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Castellano: "Las peleas entre Vigo, A Coruña o Santiago no nos llevan a ningún lado"

"Deberían formarse elites en nuestras universidades", defiende José María Castellano Ríos, presidente de Ono y catedrático de Económicas en la UDC

Siempre en la vanguardia universal, los españoles tenemos tres soluciones para cualquier problema: la del desayuno, la que se nos ocurre a lo largo del almuerzo y la que inventamos en la cena. Si decidimos tomarnos unas copas, nuestras solvencias se multiplican al mismo ritmo de la música y de los tacones que atrapen nuestros sentidos… Sin ir más lejos, ahí tenemos el ejemplo de la siempre polémica universidad. No hay nadie que, como con el Madrid o Hacienda, tenga claro lo que se debe hacer… No falla: si por casualidad sale el tema, cualquiera, aunque sepa tanto del mundo universitario como del Espacio de Hilbert, dará cinco o seis sentencias debidamente acompañadas de esa terca expresión: "¡Te lo digo yo, que sé de lo que estoy hablando…!"

Acabo de leer esa nueva improvisación que busca cargarse definitivamente las instituciones financieras del compromiso, la vocación y la apuesta social. Aquellas que han sido refugio para pymes, familias y gentes emprendedoras con escasos recursos: las cajas de ahorro. Me escandaliza el nuevo requerimiento comunicado mediante rueda de prensa (que es por donde se han enterado los gestores de las Cajas), y llego a la conclusión de que un movimiento tan zafio no ha podido salir de alguien que tenga formación universitaria... Esto de implantar el más rabioso monopolio capitalista al sector financiero español sólo puede ser idea de alguien por quien no pasó la universidad… Por tanto, cualquier solución que se nos ocurra, más allá de recomendar la excelencia académica, será una memez con sus zapatitos, su camisita y su canesú...

"Me gusta la empresa, he pasado toda la vida trabajando para ella... Sin embargo, nunca he perdido la condición de profesor."

No es lo habitual en nuestro país…

En el mundo anglosajón es bastante habitual. Sin embargo en España, al ser la carrera académica un tanto funcionarial, es más difícil compatibilizar esos ámbitos.

¿Lo descartamos?

En absoluto. Con esfuerzo, tesón y rigor se pueden compatibilizar perfectamente.

José María Castellano es hombre que aúna el conocimiento del cátedro con el paso del gestor empresarial. Licenciado por la Universidade de Santiago, es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense y catedrático por la de A Coruña. Así que su biología se encuentra marcada por el hierro del saber de esas tres universidades emblemáticas. Aquel muchacho que becase la Fundación Barrié de la Maza y que fue distinguido en 2003 por ‘The Economist’ como ejemplo de "Empresario Ético" no ha dejado nada al azar. De rostro imperturbable y mente sólida, no se prodiga en la chanza aunque, de vez en cuando, emite un esbozo de sonrisa ante la reflexión seria. Acostumbrado a pensar a lo largo, parece consciente de que es en los pormenores donde se halla el diablo. Por ello sus gestos, pausados y medidos, cuidan cada detalle. Medalla de Oro de Galicia, su trayectoria ha venido marcada por llevar la excelencia tanto al mundo empresarial como al universitario...

"En la universidad pública hay un modelo poco eficaz. Se ha instaurado el espíritu colectivista para los procesos de decisión, organización y ejecución... La universidad ha de ser ágil. La casa del talento, el esfuerzo y la competitividad no puede funcionar así."

Los mediocres te llamarán "elitista".

Es lo que, precisamente, deberían formar nuestras universidades: elites.

No les quepa duda, cuando este gallego se pronuncia, lo hace porque "sabe de lo que habla". Lo hace desde la formación, el criterio, la experiencia demostrada y el sentido de la honestidad. Sabe bien que, ante tanto pisaverde suelto, hay que escuchar a quienes están en posesión del conocimiento…

"Nuestro futuro depende de lo que esté ocurriendo ahora mismo en las aulas de nuestras universidades…"

¡Y de lo que hagan nuestros rectores…!

El problema es que son elegidos sin un criterio objetivo de gestión.

¿Su papel?

Asegurar los recursos… Es lo que hace que perviva el prestigio de la institución.

Habrá que cambiar las mentalidades…

Cuando le propusieron al profesor Fuentes Quintana ser emérito, no aceptó…

¿Y eso…?

Porque en la comisión decisoria estaba su amigo Justo, el bedel, al que quería mucho. Entendía el profesor, con toda la razón, que Justo no estaba cualificado para decidir sobre tal asunto.

¿Vive nuestra universidad bajo las reglas de lo diletante, del nihilismo…?

Es lo que paraliza a una institución. La universidad es todo lo contrario al inmovilismo. Hay que dar un giro profundo. La carrera es muy funcionarial, muy curricular, se están desdeñando la investigación y la innovación.

¿Qué valoras del alumno?

Que esté, pero no para calentar un asiento. Hay que hacerles trabajar, pero trabajando con ellos... El alumno no puede quedarse parado, debe implicarse en su carrera, no puede caer en la indiferencia.

¿Se nos ha quedado obsoleta la universidad?

Lo que ha envejecido es el sistema educativo, que vive entre la crisis económica y la crisis de valores.

¿Cuál es la más trascendente de las dos?

La de valores, sin duda.

Me reúno con José María Castellano en uno de esos restaurantes madrileños a los que uno sólo debe acudir cuando está dispuesto a no alzar la voz. Se presenta a nuestra cita acorde con el frío y austero día que nos ha tocado. En algunos momentos, mientras prima en su discurso la economía conceptual, echa un vistazo a su Patek Philippe… Me aclara que lo hace por costumbre más que por prisa… Yo se lo agradezco. Viste con ese terno azul propio de los filántropos y gasta lentes progresivas en montura de Hermenegildo Zegna. Me cuenta las emociones vividas en su paso como docente por la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales de A Coruña, como consejero delegado de Inditex y como consejero de Argentaria. A día de hoy, este coruñés, de la quinta del 47, preside la operadora Ono.

"Todo lo que soy se lo debo a mis padres, a los que me han ayudado y a mí mismo..."

¿Dónde queda la humildad?

En un lugar muy alto. Jamás he movido nada para hacerme nombrar.

Dímelo a mí: ¡llevo tres años intentando que me concedas esta entrevista…!

Uno transmite mediante el ejemplo, sin necesidad de salir en los medios de comunicación.

Entonces, si eso es así, en la televisión sólo saldrán los mamarrachos que nos colocan los italianos…

Desgraciadamente todo se está basando en un concepto de rentabilidad económica. Hay mucha gente que puede dar ejemplo y transmitir valores. Sin embargo, no hay demasiado interés en que eso ocurra porque no produce rentabilidad a corto plazo…

¿Pagaremos caro este error?

Sin duda. Por ahí vamos mal, pero: ¿quién debe aparecer en los medios…? Desde luego yo no, eso lo tengo muy claro.

¿Entonces…?

Hay gente estupenda de la que yo aprendo mucho, ya sea en el mundo del arte, de la empresa, de la política...

¿Desconfías de los halagos?

Lo que hay que tener son los pies en la tierra siempre. Cuando un general romano entraba en la capital, tras una conquista, lo vestían con las mejores galas, le pintaban la cara con cinabrio para recordar la sangre derramada y a su lado, mientras el homenajeado agarraba un cetro de oro y una rama de olivo, un esclavo, sosteniendo una corona de laurel, le decía permanentemente: "Recuerda que eres mortal…"

No está mal…

Es imprescindible tener cerca alguien que te diga quién eres y por qué te has equivocado. Que te recuerde: "Si te pierdes, todos nos perdemos..."

¿Tu familia paterna?

Por culpa de la Guerra Civil se convirtió en una familia pobre. Mi padre supo transmitirme que nada se consigue si no hay mucho trabajo…

¿La materna?

Mi madre venía de familia muy humilde. Mi abuelo fue pescador y emigrante a Estados Unidos, donde permaneció durante cuarenta años. Ella nos empujaba al estudio, sabía bien que sólo de esa manera cambiaríamos a mejor. 

Tienes fama de ser un trabajador infatigable…

Soy lo que en Estados Unidos se reconoce como un self-made man (hombre hecho a sí mismo). Mi padre era conductor y mi madre ama de casa. Inicialmente no fui un buen estudiante. Luego, cuando maduré, ya nunca dejé de trabajar fuerte.

¿Se lo has contado así a tus dos hijos?

He procurado y procuro inculcarles la importancia del trabajo y del estudio, la honradez y la necesidad de asumir riesgos a la hora de tomar decisiones.

Eso ya no se estila…

En nuestra sociedad es bastante infrecuente. Vivimos un momento muy funcionarial, donde muy pocos son partidarios de trabajar en serio y asumir riesgos.

¿Tus alumnos?

Viven bajo un sistema educativo que no valora la toma de decisiones, el esfuerzo o el trabajo en equipo. Todo ello es un reflejo de lo que está pasando en la sociedad.

¿También en política?

La política no es mala, la hacen mala determinados políticos. Ése es otro asunto que debe cambiar.

No parece fácil…

La política no suele atraer a gente de valía con experiencia, conocimiento y valores.

¿Por qué?

No lo sé, pero en la sociedad se ha instalado esa sensación de que la política se ha convertido en un sector de arribistas…

Un drama…

Generalizar es cometer errores. En política, como en la banca o en la pesca, hay personas maravillosas. Pero los políticos deberían preguntarse por qué su profesión se valora tan poco…

Quizá porque no hay grandes exigencias, porque resulta demasiado fácil ingresar… Medrar…

Y no debería ser así...

¿La clave está en el esfuerzo?

Yo empecé a trabajar a los catorce años y hoy tengo sesenta y tres. No he parado. Todo cuesta.

¿Tu secreto?

Que durante todo ese camino también he tenido suerte.

¿Es importante?

El trabajo me ha dado gran parte de lo que soy. Para mí, desde luego, es uno de los grandes valores.

¿No crees que en este país acabamos premiando siempre al que más se escaquea?

No sé por qué tenemos esa idea de que el trabajo es una maldición divina. Incluso cuando dejamos de trabajar, lo llamamos "jubilarse", que viene de júbilo…

¿Dónde sitúas la ética?

Es la base de todo…

En la Facultad de Ciencias de la Información, las gentes de mi generación no tuvimos en toda la carrera un solo minuto de esa disciplina…

Para mí ha sido fundamental. Cuando tomas decisiones, te equivoques o no, jamás debes perder de vista a la ética. Curiosamente, en el año 2003, fui distinguido con el Premio al Empresario Ético… Valoré especialmente ese reconocimiento a una forma de estar en el mundo.

¿Te importan los detalles?

Es fundamental cuidarlos. Las cosas hay que hacerlas con amor, si no, la vida se convierte en algo parecido a un infierno.

¿La clave en la empresa?

Saber que sin un buen equipo no llegas a nada.

¿Lograste ser libre?

Para que una sociedad se desarrolle necesita ser libre. Soy un creyente de la libertad que ha conseguido serlo en la medida de lo posible.
Defínemela…

No es sólo tener derechos, es asumir todas las obligaciones que nos corresponde afrontar...

¿La autoridad?

Webber distinguía entre autoridad y poder. La autoridad es lo que tiene una persona como consecuencia de sus valores y atributos. El hombre con autoridad es el capaz de trasladar esos valores a los demás. Tiene que ver con la libertad.

¿Y la solidaridad?

Pensar en los demás, en las generaciones que nos sucederán.

¿Para qué?

Para dejarles un futuro sostenible, mejor que el que hemos vivido.

¿Qué es la sostenibilidad?

Suelen relacionarlo exclusivamente con el ecologismo, pero es algo bastante más amplio. Tiene que ver con el futuro. De ahí que en nuestras decisiones debamos tener muy presente lo que vamos a dejar a quienes vengan después de nosotros.

¿Son compatibles sostenibilidad y rentabilidad?

No deberíamos hacer nada en abstracto, hemos de tener en cuenta el entorno, que, a su vez, está condicionado por las personas. Reducimos la sostenibilidad tan sólo a la escala económica y es imprescindible tener siempre en cuenta la escala social.

¿Alcanzaste la felicidad?

Sin lugar a dudas. La felicidad está en uno mismo y en sus valores. No tiene nada que ver con tener un coche más moderno o un nuevo modelo de teléfono móvil. Cuanto más tienes, más insatisfecho estás.

¿Qué te quita la felicidad?

La cantidad de gente joven formada que se nos va de Galicia.

Quienes tradicionalmente emigraban solían ser gentes de baja formación…

Ahora en cambio es al revés. Parece como si en nuestra tierra no quedasen oportunidades de crecer y desarrollarse profesionalmente…

¿Qué es Galicia?

Donde he nacido, mi referencia vital... Por eso me duele tanto la emigración de nuestros mejores jóvenes.

¿Te sientes gallego?

Soy gallego y siento Galicia. Sé que es una condición que nos hace diferentes a los demás.

¿Qué es ser gallego?

Un orgullo.

¿Pese a la que está cayendo?

Nuestra región está viviendo una época complicada y difícil. Las tradicionales peleas entre Coruña, Vigo o Santiago, por ejemplo, han sido muy negativas. Eso no nos lleva a ningún sitio. De hecho, me he empleado en promover acuerdos entre las tres universidades, junto con otros compañeros.

¿Hacia dónde vas?

Hacia el final de mi etapa laboral, tanto en la empresa como en la universidad. No me quiero perpetuar. Los finales son muy importantes y hay que hacerlos bien. Vivo con la edad que tengo y no puedo quejarme: he vivido una vida muy intensa...

¿En qué crees?

En los individuos. Soy católico y por eso creo, por encima de todo, en la vida.

¿En qué no crees…?

En las instituciones.

¿Vamos a mejor…?

En algunas cosas vamos a mejor y en otras a peor...

¡Coño, Castellano! Por ahí asoma el gallego…

Hombre, hay muchos aspectos que son negativos: el cambio climático, el beneficio por el beneficio... Pero, al mismo tiempo, nunca la sociedad ha vivido mejor.

¿Optimista?

Hay que serlo, pensar que seguiremos avanzando en todo lo que es positivo, sin dejar de tener muy claro que no existe un modelo perfecto.

No es fácil que José María Castellano se prodigue públicamente. Hemos llegado hasta los postres, una proeza. Como suele ocurrir con quienes saben de qué hablan, lo ha hecho escuetamente, con sobriedad… Todo en él está bien hilvanado, nada es accesorio. Que nadie crea, por tanto, que los mentecatos dedicados a hacer el chimpancé encerrados en una casa o los millonarios que los fines de semana juegan al fútbol contra otros millonarios nos van a sacar de esto. Reemprendamos el camino por la universidad. Que, mientras los chinos sacan decenas de miles de ingenieros cada año, dejemos de mirarnos al ombligo, confiándonos a San Andrés de Teixido. En fin… Esto es lo que pienso ahora, según acabo de comer. A la hora de la cena tendré, no lo duden, otra solución...

MUY PERSONAL

El libro.
'Historia de la Revolución francesa', de Michelet.
La música.
Beatles.
El pintor.
Picasso.
La película.
Cualquiera de Woody Allen.
El plato.
Tortilla de patatas.

04 feb 2011 / 20:51
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