Decisión valiente y oportuna

LOS muñidores de la Transición dejaron en estado de continuidad inercial el malnacido Valle de los Caídos. La reconciliación fue la coartada de la cobardía.

Había dos opciones: la indignación pedía demoler el mausoleo que resume el Régimen al que dio nombre un general golpista y genocida o confiar en la maleza y los litófagos; la prudencia política aconsejaba conservarlo mayormente para aviso de los venideros. Con la primera no tragaba la derecha, con la segunda tampoco.

Las izquierdas carecían de fuerza para imponer una propuesta que exigía: exhumar el cuerpo del tirano de infelice recordación (es una afrenta que tenga tumba entre los caídos en la Cruzada quien sobrevivió a ella); devolver a las familias los restos de los enterrados allí sin su consentimiento y facilitarles la apertura de las fosas comunes.

El Gobierno socialista ha dado el primer paso, pagando la deuda que contrajo el PSOE cuando no se atrevió a usar sus mayorías absolutas. Sería deseable que los siguientes pasos los negociara y acordara con los demás partidos.

La medida sirve para desactivar la acusación de los independentistas catalanes de que en España aún colea el miedo a Franco. Se nota que Sánchez es su topo.

Profesor titular de Latín