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{ El día después }

El 4.º cuarto

    Fe antológico tanto en defensa, el Tenerife quedó en 12 puntos, como en ataque, 21 conseguidos jugando un baloncesto coral. El partido hizo honor a lo que se presuponía al enfrentarse dos de los equipos que mejor defienden en esta Liga, así lo dicen las estadísticas y así lo dejaron constatado sobre el parqué. A los de Markovic les gusta jugar con el estilo del Obra, con posesiones largas, mucha paciencia, muchos bloqueos y buscando sus mejores opciones con Tobey posteando, Ponitka percutiendo y Richotti como siempre, haciendo un poco de todo. Se les sumó inesperadamente Llompart, muy acertado desde el triple, y ahí estuvieron, generalmente detrás, pero siempre muy cerca durante los tres primeros cuartos, que fueron de un baloncesto de gladiadores, de lucha y castigo de los errores.

    Seguro que una gran parte de los aficionados, me incluyo, pensábamos en un final de partido por lo menos tan apretado como el de la pasada temporada, eso sí, confiando en un desenlace distinto. El Obra rompió el guión haciendo un esfuerzo defensivo todavía mayor y cercenando el ataque del Tenerife que no era capaz de encontrar huecos ante la gran defensa local, y, como suele ocurrir en estos casos, se recuperaron balones, se pudo correr y la euforia llevó al acierto de Navarro y Thomas, otra vez los dos, que con tres triples casi consecutivos dinamitaron el partido. El final fue puro espectáculo y, antes de emprender otras reflexiones, resaltar que volvió Benzius desde el triple, en trabajo y rebote estuvo como siempre, y Radovic cuajó sin dudas su mejor partido, estuvo omnipresente en todas las facetas y fue el MVP de la jornada. Solo nos queda resaltar que Llovet nos deleitó con un par de bailes en el poste bajo.

    Cuartos en la tabla con el Madrid, Valencia y Barça por delante, quién nos lo iba a decir a estas alturas, y aunque queremos seguir siendo de Estrella de Galicia, cada partido cuesta más no pensar en la Copa. Ahora viene un vergonzoso parón propiciado por dos dirigentes egoístas en grado superlativo, Jordi Bertomeu por parte de la Euroliga y Patrick Baumann por parte de la FIBA. Que no sean capaces de sentarse y pensar en el deporte, en los jugadores y en los clubs, demuestra su incapacidad y su ego exacerbado ya que no tiene el menor sentido un parón a estas alturas, para que la Euroliga siga reventando a los jugadores y la FIBA forzando una ventana que es el paradigma de la desvergüenza competitiva. Una pena y una situación que no es la ideal para el baloncesto en general y para el Obradoiro en particular, ya que cuando estás en súper racha lo mejor es volver a jugar al día siguiente, como decía Sabat. Un parón que conlleva que cuatro de los jugadores más importantes del equipo desaparezcan deja de ser un hándicap sustancial. De todas formas lo bailado no nos lo pueden quitar. Aúpa Obra.

    20 nov 2017 / 21:12
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