dudó ni un segundo en defender el honor de una de sus nietas, ultrajada por uno de los Caneos. Disputa que acabó, presuntamente por que nunca se pudo demostrar que él estuviera detrás, con el ajuste de cuentas que marcó un antes y un después en el narcotráfico gallego. Ese apego familiar le hizo pasar por malos ratos ya que prácticamente sus seis hijos (tres varones y tres mujeres) y varios nietos tuvieron problemas con la justicia al ser receptores de bienes procedentes, de acuerdo con la versión judicial, del tráfico de drogas. Pero sobre todo salió tocado tras la muerte del hijo al que él consideraba su heredero y de una nieta en un desgraciado accidente.

Manuel Charlín llegó a construir un imperio con importantes inversiones en uno de los principales puertos de China, tenía propiedades en Portugal e Italia, cuentas en Suiza y otros paraísos fiscales y negocios en países europeos o en Marruecos cuando todo se torció; primero por el desliz de Melchor con Manuel Fernández Padín y después por los líos laborales en Charpo. Se empecinó en arreglar las cosas a su manera al entender que se le estaba faltando al respeto a sus parientes y lo pagó muy caro.

No era un cualquiera pero no supo (o no quiso) separar a la familia de los negocios. Fue su ruina aunque el nombre de los Charlines ya forma parte de la historia de Galicia.

02 ene 2022 / 01:00
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