Un paraíso al alcance de todos

Existen miles de formas de disfrutar este verano de nuestro territorio. La geografía gallega llama la atención de los turistas, que acuden aquí por su potente gastronomía, un clima insuperable y cientos de paisajes apoteósicos. Las posibilidades son tan variadas que los veraneantes pueden elegir entre las 14.932 opciones que recoge el Registro de Empresas y Actividades Turísticas (REAT) de Turismo de Galicia.

Cada mes este organismo publica estadísticas fundamentales sobre esta oferta en nuestra comunidad, incluyendo los espacios que constituyen su red de alojamientos. En este sentido, los lugares contabilizados en julio se reparten desigualmente entre las provincias, concentrando la mayor cantidad en Pontevedra (6.413) y A Coruña (5.499), frente a Lugo (2.253) y Ourense (767).

Dentro de este cómputo destacan 11.129 domicilios de uso turístico (que constituyen el 74,53 % del total), 1.267 pensiones, 914 hoteles, 553 residencias rurales, 428 albergues, 291 apartamentos, 224 viviendas turísticas y 126 campings.

En cuanto a las principales ciudades gallegas, el municipio que cuenta con más establecimientos es Santiago de Compostela (999), seguido de Vigo (564), A Coruña (494), Pontevedra (237), Ourense (201), Lugo (171) y Ferrol (83). El primer puesto de la capital es totalmente justificable, ya que cada año alberga a miles de turistas por el Camino.

Uno de ellos fue Juan Amaro que, junto a tres amigos, partió de Fuenlabrada para realizar esta ruta de peregrinaje. El trayecto, que duró un total de ocho días, lo comenzaron en O Cebreiro (un pequeño pueblo lucense) para posteriormente adentrarse en la comarca coruñesa hacia la Catedral de Santiago.

A lo largo de la travesía, se hospedaron en distintos albergues para recuperar fuerzas y proseguir con la marcha. “Elegimos estos porque es lo mejor en esta clase de viajes, al contar con un servicio barato y cubrir todas nuestras necesidades”, señala Amaro, destacando que “en ellos reside un ambiente esencial que te hace sentir esta experiencia”.

Con relación a las medidas de seguridad e higiene impuestas a raíz de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, el madrileño manifiesta que “en función del albergue se cumplían o no”. Y es que, en uno de los espacios no les dejaron utilizar la cocina ni salir al patio, ya que no podían permanecer en las zonas comunes, mientras que en otro metieron a más gente de la que cabía.

“Pese a esto por lo general bien, la gente de los albergues está bastante concienciada”, concluye este viajero, apuntando que “la mayoría de estos espacios separaban las literas, limpiaban los baños tras cada uso y obligaban utilizar mascarilla, además de mantener la correspondiente distancia social”, unas pautas fundamentales para garantizar que su andanza hacia la ciudad compostelana fuese totalmente segura.

Sin embargo, nuestra capital no es la ciudad gallega con más establecimientos a disposición del viajero. Este mérito se lo lleva Sanxenxo, que cuenta con 2.116 alojamientos, siendo cerca del 14% del total de nuestra comunidad autónoma, y más que la suma de las tres urbes principales con mayor oferta turística: Santiago, Vigo y A Coruña.

Allí acuden cada verano María Victoria Ponte y su hermana Carmen, dos jubiladas que desde hace ocho años alquilan una vivienda lo más cerca posible de la playa de Silgar. Aunque suelen estar todo agosto, este año prefirieron ir en julio, porque hay menos gente y no querían aglomeraciones ante el miedo a un posible contagio por covid-19.

Sin embargo, la preocupación no canceló el descanso estival de estas pensionistas que cada temporada reafirma aún más su tradición. “Siempre venimos a esta clase de alojamientos porque sentimos la comodidad de estar en nuestra casa, algo que no nos aporta ningún otro espacio”, comenta Carmen, argumentando que acuden ahí por su formidable ambiente y clima, además de la proximidad a su domicilio habitual, situado en Pontevedra.

En cuanto al coronavirus, ambas hermanas aseguran estar tranquilas, puesto que la vivienda vacacional en la que se encuentran alojadas fue desinfectada antes de su llegada, y ellas cumplen estrictamente todas las normas de seguridad cuando salen a disfrutar de los maravillosos paseos por el náutico o del impresionante atardecer que invade esta costa. “Estamos muy a gusto, porque también tenemos unos alrededores fantásticos para visitar”, añade Victoria, refiriéndose a los litorales de las zonas de Portonovo y Areas.

Como contraposición a esta “sede del turismo” encontramos Ourense, la provincia que menos alojamientos oferta en nuestra comunidad, con un 5,14 % del total. Su capital concentra la mayor variedad de estos establecimientos, acumulando 201 opciones distintas a la hora de hospedarse, pero carece de determinados tipos de espacios, tales como apartamentos, viviendas turísticas, casas rurales o campings. Algunos de ellos disponibles, pero en otras localizaciones de la región.

Así es el caso de las seis áreas que permiten acampar en este territorio del interior. A una de ellas acudirá César Fieiras, estudiante del doble grado de periodismo y comunicación audiovisual que se imparte la USC, junto a otros dos compañeros universitarios, con el objetivo de disfrutar tres días en un entorno que no reúne grandes masas de viajeros.

“Creo que es una buena forma de aislarnos y disfrutar de la naturaleza sin estar rodeados de mucha más gente”, confiesa este estudiante, apuntando que “es una opción tranquila y económica”. Además, Fieiras cree que “no habrá tantos problemas como en otros espacios, al ser un sitio en el que cada uno tiene su lugar para instalarse y no cuenta con muchas zonas comunes”.

En este sentido, los tres jóvenes decidieron viajar por Galicia para que “el dinero se quede aquí” y porque hay muchas zonas que todavía no conocen y “merecen la pena”. “Existen una infinidad de pozas, que para mi son como paraísos naturales, y rutas de senderismo recomendables”, concluye el universitario.

Lo cierto es que, aunque estemos “en tiempos de coronavirus”, todos nos merecemos unas buenas vacaciones y nuestro territorio tiene un “don especial” a la hora de satisfacer las demandas de cualquier turista, independientemente del lugar donde escoja pasar su estadía.