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ESPIGANDO

El diálogo

    fueron célebres en La Historia Antigua los de Platón, que sostenía con su maestro Sócrates. Y es concepto que viste de noble en los intercambios comunicativos de una sociedad que necesita, como el agua, trasmitir ideas y buscar consensos. Hoy, en los tejemanejes de la política se habla, por menos de nada, del perentorio recurso al diálogo para salir de una situación más o menos engorrosa.

    Hay que sentarse a dialogar, suele decirse, cuando, en realidad, no hay mucho que decir. Se nos antoja un ripio biensonante sacado de la tragedia griega, que sugieren los ocultos asesores políticos para hacer ver que hacen algo, cuando, en realidad, no hacen nada o hacen lo que no interesa al pueblo. Dicen que precisan sentarse a una mesa de diálogo para hablar, lo cual es como no decir nada, ya que no nos aclaran los términos del tema a discutir. Que debiera ser público ya que se supone que del interés público se trata. Pero no. Aquí se negocian otro negocios y no son precisamente los del interés común.

    Y, si esto les parece mal pensar, que le quiten al asunto el secretismo y así desvanecen las sospechas y nos quedamos todos más tranquilos. Pongamos algunos ejemplos. El asunto de Catalunya dicen todos que se arregla con diálogo. ¿ Y de qué hablamos ? Porque los catalanes independentistas lo que quieren es que le cedan la geografía para hacer una república y en medio, de todo y, sin más demora, pelas, más pelas. O nos dan la tierra o, en su lugar, el montante de su redención, poniendo nosotros el pecio. Luego, al ver el ejemplo, vendrán los vascos que, en eso del mercantilismo van por delante de toda independencia, por ahora. Más tarde, ya veremos. De momento, arreglemos lo de Madrid. A ver. ¿ Qué hay de lo mío ?¿Cuántos ministerios me das por los votos que te doy ? ¡Ah! Y algo también para la parienta. que la familia está aumentando y, parados en casa, no se gana nada. Estos sí son diálogos y no los platónicos, en los que se limitaban los dialogantes a intercambiar ideas, doctrinas y buenos y pacíficos modos de sostener el hallazgo de la democracia. De los diálogos de nuestros políticos, por lo que afloran, más bien, diálogo de sordos. Como en el del cuento. Se encuentran dos sordos en un camino. Dice uno:

    - Hola Pepe, ¿ vienes de pescar?.- No. Vengo de pescar.

    - ¡Ah! creía que venías de pescar.

    Un auténtico diálogo de sordos.

    *EL AUTOR ES JUBILADO

    02 dic 2019 / 22:57
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