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POLÍTICAS DE BABEL

La cancelación del Mobile

    PREOCUPA el tema de la cancelación del Mobile World Congress por la opacidad de las explicaciones dadas tanto por parte de la organización, como de las instituciones españolas. Es evidente que existe un desencuentro. Y si bien es cierto que un buen número de influyentes empresas empezaron a renunciar a su participación, en principio, velando por el bienestar de sus empleados, o como una medida de precaución ante la amenaza del coronavirus, también es verdad que España, de momento y gracias a Dios, es uno de los países europeos menos afectados.

    No sé si las autoridades catalanas e incluso el Gobierno de España fueron suficientemente diligentes a la hora de hacer explícita la garantía sanitaria que suponía nuestro país. Lo digo porque se ha sabido que algunas de esas empresas que renunciaron a participar en el evento español, han seguido adelante con su presencia en otras ferias como la tecnológica Integrated Systems Europe (ISE) que se está desarrollando en Ámsterdam.

    Si son otras las causas que están detrás tanto de la retirada de algunas empresas, como de la decisión final de los organizadores (la poderosa GSMA), deberían haberse previsto. Me refiero a rumores que están trascendiendo sobre el alto coste de la participación para las empresas en comparación con otros eventos similares, la inestabilidad política en Cataluña (incluyendo ciertas actitudes y mensajes visibilizados desde la Alcaldía en contra de la tecnología 5G), o incluso las propuestas económicas del actual Gobierno, que conllevarán subida de impuestos e imposición de tasas (Google, Tobin, etc.), que perjudicarán los intereses comerciales y las transacciones de las empresas involucradas. Las explicaciones de la organización y de las compañías, como es lógico, van a estar ahora orientadas a favorecer el cobro de los seguros; así pues, no podemos esperar una versión real de lo sucedido.

    Por su parte, las autoridades políticas, tanto catalanas como nacionales, deben valorar su actuación. Puede que hayan hecho todo lo que estaba en sus manos, o podría ser que debieran rectificar y actuar de forma más convincente en el futuro, como sucede en otros países, sobre todo en temas que tienen tanta repercusión a nivel económico y sobre la imagen que se proyecta de nuestro país. No obstante, no parece apropiado enzarzarse ahora en una pelea entre el Gobierno español y el ámbito económico (organización y empresas), sobre todo si queremos que un evento de tal envergadura e impacto económico se siga celebrando en territorio español.

    El daño ya está hecho, las pérdidas se cuantificarán en los próximos días; pero hay que tener altura de miras y previsión de futuro. Este episodio no puede convertirse en un símbolo del desencuentro entre los poderes políticos y los económicos, porque el futuro ya se anuncia gris a juzgar por las previsiones económicas que están trascendiendo.

    www.josemanuelestevezsaa.com

    14 feb 2020 / 21:07
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