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Don Pedro Barrié que estás en el cielo

    UN gran reto para los especialistas del ramo es explicar por qué Galicia tenía empresas, bancos y capitalistas implicados antes de contar con el autogobierno, y deja de tenerlos cuando la autonomía se convierte en una realidad. Es como si, a mayor autonomía política, menor autonomía económica. ¿Dónde está el equivalente de aquel Barrié que tenía bajo su padrinazgo a instituciones financieras, compañías energéticas y astilleros, aprovechando de pasada para realizar un mecenazgo cultural y universitario?

    No lo hay. Se dirá que su mundo era distinto. Sí, pero también en esa época había plutócratas desarraigados que preferían invertir fuera. Sí, pero también era diferente la Galicia que los rodeaba, mucho más atrasada y excéntrica que la actual, mucho menos estimulante para un inversor que quisiera ver crecer sus dineros. Y sin embargo, en aquel país con un pie puesto en el subdesarrollo, se hizo fuerte Fenosa, y el Banco Pastor levantó en el centro coruñés el primer rascacielos de Galicia.

    ¿Qué había en torno a aquel edificio que emulaba a las grandes sedes bancarias europeas y americanas? Una sociedad rural, emigración, escasa tradición industrial. Nada que inspirase al capitalismo emprendedor de otros lugares. Tampoco había instituciones políticas que representasen a Galicia como entidad diferenciada. A pesar de todos esos elementos adversos, un puñado de gallegos deciden practicar un galleguismo diferente al de los lamentos poéticos, y dejan para la posteridad una obra que ahora se desmorona.

    Cuando se anuncia la capitulación del Pastor, suena a broma aquella publicidad que intentaba aprovecharse del desconcierto producido en el mundo de las cajas. Quienes ignoraban las interioridades de la entidad, llegaron a pensar en efecto que el banco que cumplió los 235 años de vida, recogería los restos del naufragio, para mantener izada la bandera de la galleguidad financiera. A la vista está que aquello fue un espejismo, y que tenían razón los que entonces advirtieron que la propiedad había puesto el cartel de "se vende". Vendido está. Que en esa propiedad figure Amancio Ortega indica que las apuestas bancarias son más complicadas que las que se hacen en otros sectores.

    Pero queda sin responder la pregunta que nos hacíamos al principio. Hay armazón institucional, identidad colectiva, poder político, y a pesar de ello, iste vaise i aquel vaise, que podría decir una Rosalía dedicada a glosar la desgalleguización empresarial del país. Será que nuestras dimensiones económicas y demográficas no nos permiten aspirar a mantener una personalidad propia en lo económico y financiero. Será que en aquellos prohombres como don Pedro Barrié latía un patriotismo romántico que ya no se estila. Será que hay que volver a definir el concepto de galleguidad referido a lo empresarial y financiero. Será que el Pastor ya no encajaba en el mapa bancario. Un nuevo rebaño queda huérfano.

    07 oct 2011 / 21:05
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