"Chegou papá cunha pistola e disparou e matou a miña mamá"
El hijo mayor de Sandra Boquete Jamardo relató a la Guardia Civil lo ocurrido // Un vecino les dijo a los niños que escaparan mientras José Luis Abet aún merodeaba con el revólver // El pequeño, en estado de schock.
"Tu tranquilo, tienes que estar tranquilo que ya no va a pasar nada. Cuéntame que pasó entre papá y mamá. ¿Que pasó?". Un Guardia Civil de paisano es el primero que habla con Fernando, siete años, el hijo mayor de Sandra Boquete Jamardo y José Luis Abet Lafuente. Lo hace tras sacarlo de la habitación en la que se encontraba junto a su hermano Hugo, y los dos nietos, de 11 y 13 años, del hombre que los acogió y que fueron sus compañeros en los instantes posteriores al terrible suceso.
La escena tiene lugar en el interior de la casa de Carlos Sanjurjo, un vecino que acudió con su coche (sufre problemas de movilidad) a buscar a los pequeños que se había alejado unos 200 metros del lugar donde se produjo la primera secuencia del triple crimen machista de Valga.
El pequeño guarda silencio inicialmente y mira para el hombre que le formulaba esa pregunta. No habían transcurrido ni dos horas desde que fue testigo, desde la parte posterior del coche de su madre, de un episodio tan dramático. Fernando, cuentan a EL CORREO testigos de la escena, se limitó a responder "chegou papá con unha pistola e disparou e matou a miña mamá". Y el silencio. Terrible silencio que helaba la estancia en la que se produjo el encuentro. El pequeño solo añadió "matou a miña nai". El agente, sobrecogido, tampoco necesitaba nada más: él ya sabía lo ocurrido pero necesitaba certificarlo.
El más pequeño de los niños, 4 años, permanecía en estado de schock tras lo ocurrido. Antes, según otras fuentes vecinales, les habían oído gritar "non mates a mamá". Y gritar y llorar desconsolados por lo que estaban viendo.
Uno de los lugareños salió de su casa y les dijo a los niños que escaparan, que se alejaran ya que el padre aún blandía el arma por las inmediaciones de la vivienda. Fernando y Hugo le hicieron caso. Carlos Sanjurjo fue a por ellos y les llevó al interior de la vivienda. "Alí o maior empezou a vomitar, a devolver todo. O pequeno permanecía como si non estivera. Ningún decía nada. Miña nora colleunos e chamou os meus netos para que estiveran con eles ata que chegou a Garda Civil. Despois seguiron xuntos ata que veu una prima da nai a buscalos. Eles non decían nada, non preguntaban nada", recuerda Carlos emocionado ante una situación que calificó de "dramática".
Ya en la vivienda los hermanos se calmaron un poco, a Fernando tuvieron que cambiarlo de ropa y no quiso comer nada pero Hugo tomó un poco de leche con galletas que le ofrecieron y los cuatro niños se fueron juntos a una habitación. El objetivo era que estuvieran distraídos.
LA ACTITUD DEL PADRE. Y la duda asalta a todo el mundo: ¿Tenía intención José Luis Abet Lafuente de matar también a sus hijos o no estaba entre sus planes? Es evidente que su objetivo principal eran su exmujer y que su exsuegra y su excuñada se convirtieron en eso que los manuales dan en llamar víctimas colaterales aunque su ensañamiento deja entrever algo más de odio. De confirmarse que realizó hasta 15 disparos, como sostienen algunas fuentes, tuvo que recargar el revolver del calibre 32 (esta arma en su tambor aloja seis balas) dos veces más. Le quedaban tres en el cargador y las que llevaba en la caja de cincuenta que fue localizada en el río Tambre.
Cuando el triple asesino descargó su ira contra Sandra Boquete fue a por su exsuegra y su excuñada que acudían en su auxilio. Hasta en dos ocasiones tuvo que llenar el arma en su razia machista a escasos metros de donde se encontraban indefensos los dos menores. ¿Se salvaron los niños gracias a la intervención del vecino que les pidió que se alejaran del lugar? Lo cierto es que Abet Lafuente, en cuanto tuvo constancia de que había cumplido su macabro objetivo ni se preocupó por los pequeños y se limitó a subirse a su coche y abandonar la casa y la finca que había sido su hogar.
Una zona por la que merodeó como una alimaña durante el tiempo que transcurrió desde que dejó su trabajó a las 06.00 horas del lunes hasta pasadas las 08.00 en las que su exmujer abrió el portalón para llevar a los niños al colegio.