Las cascadas que dan pan a Hortas

"Nos anos trinta non se podía pagar con cartos, e facíase con terras". Así fue como los vecinos de la parroquia de Dombodán consiguieron los terrenos que rodean las Fervenzas de Hortas. Este impresionante salto de agua dio y todavía da el pan al lugar donde se ubica. Actualmente está siendo reformado por el Ayuntamiento con el fin de habilitar los accesos, restaurar una de las aceñas, y hacer apta la zona para las visitas de los amantes de la naturaleza y senderistas.

El pasado de las cascadas no resulta ajeno a nadie en el lugar, pero, sin duda, el que mayor conocimiento tiene de la zona, y por ende de su historia, es Constante Fernández. Este arzuano, amén de demostrar su profunda devoción por el lugar donde lleva toda su vida, puede presumir de ser el único que conoce todos los límites entre las fincas de la parroquia. Tanto es así, que incluso se le ha tomado como referencia para el proceso de concentración parcelaria de Dombodán.

Según este historiador del boca a boca, cuando los vecinos consiguieron los terrenos, "que antes eran do convento de Belvís" -derruido ya por aquel entonces- no eran simples parcelas de tierra. Bien al contrario, porque en ellas se encontraban tres molinos que usó toda la comunidad de vecinos para ganarse el pan.

La utilización de los mismos -que eran anteriores a 1900- estaba regulada por lo que se conocía como "as pezas". "Cada veciño tiña un tempo -normalmente 12 horas- para usar o muíño e ás veces só se podía moer de quince en quince días, porque había moitos propietarios", explica Fernández. "Aínda lembro cando meu pai e máis eu tiñamos que vir pola noite a moer o millo, e sempre á luz do candil, porque daquela non había electricidade", relata.

Con el fin de aprovechar todos los recursos de la zona, los residentes en Dombodán habilitaron una serie de canales que conectaban cada uno de los molinos. En los dos primeros necesitaban utilizar "as buxas", una especie de topes que regulaban la presión de entrada del agua en las ruedas.

Para la tercera de las aceñas, los vecinos habilitaron una presa en el regato de Santa Marta -el que forma estas cascadas-. "Alí non facía falta buxa porque xa entraba suficiente auga para moer o millo, pola pendente do canal de entrada ao muíño", explica el también pedáneo de la parroquia de Dombodán.

El primero de estos molinos, en el que trabajaba Fernández con su padre, será restaurado por el Concello. De los otros dos, actualmente sólo quedan una de las paredes y los canales.

Mejorar las posibilidades

Ya pasados los años cincuenta "unha señora de Touro ofreceu a posibilidade aos veciños de facer tres muíños máis na parte alta das fervenzas". El trato era simple: se habilitaría un canal de desvío del cauce, se construirían tres nuevas aceñas y la dueña de los terrenos -pertenecientes a la parroquia de Circes, del municipio vecino- utilizaría el agua para regar sus tierras. Los residentes aceptaron de buena gana, ya que "o acceso a estos muíños era máis sinxelo para eles".

Poco después uno de estos molinos, que cuenta con dos canales de entrada de agua, fue adquirido por el padre de Eduardo Agra. "Mercamos o muíño de Hortas e dende entón usámolo para moer o millo para a nosa panadería", asegura este vecino de 80 años. Mientras que la costumbre de moler el trigo en las aceñas de la base de las cascadas se perdió, todavía se mantiene en activo la de la cumbre de estos saltos.

Y así es cómo las Fervenzas de Hortas siguen dando pan a los vecinos de las parroquias del sur de Arzúa, gracias a uno de los molinos y a la panadería Agra.