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CARMEN POMAR, PROFESORA DEL DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIÓN

“El buen político es aquel que no se deja deformar”

Doctora en Psicología por la USC. Becaria invitada en la Universidad de Connecticut, siendo alumna de Joseph Renzulli. Becaria posdoctoral en la Universidad de Virginia donde, posteriormente, disfrutó de una estancia de investigación. Fue profesora de la Universidad de La Rioja. En la actualidad Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, ejerciendo la docencia en las Facultades de Educación y Psicología.

Existe una conciencia generalizada de que estamos viviendo la era de la mujer triunfadora en las profesiones más exigentes, atribuidas históricamente a los hombres. ¿Está de acuerdo?

Creo que hemos dado un gran salto en las últimas décadas, pero me preocupan, como madre y como psicóloga infantil, las nuevas generaciones. En cierto sentido, ha habido un retroceso hacia clichés machistas que, quizá, no afecten tanto a los derechos laborales o a la ley de oportunidades, cuanto a asumir determinados roles de género nocivos para las futuras mujeres de esta sociedad. Me preocupan las paradojas en ciertas luchas sociales y esta es una de ellas, a pesar de que las campañas masivas, los mensajes publicitarios, las reivindicaciones explícitas, cumplen su cometido, considero que la raíz está en la educación que damos a nuestras hijas y, por supuesto, a nuestros hijos, en el ejemplo que ven en los adultos y en los valores que transmitimos, a veces en dialéctica de contradicción con lo que se predica socialmente. Soy muy escéptica con intervenciones educativas "ad hoc".

Hay quejas fundadas sobre los problemas de conciliación familiar y flexibilidad en el trabajo...

Hay horarios de trabajo que permiten cierta flexibilidad o que son fijos y facilitan, de este modo, la logística familiar. Creo que lo difícil es compatibilizar la maternidad con los trabajos que exigen horarios sin intervalos fijos o viajes habituales o utilizar los fines de semana para adelantar ciertas tareas o para finalizarlas. Cuando quieres competir laboralmente, y me refiero a una competición constructiva, es difícil si tienes hijos y no cuentas con ayuda. En mi caso suelo trabajar fines de semana y algunos festivos y en los últimos años he viajado mucho por Galicia y fuera de Galicia y es difícil, aprendes a hacer encaje de bolillos con los tiempos y, sobre todo, a aprovechar al máximo cuando tienes descanso y puedes estar con los tuyos. Hay que reconocer que los abuelos de este siglo ejercen una labor impagable.

¿En su ámbito con qué obstáculos se encuentra?

Trabajando en un campo tan complejo como la Psicología Educativa y, en concreto, con todo lo que se refiere a procesos de aprendizaje, hay muchas dificultades en el camino. Contribuir al cambio educativo de la sociedad no es tarea fácil, menos en una época como la que nos ha tocado vivir, en la que los avances tecnológicos y en las comunicaciones se ha convertido en un riesgo para la educación de los más pequeños. Además, heredamos un sistema educativo formal demasiado instaurado en esquemas trasnochados que son difíciles de modificar a corto o medio plazo. No obstante, asistir y contribuir, en lo que humildemente puedo, a acciones de impacto en la innovación educativa me ayuda a ser optimista con respecto al futuro. En cuanto al hecho de ser mujer, a pesar de pertenecer a una generación que presume de avances, he tenido que contemplar, todavía, ciertos prejuicios y algunos esquemas implícitos acerca de la condición diferencial debida al género en algunos ámbitos laborales.

¿En qué orden de preferencia situaría familia, profesión, estudio, relevancia social o amigos?

Soy una persona tremendamente afectiva y tremendamente emocional, para mí son prioridad los seres humanos a los que quiero, por tanto, ahí están mi familia y algunos amigos que, podemos decir, han adquirido la condición de familia, por lazos relacionados con los sentimientos y no de sangre. Mentiría si dijese que mi trabajo no es importante en mi vida, de hecho, pongo tanta pasión en lo que hago que no entendería mi existencia sin mi actividad laboral, como docente y como psicóloga educativa. Estudiar forma parte de mi trabajo, nunca dejamos de aprender. La relevancia social es o debería ser, resultado o consecuencia de los logros y los esfuerzos personales y laborales, es un efecto colateral, nunca un fin en sí mismo.

Una encuesta señala que los jóvenes vivirán peor que sus padres...

No soy nada partidaria del dicho que predica "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero sí creo que las nuevas generaciones tienen ante sí, cuando menos, un futuro mucho más incierto y convulso que el que teníamos nosotros, las generaciones de los 70 e, incluso, de los 80. Creo que esta sociedad mal llamada "posmoderna" adolece de pérdidas muy importantes referidas a los valores y al espíritu colaborativo, es individualista y, como afirma Bauman, absolutamente líquida, al asentarse en pilares demasiado móviles, inestables, caóticos, alejándose de las redes tradicionales de protección y contención. Yo, como docente, lo veo en la sucesión de promociones de estudiantes que pasan por mis manos, cada vez más informados, pero menos maduros, inmadurez prolongada, más que por factores evolutivos, por factores socioeducativos. Creo que a las generaciones venideras les faltan y les fallan los puntos de referencia y a este hecho contribuimos todos los adultos que formamos esta sociedad.

¿Qué se puede hacer en un mundo tan desigual?

Me encantaría conocer y poder argumentar la respuesta a esta cuestión. Creo que este fenómeno, al igual que otros, véase el acoso escolar, se ha dado siempre, va unido al entramado que formamos los seres humanos, lo que complica la realidad actual de la huida del sufrimiento. Es, precisamente, la complejidad de los parámetros que se han forjado e instaurado en una realidad sociopolítica muy paradójica, llena de intereses y manejada por los hilos de una manipulación tan mezquina como sencilla, gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales. Creo que la ignorancia es el peor de los males para una sociedad y no creo que sean los grandes estamentos los que la generan o refuerzan. Creo que somos nosotros mismos los que la buscamos, consciente o inconscientemente, y nos asentamos en ella, por comodidad, por exculpación e, incluso, por vagancia.

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27 ago 2018 / 22:35
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