Baja el paro

EL señor Rivera ofreció una rueda de prensa para hacer saber a montes y a fuentes que ha encontrado empleo. Puesto que la noticia solo interesa a su familia y amigos, el acto debe entenderse co-mo promoción publicitaria del despacho de abogados que le ha fichado.

Suenan un tanto extrañas las razones aducidas por la parte contratante, que le atribuye dotes organizativas y de liderazgo mostradas con el lanzamiento de un partido que parecía destinado a suplir a un PP muy gastado. Pues suerte que tuvo el contratado de que le abonaran en cuenta méritos más que dudosos y no le cargaran el bestial estacazo en las urnas que puso punto final a su carrera hacia La Moncloa.

Ser líder en política exige capacidades de discernimiento que don Albert no demostró poseer en el grado necesario para su desempeño, como se vio en una serie de decisiones disparatadas que acabaron con las posibilidades electorales de su partido. Nadie ha conseguido explicar las verdaderas razones de su delirante movilidad táctica, pero todo apunta al mareo que sobreviene a los escaladores cuando se acercan a la cumbre.

Por lo cuyo cabe conjeturar que lo han contratado para aprovechar sus relaciones con los poderes políticos y económicos que habían puesto sus esperanzas en el joven aspirante a salvar la patria amenazada por el independentismo catalán y la banda del Sánchez. Como no llegó a gobernar, en su caso está fuera de lugar la manida acusación de haber utilizado su posición para prepararse la puerta de salida sin engordar la nómina de los parados. Algo de lo que podría presumir.

Hay que aplaudir que no intentara aclarar las causas de su abandono de la política: todo el mundo las conoce. Pero perdió la ocasión de quedar bien esbozando una petición de disculpas por haber defraudado a la militancia y votantes.

Profesor titular de Latín