“Ya tenemos casi todo ocupado este verano”

La Casa das Velas nace hace una década, cuando Iago Couto la adquiere ya enfocada a negocio. Este emprendedor invirtió unos 185.000 euros en la compra y cien mil más en reformas, desde los interiores a instalar fuera una barbacoa de piedra, piscina, los accesos... “Tarde más o menos 3 años en ponerla en alquiler”, señala, lleva siete en el mercado. Una fuerte inversión que para rentabilizarse precisa muchos huéspedes.

Registrados en Turismo, socios de Aviturga, reconoce junto a su mujer, Noelia Méndez, que “el impacto del coronavirus fue duro, hubo meses que no tuvimos reservas”. Por contra, “el verano pasado fue bueno, por ese paréntesis, esas puertas abiertas por lo que después vino lo que vino. Pero a partir de septiembre y hasta mayo nada, al estar las comunidades cerradas”. Apenas alguna ocupación testimonial de cercanías.

Ahora, tras el fin del estado de alarma, la situación ha mejorado. “Para este verano ya tenemos casi todo ocupado. Tardamos porque normalmente las reservas suelen hacerse en diciembre y enero, cuándo empiezan a llamar, y esta vez empezaron a finales de abril y ahora en mayo. Pero en un plazo de tres semanas completamos casi todo el verano”.

Este propietario es positivo y piensa “que con el proceso de vacunación avanzando podremos entrar en la nueva normalidad, cada día hay más miles de personas inmunizadas y, aunque el virus seguirá ahí, este año podremos ir ya adelante. Tiene que venir un buen Xacobeo, ahora que lo han ampliado un año más, porque la hostelería y restauración lo necesitan”.

Sobre A Casa das Velas explica que ofrece cuatro habitaciones dobles y un sofá cama, registrada para alojar a un máximo de 10 personas en sus 200 metros cuadrados repartidos en dos plantas. Tienes salón comedor, cocina y cuarto de lavadora, plancha y botiquín. “La chimenea la pusimos el año pasado a petición de los huéspedes”. Están planificando ya mejoras para potenciar el otoño e invierno, como poner jacuzzi. Y es que en un principio sólo la alquilaban los tres meses de verano, y vivían ellos de octubre a mayo. Pero desde hace algo menos de dos años decidieron arrendarla todo el ejercicio.

“La tranquilidad es lo que más se valora”, dice Iago Couto. “No se escucha ningún ruido, apenas pasan coches porque está en el extremo de la aldea, lindando con el monte, es una casa para desconectar y relajarse”. Aunque está bien comunicada, tanto por la fibra óptica que permite tener Internet de alta velocidad, como por el hecho de que de la casa a la autovía con Santiago hay 8 minutos, lleva 15 llegar a Compostela, y tiene las playas de Noia o Rianxo a 20 o 25 minutos por la vía rápida.

Su perfil de clientes principal es el de familias de 6 y 8 personas y, puntualmente, reuniones de amigos para celebraciones. Valoran especialmente la piscina, pegada a la casa, y la barbacoa de piedra que, bajo una parra, permite comer al fresco. De Madrid aún no tiene muchas visitas, y del extranjero alojó a ingleses o a cataríes.