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{ tribuna libre }

Días de radio

    Mañana gris y con lloviznas intermitentes en el paso cebra de la Senra. En este día de la radio el semáforo rojo permite a los peatones mirar hacia la isleta de Viajes Viloria donde se ha improvisado un estudio con micros amarillos, por el que circulan el rector Carlos Pajares y el alcalde Xerardo Estévez. El inquilino de Fonseca en los ochenta recordaba que en aquel tiempo, en que la seo compostelana la dirigía el arzobispo vilalbés Rouco Varela, había ido a la Moncloa a pedir más dinero para la Universidad, en una época de paro feroz con cifras similares a las actuales. A continuación, el huésped de Raxoi ponderaba “con cariño” el examen al que era sometido por los oyentes quejicosos con los baches y los puntos de luz en el medio rural. Creo que este invierno cantamos la misma canción.
    Tras las inmortales esquelas y algunas cuñas, Yago Portela cuenta que a las dos de la tarde la familia se reunía a comer, con el receptor al lado, para escuchar Dos hombres buenos, un serial que se emitía en hora punta de audiencia. Qué teatro excelente se hacía en la radio, desbordante de imaginación y talento. Sobre la marcha, Luis Pardo pilla al vuelo a Manolo Villar, quien sin cerrar el paraguas rememora el Diario hablado, también conocido por el parte y conexión de obligado cumplimiento con Radio Nacional hasta la llegada de la democracia. Con el desarrollo político-administrativo se produjo el cambio profundo en lenguaje y géneros. Se impuso una forma de hablar más natural y cercana, mientras la información y la actualidad acabarían por tragarse la parrilla de programación.
    Ya no hace el frío de estos días mientras las luces de carnaval aguardan su último encendido. Ahora los pitos cierran el magacín local de EAJ4 Radio Galicia, emisora que este año quiere festejar sus ochenta años en antena: es la decana. Pero lo mejor de todo es que en estos años han proliferado las emisoras, grandes y pequeñas, dando sentido pleno a un dial en el que solo se sintonizaban un par de emisoras en onda media, y alguna extranjera por la noche, porque las de aquí apagaban la emisión.
    El único medio de comunicación que no ha fagocitado Internet puede mirar al frente sin temor. Ni los tuits ni los whassapps ni los emoticonos, por mucha animación que tengan, pueden rivalizar con la inmediatez, emoción y vida que desprende la radio. El color de sus voces, la inspiración de la palabra hablada, el ánimo y énfasis del locutor son insustituibles. Y diría que nunca se apagará.

    Periodista

    13 feb 2013 / 19:52
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