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{tribuna libre}

El concebido, ese gran ausente

    EN una sociedad individualista que cede su libertad a quien le ofrece bienestar, sin horizontes éticos, que aplica la razón instrumental, la eficiencia máxima, la mejor relación coste beneficio en la toma de decisiones, nos hemos acostumbrado a reclamar como derecho todo cuanto queremos.

    La libertad nunca es absoluta. La convivencia es un juego de intereses que en ocasiones colisionan y se han de ponderar por quien tiene el mandato de velar por el bien común. Derecho, justicia y educación son los instrumentos que el hombre se da para alcanzar ese bien.

    Y hay un primer derecho sin el cual ningún otro cabría reclamar, el derecho a la vida. El resto de derechos derivan de él. La mujer tiene derechos, el varón también. Nadie los discute, todos los reclaman, algunos los ejercen. Es la etiqueta que distingue a todo buen demócrata. Hasta que un día la vida sale al encuentro. ¿Y qué dice la Justicia al respecto? Que hay que dar a cada uno lo que le es suyo, y lo suyo del concebido es la vida.

    La mujer ejercerá sus derechos antes de la concepción, pues cuando ésta ocurre, el concebido dice nuestro Tribunal Constitucional, es un tercero que tiene el derecho a ser protegido. La vida nunca lo pone fácil, y menos a las mujeres, por eso muchos países hispanoamericanos entendieron que la respuesta era proteger la vida del concebido y ayudar en todo a la mujer embarazada. Nada de juegos de suma cero.
    Protegiendo al concebido nadie vulnera ningún derecho de la mujer. Hay que precisar que no existe el derecho al aborto, ni en nuestro ordenamiento, ni en ningún tratado internacional en materia de derechos humanos. La defensa de la vida no es patrimonio de moral alguna. El filósofo socialista Norberto Bobbio se lamentaba de que los laicos renunciaran a la defensa del imperativo categórico del “no matarás”, dejándoles a los creyentes el privilegio y honor de afirmar que no se debe matar.
    El debate siempre es enriquecedor, pero la instrumentalización de las instituciones para adoctrinar en una ideología particular, no respeta ese mandato que todo político ha de cumplir y perseguir de trabajar por el bien común, al confrontar en lugar de conciliar.

    El anteproyecto de ley orgánica de protección de la vida del concebido y del derecho de la mujer embarazada camina por la senda del verdadero humanismo al proteger la vida del ser humano más indefenso, al no hacer de la discapacidad causa de aborto, y al entender que la mujer siempre es la primera víctima que necesita del ánimo y apoyo de cuantos la rodean, y de todas las ayudas necesarias.

    Portavoz del Foro Gallego de la Familia

    15 feb 2014 / 21:33
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