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POLÍTICAS DE BABEL

Cumbres limpias o borrascosas

    MADRID se prepara para acoger entre el 2 y el 13 de diciembre la COP25; es decir, la vigesimoquinta Conferencia de las Partes que rige la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. La inestabilidad social y política vivida estas semanas en Santiago de Chile provocó que el Gobierno español se ofreciese a albergar una Cumbre del Clima que aguardamos se desarrolle con garantías de seguridad, y al que asistirán unas 25.000 personas de cerca de 200 países.

    Este evento será clave no sólo para revisar y optimizar el Protocolo de Kioto adoptado en 1997 y en vigor desde 2005, sino incluso y, sobre todo, para activar el Acuerdo de París asumido en el transcurso de la COP21 de 2015, en vigor desde 2016, y destinado a ejecutar medidas que impidan que el calentamiento global aumente 1,5 grados Celsius entre 2030 y 2052, con las consecuencias nefastas que ello tendría para el planeta en general, y para la humanidad en particular.

    La Cumbre se celebra en un momento en el que Donald Trump amenaza con cumplir su promesa electoral, ratificada el pasado día 4, de dejar de liderar la lucha contra el cambio climático y abandonar el Acuerdo de París a partir de noviembre de 2020 debido a que lo considera un proyecto poco realista, permisivo con ciertos países en desarrollo, y demasiado exigente con potencias como la norteamericana. De ahí que, tras analizar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de Australia, Canadá, la UE, o Japón; la lentitud del compromiso chino; el acatamiento sólo parcial de India; y la pasividad rusa, haya resucitado, a través de su Agencia de Protección Ambiental y con polémicas órdenes ejecutivas, la construcción de dos grandes oleoductos, además de redefinir terrenos federales, facilitar perforaciones offshore, financiar plantas de carbón, suavizar los controles de emisiones de metano, reconsiderar la priorización de los coches híbridos y eléctricos, y hasta recatalogar su fauna salvaje, amenazada y protegida.

    Pero más allá de los resultados electorales de las presidenciales del próximo noviembre en EE. UU., y aunque el tiempo apremia, todavía queda margen para una más equilibrada y consensuada negociación internacional. Lo que sí conviene asumir sin dilación son una serie de iniciativas destinadas a sustituir los combustibles y recursos fósiles por energías renovables y limpias, a revisar las tasas al carbono, a optimizar la energía solar, a limitar las fuentes de emisiones contaminantes, a mimar nuestros bosques, a variar nuestros hábitos alimentarios, a reducir desperdicios, a repensar los planes de crecimiento económico, y a controlar la demografía en Latinoamérica, Asia y África.

    Además, como ya expusimos aquí (Greta y los ladrones de infancias, ECG 30/09/2019), urgen iniciativas educativas orientadas al respeto al medioambiente, al cuidado de los seres vivos, y a la protección de los ecosistemas.

    www.josemanuelestevezsaa.com

    17 nov 2019 / 22:25
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