Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Boda en Santiago con la ‘crem’ de la nobleza

Eulalia Ruiz de Bucesta, hija de los marqueses de Monasterio, se casó ayer en el pazo San Lourenzo con Carlos Guerrero // La reina Fabiola, tía-abuela de la novia, no pudo asistir al enlace

Estaba escrito. Eulalia soñaba ya desde niña con casarse en el mismo pazo que fue su patio de juegos de infancia y también, en 1983, escenario de la boda de sus padres, los marqueses de Monasterio. Con una nutrida representación de la nobleza española y europea como testigos, Eulalia Ruiz de Bucesta y Jordán de Urríes contraía ayer matrimonio en San Lourenzo con Carlos Guerrero, hijo de Carlos Guerrero Mayer Von Wittgenstein y María Jesús Vázquez de Lapuerta. Elegante y discreta, la novia entraba en la iglesia del pazo familiar del brazo del marqués de Monasterio a las 18.37 horas, solo siete minutos después de lo previsto. En el interior del templo, decorado con lilium y astromelia en tonos rosados y previamente climatizado con sistema de calefacción, le esperaba sonriente su prometido y los más de 300 invitados que arroparon a la pareja en la que, sin lugar a dudas, ha sido la boda del año en Compostela.

Oficiada por un primo de la novia, Pablo Escrivá de Romaní, a la ceremonia religiosa no le faltó ni un solo detalle. Por expreso deseo de los novios, se realizó el culto mozárabe, es decir, un rito que obliga a cubrir con un velo los hombros del novio y completamente la cabeza la novia. Emotiva y solemne, la liturgia estuvo amenizada por el coro de cámara, trompeta, violonchelo y órgano Vox Stellae. Además de los padrinos (el marqués de Monasterio y la madre del contrayente), Eulalia y Carlos quisieron conceder especial protagonismo a algunos de sus invitados más cercanos otorgándole el papel de testigos: entre ambos sumaron hasta 20.

De chaqué los caballeros, la novia puso en manos de Manuel de Vivar el diseño del que seguramente será uno de los vestidos más importantes de su vida. Además de los pendientes de su abuela, fallecida hace escasas semanas, llevaba una diadema de oro blanco y brillantes propiedad de la familia. En homenaje a la gran ausente, María Luz de Mora y Aragón, Eulalia también pidió que se incrustase paniculata perteneciente a su abuela en el ramo que portó durante el desfile hacia el altar.

Después de la ceremonia religiosa, los invitados se desplazaron por la parte exterior del pazo hasta el jardín, donde fueron recibidos por un cuarteto de gaiteiros y tamboril. El paseo estaba ornamentado con un vistoso pasadizo de velas. Tras los aperitivos al aire libre -en un espacio también climatizado para la ocasión-, los comensales accedieron al claustro y a los salones principales -decorados con centenares de velas y flores- para degustar el suculento menú firmado por el chef José Manuel Ferradás.

La novia, de 26 años, estudió Administración de Empresas y estuvo ligada profesionalmente a la multinacional Kraft. Su ahora marido, de 27, tiene la misma titulación y trabaja como auditor. Al igual que el resto de su familia, ambos residen en Madrid y se desplazan a Compostela en vacaciones. Eulalia y Carlos emprenderán rumbo a la isla de Bali en los próximos días para reponer fuerzas tras el ajetreo de la boda e iniciar su vida de casados con buen pie.

 

INVITADOS ILUSTRES. La novia es nieta del duque de Medina de las Torres y de Soma, dos veces Grande de España y propietario del pazo de San Lourenzo. No en vano, en la boda se dio cita una significativa representación de la aristocracia española y europea. Entre los invitados se encontraban los duques de Santángelo; los duques de Bournonville; la marquesa de Loureda; los marqueses de Arienzo, los marqueses de Casa Torres; los marqueses de Noya; la marquesa viuda de Poza; la marquesa viuda de Casa Riera; los condes de Palamós; los condes de Fuenclara; la condesa viuda de Montefuerte o los barones de Stotzingen. Al convite asistieron también María Dolores Mayer Von Wittgenstein y Margarita de Lapuerta, abuelas del novio; Fátima de la Cierva, tía de la novia, bisnieta del duque del Infantado y hasta hace poco esposa del marqués de Griñón; Juan Garcés, un pintor amigo de los marqueses de Monasterio; o Alfonso Aznar, hijo del expresidente del Gobierno José María Aznar.

Una de las grandes ausentes fue la reina Fabiola, tía-abuela de la novia. A sus 84 años, los médicos le han prohibido viajar en avión. Ni siquiera pudo asistir hace escasas semanas al funeral de su hermana, María Luz de Mora y Aragón.

Además de Eulalia, los marqueses de Monasterio tienen otra hija, Lucía. A sus 24 años, también sueña con casarse algún día en el pazo propiedad de la familia.

local@elcorreogallego.es

ALFOMBRA ROJA

•••La alfombra roja del pazo de San Lourenzo derrochaba glamur. La madrina, María Jesús Vázquez de Lapuerta, se decantó por un flamante vestido largo azul cobalto. También la hermana de la novia optó por el largo y lució un espectacular traje verde. La marquesa de Monasterio, por el contrario, eligió un distinguido modelo en tonos grises con adornos en terciopelo granate. En la paleta de colores que exhibieron las invitadas tampoco faltaron los tonos pastel -siempre un acierto-, el rosa palo, el rojo, los azules y el verde. El toque de distinción lo marcaron las estolas de piel, los guantes largos y algún que otro tocado sin estridencias.

 

LA MÚSICA

Entrada

H. Purcell.

Trumpet Tune

Antes Evangelio

S. Rachmaninov.

Aleluya, Blessed is the man (Vespers Op. 37)

Ofertorio

Schubert.

Noch lag die Schöpfung (Deutsche messe D. 872)

Santo

Schubert.

Heilig, Heilig.

(Deutsche messe D. 872)

Comunión

Samuel Barber.

Agnus Dei

Firma testigos

J.S. Bach.

Jesus Bleibet Meine

Freude BWW 147

Salida

Jeremiah Clarke.

Trumpet Voluntary

 

Titulillo. Los novios, que siempre manifestaronaron a la familia su deseo por celebrar su boda en el emblemático pazo de San Lourenzo, cuidaron hasta el último detalle. Desde la elección del menú y la música, hasta la decoración floral. A cargo de Dorian, para la iglesia eligieron lilium y astromelia en tonos rosados. En la zona del aperitivo cobraron especial protagonismo las orquídeas, mientras que para presidir la mesa durante la cena se decantaron por hortensias y astromelias. Las flores fueron importadas directamente de Holanda. Para realizar el paseo hacia el altar, Eulalia quiso un bouquet de paniculata con un ramillete de su abuela.

EL MENÚ

En la mesa no podía faltar un guiño a la cocina gallega. Tras los aperitivos, los comensales degustaron ragoût de lubrigante con reducción de almejas y verduritas de temporada; merluza braseada en compota de tomate al perfume de romero; y mousse de chocolate negro con crujiente de pasta y coulís de menta. La cena estuvo regada con albariño Casal Caeiro y Rioja Siglo Reserva de 2005. Como colofón, un gran baile amenizado por el DJ Javier Val (Mad Santiago).

 

22 oct 2011 / 22:18
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito