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Competir y ganar

    Qué bien ha venido esta victoria y en qué momento más oportuno llegó. No es lo mismo echarle un vistazo a la clasificación y ver al Obra en ese grupo de siete equipos con tres triunfos y con una brecha de dos sobre el colista, el Manresa, que, de no haber ganado en Murcia, verlo de penúltimo y en un territorio nada agradable ni halagüeño. Aunque falta mucha Liga y un mundo de partidos, lo más importante es seguir compitiendo bien, recuperar sensaciones, y ser capaces de volver a los partidos tras esas pájaras que a veces por méritos y acierto de los rivales y otras veces por deméritos propios, se están produciendo en esta fase de acoplamiento.
    Atrás quedan varias derrotas en las que se compitió bien o muy bien ante rivales de mayor enjundia presupuestaria y mejores plantillas nominativas, lo que ocurre es que la derrota nunca puede tener como antídoto el competir bien, lo único que consuela y reconforta es el ganar. En Murcia se ganó un partido en el que el Obra comenzó muy bien y aguantó los envites locales para llegar al descanso vivo y con juego más que aceptable. En la segunda parte, una pájara atroz nos sacó del parquet y el equipo se fue contra las cuerdas o contra la cuneta. Tocaba pelear otra vez y a pesar de la indigestión que supuso la zona 2-3 para el Murcia, sin ideas y sin saber qué hacer, se encontraron con la calidad no exenta de inspiración del brasileño Benite que literalmente les ganó el partido. Al menos eso fue lo que el público, el equipo y el banquillo local se creyeron.
    Afortunadamente el baloncesto es un juego en el que un minuto y pico a veces es un flash de tiempo y otras veces es una eternidad, con el infierno de los errores acechando. Antelo cometió una falta antideportiva que lo era incluso con el reglamento anterior, y apareció Dulkis, inmerso en el desacierto hasta ese minuto final, pero los que tienen genes de tiradores son capaces de hacer lo que hizo. En el límite, McConnell se la jugó con una entrada, en la que no entiendo cómo no se pitó falta, ya que el viaje de Faverani fue de los que hacen época. En el último suspiro Pustovyi acertó con un gancho muy difícil ante quien tenía delante, Faverani, y por lo que significaba. La victoria viajó hacia Sar.
    No es una victoria cualquiera, es una victoria reafirmante del trabajo bien hecho, Víctor se habrá alegrado tanto como miles de obradoiristas, y sin lugar a dudas, el equipo ya sabe cómo hacer para competir bien y ganar. Benzius ha vuelto y ante el Joventut, próximo rival, es una gran noticia. Si el equipo está en el nivel de los últimos partidos, va a ser difícil que no llegue la cuarta, aunque los verdinegros llegan eufóricos y en su mejor momento, con Sabat, Vidal y Abalde de estiletes. Pero en Sar lo van a tener muy difícil. Que así sea.

    28 nov 2016 / 21:01
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